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Miguel Hernández, el Poeta del Pueblo

Miguel Hernández Gilabert nació el 30 de octubre de 1910, en Orihuela (Alicante). De origen campesino, estudio en el colegio de jesuitas de su pueblo natal. En los veranos de su adolescencia, obligado al pastoreo y a las labores del campo, asimiló una unión diáfana de la naturaleza, que lo acompañaría en los períodos en que viviera en Madrid, París y Moscú.
A los quince años ya había leído a Cervantes, Rubén Darío y Gabriel Miró, y su obra quedó dividida entre el catolicismo barroco y el superrealismo socialista.

También con textos en inglés y en francés

Also with texts in English and French

Également avec des textes en anglais et en français



Efectuó un primer viaje a Madrid, en 1931. Al año siguiente participó en el homenaje a Gabriel Miró, celebrado en Alicante.

“Perito en Lunas” apareció en diciembre de 1932. Colaboró en "El Gallo Crisis", revista que dirigía Ramón Sijé, de quien le fue separando progresivamente una visión menos sublimada de la existencia, influida por Pablo Neruda y Vicente Aleixandre. La muerte de Sijé motivó su elegía "Yo quiero ser llorando el hortelano...", uno de los poemas culminantes de la lírica española contemporánea, incluido en “El rayo que no cesa” (1936).

La revista "Cruz y Raya" había publicado ya su auto sacramental “Quien te ha visto y quien te ve”, o “Sombra de lo que eres”.

Con la guerra civil se funden estrechamente su dimensión poética y humana: se enroló en las filas republicanas, como voluntario en el V Regimiento; fue comisario de cultura en el batallón de El Campesino. Además de colaborar en "Nuestra Cultura" y "Hora de España", publicó sus poemas “Viento del pueblo” (1937) y las piezas dramáticas “Teatro en la guerra” (1937) y “El labrador de más aire” (1937).

Su poesía, limitada en los temas, alcanza una intensidad lírica de sugestión inmediata, característica de las letras españolas y, en su caso, determinada finalmente por García Lorca.



Miguel Hernández hizo de su poesía un instrumento de lucha. Con un lenguaje metafórico que discurre entre limones, toros, nardos, gavilanes y amapolas, sus versos huyeron de la cárcel ocultos en una lechera. Sus manuscritos -lápiz negro y letra pequeña- los conservó su viuda Josefina Manresa, destinataria de su poesía del amor trágico. Durante más de cuarenta años, ella guardó sus versos, para finalmente donarlos al archivo municipal de Elche, el 28 de septiembre de 1986, cinco meses antes de su muerte.

Concluida la guerra civil, el 28 de marzo de 1939, la confusión anega al bando republicano. Miguel Hernández busca un asidero para salvarse, y se dirige a Sevilla, donde sabe que un amigo puede protegerle; pero tal amigo no está en la ciudad. Sigue entonces a Huelva, hasta internarse en Portugal, siempre confiando en la justicia humana. Pensando en la intervención de Pablo Neruda, intenta cobijarse en la embajada de Chile. No llega. Antes lo detienen en un pueblecito fronterizo y lo entregan a las autoridades españolas. Insultos, palizas; otra vez persiguiéndole de cárcel en cárcel. La primera es la de Torrijos, en Madrid. Escribe a Josefina bellas cartas, saturadas de estoicismo. Las vejaciones, el hambre, la injusticia, no le acobardan. Por el contrario, se robustece su hombría, a pesar del tormento de la soledad, pues para él, "la soledad separa más que la distancia". Ahora ya no sólo es la esposa quien lo necesita, sino el hijo que, apenas nacido, se queda sin padre. Y para no desesperarse compone pequeños poemas que tendrán la grandeza de lo sentido profundamente, de lo alumbrado en la desgracia.

Tras pasar por las cárceles de Cox (Alicante), Palencia y Ocaña, el 28 de junio de 1941 ingresa al Reformatorio de Alicante, donde por fin ve a Josefina y a su hijo. Debía extinguir su condena el 3 de mayo de 1969. Pero Miguel ya no es el mismo. Está desesperado, destrozada su férrea naturaleza. Sin embargo, aún trata de disimular con los demás, a quienes anima.

En el mes de noviembre sufre unas tifoideas que degeneran en tuberculosis pulmonar aguda. La fiebre lo consume. No puede salir del locutorio, porque la postración no le permite sostenerse en pié.

Buenos amigos de Alicante gestionan su traslado al sanatorio de Portaceli. Pero ya es tarde. La enfermedad va avanzando hasta su último poder, no sirviendo de nada las intervenciones del doctor Barbero, que le visitaba a instancias de un amigo fraternal. Por otra parte, en la enfermería de la cárcel le curan peor que a una bestia: "Se me cura a fuerza de tirones y todo es desidia, ignorancia, despreocupación..."

Después, el desmoronamiento sobrevendría. Un compañero recogió su frase final: "Que desgraciada eres, Josefina". Anteriormente había escrito sus últimos versos sobre la pared:"¡Adiós, hermanos, camaradas, amigos: despedidme del sol y de los trigos!".

Murió en la cárcel, en la madrugada del 28 de marzo de 1942, a tres años justos del fin de la guerra, con los ojos abiertos y así lo enterraron. Sus restos descansan ahora en el nicho 1099 del cementerio de Nuestra Señora del Remedio, de Alicante.

Estaba muerta con él su más inmensa alegría, aquél 19 de diciembre, cuando siendo soldado recibió en el frente de Teruel la noticia del nacimiento de su primer hijo varón. Entonces había escrito poemas definitivos, donde la ternura por el hijo y la pasión por la esposa ofrecieron su altísima verdad:

"Fue la primera vez de la alegría,

la sola vez de su total imagen.

Las otras alegrías se quedaron

como granos de arena entre los mares."

De prisión en prisión, entre privaciones, sarna y parásitos, había ido tejiendo las canciones que formarían el "Cancionero y romancero de ausencias". Ellas marcan la trayectoria psíquica del poeta, a quien, a veces, el desaliento pareció vencer: "Ausencia en todo veo...", o "¿Qué hice para que pusieran a mi vida tanta cárcel...?".

Corre una leyenda que puede ser o no cierta, pero que merece la ternura del poeta. Dicen que estando cerca del final de su vida, Miguel Hernández rechazaba una revista que a los presos les daban en la cárcel, un semanario franquista. Aceptarlo o no, era acortar o extender padecimientos. Miguel se negaba - en la leyenda- con un obstinado silencio. Una mañana, comenzó a aceptar el semanario. Debilidad de un hombre con su cuerpo consumido, decían. Cuando murió, sus compañeros presos levantaron el jergón donde dormía. En los márgenes de la publicación estaba su última poesía. Aquella de "No te derrumbes, no sepas ni lo que pasa ni lo que ocurre". Su última esperanza, una canción de cuna.

El material donado por su viuda al Ayuntamiento de Elche (Alicante), se integra con 430 carpetas, 1219 hojas de soporte, con 39,79% de material inédito.

AUDIO:

La voz de Miguel Hernández recitando el poema “Canción del esposo soldado” fue recogida en una grabación realizada por el poeta durante una breve estancia en Paris, de paso hacia Moscú, en 1937, durante la guerra civil. Auténtico documento histórico (aún con las limitaciones propias de los equipos de la época y de su antigüedad), es la única grabación disponible con la voz de Miguel Hernández (Cliquear sobre la imagen):




October 30, 1910: Miguel Hernández, the People´s Poet, is born

Miguel Hernández Gilabert was born on October 30, 1910, in Orihuela (Alicante). Of peasant origin, he studied at the Jesuit college in his hometown. In the summers of his adolescence, forced to work as shepherd and in the fields, he assimilated a diaphanous union of nature, which would accompany him in the periods in which he lived in Madrid, Paris and Moscow.

At fifteen he had already read Cervantes, Rubén Darío and Gabriel Miró, and his work was divided between baroque Catholicism and socialist superrealism.

He made a first trip to Madrid in 1931. The following year he participated in the tribute to Gabriel Miró, held in Alicante.

"Perito en Lunas" appeared in December 1932. He collaborated in "El Gallo Crisis", a magazine directed by Ramón Sijé from whom, with a less sublimated vision of existence was progressively separated, influenced by Pablo Neruda and Vicente Aleixandre. Sijé's death motivated his elegy "I want to be crying the gardener ...", one of the culminating poems of contemporary Spanish lyric, included in "El rayo que no cesa" (1936).

Magazine "Cruz y Raya" had already published his auto sacramental "Who has seen you and who sees you", or "Shadow of what you are".

His poetic and human dimension were closely fused with the civil war: he enlisted in the republican ranks, as a volunteer in the V Regiment. He was commissioner of culture in the El Campesino battalion. In addition to collaborating in "Nuestra Cultura" and "Hora de España", he published his poems “Viento del pueblo” (1937) and the dramatic pieces “Teatro en la guerra” (1937) and “El labrador de más aire” (1937).

His poetry, limited in the themes, reaches a lyrical intensity of immediate suggestion, characteristic of Spanish letters and, where appropriate, finally determined by García Lorca.

Miguel Hernández made his poetry an instrument of struggle. With a metaphorical language that runs between lemons, bulls, tuberose, hawks and poppies, his verses fled from jail hidden in a milk churn. His manuscripts - black pencil and small print - were kept by his widow Josefina Manresa, recipient of his poetry of tragic love. For more than forty years, she kept her verses, to finally donate them to the municipal archive of Elche, on September 28, 1986, five months before her death.

After the civil war, on March 28, 1939, confusion flooded the Republican side. Miguel Hernández looks for a foothold to save himself, and goes to Seville, where he knows that a friend can protect him; but such a friend is not in town. He then continued to Huelva, until he entered Portugal, always trusting in human justice. Thinking of Pablo Neruda's intervention, he tries to take shelter in the Chilean embassy. Does not reach. Before that, he was detained in a border town and handed over to the Spanish authorities. Insults, beatings; again chasing him from jail to jail. The first is that of Torrijos, in Madrid. Write to Josefina beautiful letters, saturated with stoicism. Vexations, hunger, injustice, do not intimidate him. On the contrary, his manhood is strengthened, despite the torment of loneliness, because for him, "loneliness separates more than distance." Now it is not only the wife who needs him, but the son who, just born, is left without a father. And in order not to despair, he composes small poems that will have the greatness of what is deeply felt, of what is illuminated in misfortune.

After passing through prisons of Cox (Alicante), Palencia and Ocaña, on June 28, 1941 he entered the Reformatory in Alicante, where he finally saw Josefina and her son. He was to expire his sentence on May 3, 1969. But Miguel is no longer the same. He is desperate, his iron nature shattered. However, he still tries to hide it from others, whom he encourages.

In November he suffers typhoids that degenerate into acute pulmonary tuberculosis. Fever consumes him. He cannot leave the parlor, because the prostration does not allow him to stand up.

Good friends from Alicante manage his transfer to the Portaceli Sanatorium. But it is too late. The disease progresses to its last power. The interventions of Dr. Barbero, who visited him at the request of a brotherly friend, were of no use. On the other hand, in the prison infirmary they cure him worse than a beast: "I am cured by force of shoving and everything is indolence, ignorance, unconcern ..."

Then the collapse would ensue. A mate picked up his final sentence: "How unhappy you are, Josefina." Previously he had written his last verses on the wall: "Goodbye, brothers, comrades, friends: say goodbye to the sun and the wheat!".

He died in jail at dawn on March 28, 1942, just three years after the end of the war, with his eyes open and they buried him that way. His remains now rest in niche 1099 of the Nuestra Señora del Remedio cemetery in Alicante.

His most immense joy was dead with him, that December 19 when, as a soldier, he received the news of the birth of his first male child at the Teruel front. Then he had written definitive poems, where tenderness for his son and passion for his wife offered their highest truth:


"It was the first time of joy,

the only time of his total image.

The other joys stayed

like grains of sand between the seas. "

From prison to prison, amid deprivation, scabies and parasites, he had been weaving the songs that would make up the "Cancionero y romancero de ausencias / Songbook and Romance of Absences". They mark the psychic trajectory of the poet, whom, at times, discouragement seemed to overcome: "Absence in everything I see ...", or "What did I do so that they put so much jail in my life ...?".

There is a legend that may or may not be true, but that deserves the tenderness of the poet. It say that being near the end of his life, Miguel Hernández rejected a magazine that the prisoners were given in jail, a Francoist weekly. To accept it or not, was to shorten or extend suffering. Miguel refused - in legend - with stubborn silence. One morning, he began to accept the weekly. Weakness of a man with his body consumed, was said. When he died, his fellow prisoners raised the mattress where he slept. In the margins of the publication was his latest poetry. That one of "No te derrumbes, no sepas ni lo que pasa ni lo que ocurre" / "Do not collapse, do not know you neither what happens nor what's going on." His last hope, a lullaby".

The material donated by his widow to the City Council of Elche (Alicante), is made up of 430 folders, 1219 support sheets, with 39.79% unpublished material.

AUDIO:

The voice of Miguel Hernández reciting the poem "Song of the soldier husband" was registered in a recording made by the poet during a brief stay in Paris, on his way to Moscow, in 1937, during the civil war.

Authentic historical document (even with the limitations of the equipment of the time and its antiquity), it is the only recording available with the voice of Miguel Hernández (Click on the image):



30 octobre 1910: Miguel Hernández, le Poète du Peuple, est né

Miguel Hernández Gilabert est né le 30 octobre 1910 à Orihuela (Alicante). D'origine paysanne, il a étudié au collège jésuite de sa ville natale. Dans les étés de son adolescence, contraint de paître et de travailler dans les champs, il assimile une union diaphane de la nature, qui l'accompagnera dans les périodes où il vécut à Madrid, Paris et Moscou.

A quinze ans, il avait déjà lu Cervantes, Rubén Darío et Gabriel Miró, et son œuvre se partageait entre le catholicisme baroque et le superréalisme socialiste.

Il effectue un premier voyage à Madrid en 1931. L'année suivante, il participe à l'hommage à Gabriel Miró, qui se tient à Alicante.

"Perito en Lunas" paraît en décembre 1932. Il collabore à "El Gallo Crisis", une revue dirigée par Ramón Sijé, dont une vision moins sublimée de l'existence se sépare progressivement, influencée par Pablo Neruda et Vicente Aleixandre. La mort de Sijé a motivé son élégie "Je veux pleurer le jardinier...", un des poèmes culminants du lyrique espagnol contemporain, inclus dans "El rayo que no cesa" (1936).

Le magazine "Cruz y Raya" avait déjà publié son auto sacramentel "Qui vous a vu et qui vous voit", ou "Ombre de ce que vous êtes".

Sa dimension poétique et humaine est intimement liée à la guerre civile: il s'engage dans les rangs républicains, comme volontaire dans le V régiment; Il était commissaire à la culture dans le bataillon d'El Campesino. En plus de collaborer à "Nuestra Cultura" et "Hora de España", il publie ses poèmes "Viento del pueblo" (1937) et les pièces dramatiques "Teatro en la guerra" (1937) et "El labrador de más aire" (1937).

Sa poésie, limitée dans les thèmes, atteint une intensité lyrique de suggestion immédiate, caractéristique des lettres espagnoles et, le cas échéant, finalement déterminée par García Lorca.

Miguel Hernández a fait de sa poésie un instrument de lutte. Avec un langage métaphorique qui court entre citrons, taureaux, tubéreuses, faucons et coquelicots, ses poemes se sont enfuis de prison cachés dans une baratte à lait. Ses manuscrits - crayon noir et petits caractères - ont été conservés par sa veuve Josefina Manresa, récipiendaire de sa poésie d'amour tragique. Pendant plus de quarante ans, elle a conservé ses vers, pour finalement les faire don aux archives municipales d'Elche, le 28 septembre 1986, cinq mois avant sa mort.

Après la guerre civile, le 28 mars 1939, la confusion envahit le côté républicain. Miguel Hernández cherche un pied à terre pour se sauver et se rend à Séville, où il sait qu'un ami peut le protéger; mais un tel ami n'est pas en ville. Il a ensuite continué à Huelva, jusqu'à son entrée au Portugal, toujours confiant dans la justice humaine. En pensant à l'intervention de Pablo Neruda, il tente de se réfugier à l'ambassade du Chili. N'atteint pas. Il a été détenu dans une ville frontalière et remis aux autorités espagnoles. Insultes, coups; à suivre à nouveau de prison en prison. Le premier est celui de Torrijos, à Madrid. Écrivez à Josefina de belles lettres, saturées de stoïcisme. Les vexations, la faim, l'injustice, ne l'intimident pas. Au contraire, sa virilité se renforce, malgré le tourment de la solitude, car pour lui, “la solitude sépare plus que la distance”. Maintenant, ce n'est pas seulement la femme qui a besoin de lui, mais le fils qui, tout juste né, se retrouve sans père. Et pour ne pas désespérer, il compose de petits poèmes qui auront la grandeur de ce qui est profondément ressenti, de ce qui s'éclaire dans le malheur.

Après avoir traversé les prisons de Cox (Alicante), Palencia et Ocaña, le 28 juin 1941, il entra au Maison de correction d'Alicante, où il vit enfin Josefina et son fils. Il devait expirer sa peine le 3 mai 1969. Mais Miguel n'est plus le même. Il est désespéré, sa nature de fer brisée. Cependant, il essaie toujours de le cacher aux autres, qu'il encourage.

Au mois de novembre, il souffre de typhoïdes qui dégénèrent en tuberculose pulmonaire aiguë. La fièvre le consume. Il ne peut pas quitter pour le salon, car la prostration ne lui permet pas de se lever.

De bons amis d'Alicante gèrent son transfert au sanatorium de Portaceli. Mais c'est trop tard. La maladie progresse jusqu'à sa dernière puissance, les interventions du Dr Barbero, qui lui rendit visite à la demande d'un ami fraternel, ne furent d'aucune utilité. Par contre, à l'infirmerie de la prison, on le guérit pire qu'une bête: "Je suis guéri par la force des bousculer et tout est indolence, ignorance, insouciance ..."

Ensuite, l'effondrement s'ensuivrait. Un collègue a repris sa dernière phrase: "Comme tu es malheureuse, Josefina." Auparavant, il avait écrit ses derniers vers au mur: "Adieu, frères, camarades, amis: dites adieu au soleil et au blé!".

Il est mort en prison à l'aube du 28 mars 1942, trois ans seulement après la fin de la guerre, les yeux ouverts et ils l'ont enterré de cette façon. Ses restes reposent maintenant dans la niche 1099 du cimetière Nuestra Señora del Remedio à Alicante.

Sa joie la plus immense était morte avec lui: cette 19 décembre, quand, en tant que soldat, il reçut la nouvelle de la naissance de son premier enfant mâle au front de Teruel. Puis il avait écrit des poèmes définitifs, où la tendresse pour son fils et la passion pour sa femme offraient leur plus haute vérité:

“C'était la première fois de joie,

le seul moment de son image totale.

Les autres joies sont restées

comme des grains de sable entre les mers. "

De prison en prison, au milieu des privations, de la gale et des parasites, il avait tissé les chansons qui composaient le "Recueil de chansons et romances d'absence". Ils marquent la trajectoire psychique du poète, que parfois le découragement semblait vaincre: "Absence dans tout ce que je vois…", ou “Qu'ai-je fait pour qu'ils mettent tant de prison dans ma vie…?”.

Il y a une légende qui peut être vraie ou non, mais qui mérite la tendresse du poète. Ils disent qu'approche de la fin de sa vie, Miguel Hernández a rejeté un magazine que les prisonniers avaient été remis en prison, un hebdomadaire franquiste. L'accepter ou non, c'était raccourcir ou prolonger la souffrance. Miguel a refusé - en légende - avec un silence obstiné. Un matin, il a commencé à accepter l'hebdomadaire. Faiblesse d'un homme avec son corps consumé, ont-ils dit. À sa mort, ses codétenus ont soulevé le matelas sur lequel il dormait. En marge de la publication se trouvait sa dernière poésie. Celui de "Ne vous effondrez pas, ne sais pas ce qui se passe ou ce qui se passe". Son dernier espoir, une berceuse.

Le matériel donné par sa veuve à la Mairie d'Elche (Alicante), est composé de 430 chemises, 1219 feuilles de support, avec 39,79% de matériel non publié.


AUDIO:

La voix de Miguel Hernández récitant le poème "Chanson du mari soldat" a été enregistrée dans un enregistrement réalisé par le poète lors d'un bref séjour à Paris, en route pour Moscou, en 1937, pendant la guerre civile.

Document historique authentique (même avec les limitations de l'équipement de l'époque et son antiquité), c'est le seul enregistrement disponible avec la voix de Miguel Hernández (Cliquez sur l'image):


© Enrique F. Widmann-Miguel (IberInfo / Buenos Aires)


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