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22 DE ENERO: DÍA DEL TEATRO CUBANO. EL TEATRO VILLANUEVA, DE LA HABANA

El 22 de enero de 1869 elementos de los grupos de tareas paramilitares del Cuerpo de Voluntarios, al servicio de la administración española, asaltaron y tirotearon en plena función el Teatro de Villanueva, de La Habana; una sala de teatro circular, de madera, dejando un tendal de víctimas, entre muertos y heridos. Durante los tres días posteriores, esos grupos armados aterrorizaron a la población de la capital de Cuba, asolando la ciudad y vandalizando espacios públicos y privados.

Algunos elementos de éste mismo Cuerpo de Voluntarios serían también los que el 27 de noviembre de 1871 fusilarían a ocho inocentes estudiantes de medicina de la Universidad de La Habana contra los muros de dependencias externas de la zona militar del castillo de San Salvador de La Punta, en el acceso al canal de entrada de la Bahía de La Habana y a la zona portuaria.

Desde 1980, cada 22 de enero se recuerda el hecho y se rinde homenaje al Teatro Cubano.





EL TEATRO VILLANUEVA

El Teatro Villanueva se construyó en el año 1846, próximo a la Muralla de La Habana, parte del sistema defensivo de la ciudad en tiempos de la administración española. Estaba situado en la manzana que actualmente delimitan las calles Colón (de las Canteras, de los Vidrios, del Baluarte), Morro, Zulueta (Agramonte) y Refugio (de la Merced), en La Habana Vieja; cerca –a una cuadra- del actual Museo de la Revolución (antiguo Palacio Presidencial).


Situado dentro de una zona de seguridad, contigua a la Muralla de defensa de la plaza militar española en La Habana, se autorizó la construcción, en madera, encuadrada en el marco de excepción a las disposiciones legales gubernativas.

Se inauguró el 12 de febrero de 1847, con el nombre de "Circo Habanero", siendo su propietario Miguel Nin y Pons, suegro de Rafael María de Mendive, maestro del Apóstol José Martí y protegido del segundo conde de Villanueva y vizconde de Valvanera (Claudio Martínez de Pinillos y Ceballos, nac. La Habana, 1782- fall. Madrid, 1853).

Tenía forma circular, con frente principal a la calle Colón y portal techado con tejas. El techo tenía la forma de un embudo invertido, pintado con rayas rojas y blancas.

Construido para la representación de óperas, obras de teatro, poesía, magos y espectáculos de variedades, tenía dos niveles de palcos y un aforo cercano a los 3.000 espectadores, según las referencias que permanecieran a lo largo de los años.


En 1853 falleció en Madrid el conde de Villanueva. Fue entonces que Miguel Nin cambió la denominación de la sala de espectáculos, cuyo nombre pasó a ser la de “Teatro Villanueva” en su memoria y homenaje. Se realizaron entonces grandes reformas: la cúpula fue recubierta de zinc; en el interior se instalaron nuevas sillas de rejilla; cambiando también el sistema de alumbrado.

Claudio Martínez de Pinillos Cevallos (1780-1853), fue un personaje destacado en Cuba. Impulsor en 1837 de la construcción del ferrocarril (segundo en América y séptimo a nivel mundial, incluso anterior al primer ferrocarril en la España peninsular), además de monumentales obras artísticas que hasta hoy se ven en La Habana, como la fuente de los Leones (años 1836, Plaza de San Francisco, frente a la Basílica de San Francisco de Asis, área contigua al puerto, cerca de la terminal Sierra Maestra / de cruceros) y la emblemática fuente de la India, también denominada ‘La Noble Habana’, que representa la imagen de la india Habana, en cuyo honor se diera el nombre a la ciudad; fue inaugurada el 15 de febrero de 1837 y está situada, en su emplazamiento actual, en el espacio situado frente al extremo sudeste del Parque de la Fraternidad, delimitado por el final del Paseo del Prado (de Martí) y las calles Dragones y Máximo Gómez (Simón Bolívar).



CUBA HACIA LA INDEPENDENCIA

En la mañana del 10 de octubre de 1868, tras 366 años de coloniaje español, en su ingenio “La Demajagua” (entonces Oriente, actual provincia de Granma), a unos 13 kms. al sudoeste de Manzanillo, entre la carretera 4 (hacia el pueblo de Campechuela) y la costa del Mar Caribe, el Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, ante los patriotas allí concentrados, incluyendo esclavos negros, proclamó la Independencia, aboliendo de hecho la esclavitud dando la libertad a los esclavos, a quienes dignificó con la condición de “ciudadanos”. Presentando a continuación la bandera tricolor de la libertad que, con la estrella solitaria que dibujara Emilio Tamayo, fuera cosida por la joven hija del mayoral Juan Acosta, Candelaria Acosta Fontaigne "Cambula" 1851-1932), que se juró en ese acto en el que se levantó por vez primera para luchar hasta alcanzar la libertad de la Patria.

Comenzaba la primera fase de la guerra contra el colonialismo español: la de la Guerra de los Diez Años o Guerra Grande (1868-1878). Al día siguiente tendría lugar el primer enfrentamiento con tropas españolas, cerca del poblado de Yara. Seguirían la Guerra Chiquita (1879-1880); la Guerra de Independencia cubana o Guerra del 95 (1895-1898) y finalmente la Guerra hispano-estadounidense (1898), que culminaría con la derrota y retirada de España, el “Imperio donde no se ponía el sol”.



LOS HECHOS EN EL TEATRO VILLANUEVA

Habían transcurrido tres meses cuando, en enero de 1869, el conjunto teatral de los “Bufos Caricatos” representaban, en el Teatro Villanueva, la obra “Perro huevero, aunque le quemen el hocico”, cuadro de costumbres cubanas en un acto y en prosa de Juan Francisco Valerio, en honor a la actriz Florinda Camps, bien conocida por el público por la habilidad con que desempeñaba los papeles más notables de las obras de protesta contra régimen español y, sobre todo, por haber enarbolado la bandera de la estrella solitaria en el Teatro Villanueva, tras el alzamiento de La Demajagua y el Grito de Yara.


El jueves 21 de enero, mientras cantaba en la escena novena de la obra (de catorce escenas), el entonces popular guarachero Jacinto Valdés exclamó un “¡Viva!” a Carlos Manuel de Céspedes que avivó los sentimientos patrióticos del público criollo, que se expresó con gritos en favor de Céspedes y de Cuba Libre.

José Nin, el dueño del teatro, tuvo que dar explicaciones ante la administración española, declarando que la exclamación de Valdés fue producto de una borrachera; siendo reconvenido con una severa advertencia e imponiéndosele una multa de 200 pesos.

El asunto parecía haberse solucionado. Pero los ánimos estaban caldeados.

El asturiano Gonzalo Castañón y Escarano (nac. en La Cortina, concejo de Lena, 1834-fall. en Cayo Hueso, Florida, EE.UU., 31 ene 1870), defensor del colonialismo español y de los Voluntarios (cuerpo del que formaba parte con el grado de coronel) que fungía de periodista en La Habana, desde las páginas de su periódico “La Voz de Cuba”, publicado en la capital cubana, ofendía reiterada y sistemáticamente a los patriotas cubanos tildándolos de “bandidos” y de “prostitutas” a las mujeres mambisas.

En éste marco, Castañón aguijoneó a los elementos que integraban los grupos de tareas del paramilitar Cuerpo de Voluntarios que operaba al servicio de la administración española en la represión del pueblo partidario de la Independencia, que apoyaba la lucha iniciada por Céspedes en La Demajagua el 10 de octubre anterior.

Castañón calificaba como “pasiva” la represión contra los independentistas y ante la representación anunciada en el Villanueva dio su grito de alerta en “La Voz de Cuba” para que los voluntarios resolviesen disolver, por sí y ante sí, a viva fuerza, aquella reunión. Incitando así a desatar la violencia.

No se hicieron esperar mucho. El Cuerpo de Voluntarios estaba en conocimiento que el viernes 22 de enero volvería a representarse la obra “Perro huevero, aunque le quemen el hocico” en el Teatro Villanueva.




EL 22 DE ENERO DE 1869

Ese viernes 22, por las calles de La Habana se vieron damas que asistían al Villanueva vistiendo trajes claros adornados con cintas de los colores de la bandera de La Demajagua (azul y rojo sobre prendas blancas) y con sus cabellos sueltos (entonces muestra de rebeldía de las criollas de la época), prendiendo de ellos estrellas solitarias (como la de la bandera).

El programa escénico musical del 22 de enero de 1869 en el Teatro Villanueva se integraba con los siguientes cuadros:

-Ataques de nervios

-La crisis

-Perro huevero

-La insurrecta

-Los caricatos

-El santo y la lotería y

-Una rumba

(El programa se reproduce en la revista ‘Bohemia’ de La Habana, de 15 de enero de 2010, año 102, nº 2, página 13, como material ilustrativo del artículo “Sucesos del Teatro Villanueva. Última noche de una obra bufa”, publicado con motivo del 141º aniversario de la masacre).

La obra teatral se desarrolló entonces sobre el guión de Juan Francisco Valerio (Narciso Valor y Fe), llevada al libro en la Imprenta ‘La Intrépida’, de la calle Teniente Rey 29, La Habana, año 1868. El argumento gira alrededor de Matías, personaje vago y bebedor, que tiene abandonada por completo a su mujer Nicolasa y a su hija Mónica, trae a su casa a varios amigos cantadores que improvisan una fiestecita. Al son de la guitarra se entonan puntos criollos y guarachas.

Ya se habían representado ocho escenas del único acto de la obra, cuando en la intervención hablada de Matías, al comenzar la escena novena, pronunció el grito “¡Viva la tierra que produce la caña!!!”, reaccionando el público asistente a la función con un vitoreo espontáneo, escuchándose gritos de “Viva la Independencia”, “Viva Cuba Libre” y “Viva Carlos Manuel de Céspedes”.


Los elementos paramilitares de los voluntarios, que estaban a la espera, tomando ron en las inmediaciones del teatro, incluso en el cercano foso de la muralla, irrumpieron fuertemente armados en el interior de la sala disparando a mansalva y agrediendo a sablazos al público asistente y a todo aquel que encontraron a su paso dentro del teatro, logrando así desalojarlo; dejando varios muertos y numerosos heridos. La administración española nunca proporcionó cifras oficiales de víctimas; hasta hoy se desconoce el número real. No hay cifras ciertas ni de las del hecho en si mismo ni sobre quienes murieron en los días posteriores a consecuencia de las heridas recibidas en la acción desarrollada por los paramilitares. Lo que sí se sabe es que el hecho cubrió de luto a La Habana y, extensivamente, a Cuba.



JOSÉ MARTÍ

Se ha dicho que José Martí estaba en el Teatro Villanueva o en las inmediaciones, repartiendo su periódico “El Diablo Cojuelo” (cuyo único número, realizado junto a Fermín Valdés, había sido publicado el 19 de enero) cuando se produjeran estos hechos.

Sin embargo, de otras fundadas opiniones resulta que no fue así.

Eduardo Robreño Duprey (La Habana 23 sep 1911-Ib. 24 jun 2001), periodista, comentarista cultural, crítico y autor teatral, sostuvo que “…Martí no se encontraba entre los asistentes a la función del 22 de enero de 1869 en el Teatro Villanueva por varias razones: Porque en esa época no era costumbre que un joven de solo quince años fuese al teatro sin la compañía de su familia y además, está comprobado que esa noche trágica se encontraba (…) en el colegio de Mendive, revisando y dando los últimos toques a ‘La Patria Libre’, nombre que le daba al periódico que días después publicó y tuvo la vida efímera de un solo número”.

Martí no anduvo esa noche repartiendo su periódico por la calle. Estaba en casa de su maestro Rafael María de Mendive y Daumy, en la casona alquilada del Paseo del Prado 88 (actual núm. 266 del Paseo de Martí), entre Ánimas y Trocadero, cerca del Teatro (donde coexistieran la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal de Varones, de la que era director y el Colegio San Pablo (privado) del mismo Mendive); donde Micaela Nin, esposa del maestro, se hallaba de parto.

Los voluntarios llegaron ante el portón de la casa, dispararon contra él e improvisaron una fogata. Finalmente fueron dispersados por soldados del Ejército de España.

En la madrugada se escucharon aldabonazos en la puerta de la casa del maestro. Era doña Leonor Pérez Cabrera, la madre de José Martí, que había hecho un largo y peligroso trayecto desde Guanabacoa, buscando a su hijo desde el momento en que supiera de los graves hechos del Teatro Villanueva.

Martí describiría los hechos por escrito, tiempo más tarde, recordando que “…No basta que sobre un teatro indefenso y repleto, sobre mujeres y hombres y niños, se haya lanzado a un tiempo una muralla encendida de fusiles….ni los horribles días de enero que llenaron de cadáveres asesinados la calzada de Jesús del Monte y las calles de Jesús María y las que mi madre atravesó para buscarme, y pasando a su lado las balas, y cayendo a su lado los muertos, la misma horrible noche en que tantos hombres armados cayeron el día 22 sobre tantos hombres indefensos! Era mi madre: fue a buscarme en medio de la gente herida, y las calles cruzadas a balazos, y sobre su cabeza misma clavadas las balas que disparaban a una mujer, allí en el lugar aquel donde su inmenso amor pensó encontrarme!..." (‘El parte de ayer’, José Martí, en la Revista Universal, Ciudad de México, 21 de marzo de 1875)

Dos décadas más tarde, al publicar en Nueva York su libro de “Versos Sencillos” Martí rememoró el episodio y lo dejó plasmado en forma de rima:


XXVII

El enemigo brutal nos pone fuego a la casa: el sable la calle arrasa, a la luna tropical.


Pocos salieron ilesos del sable del español: la calle, al salir el sol, era un reguero de sesos.


Pasa, entre balas, un coche: entran, llorando, a una muerta: llama una mano a la puerta en lo negro de la noche.


No hay bala que no taladre el portón: y la mujer que llama, me ha dado el ser: me viene a buscar mi madre.


A la boca de la muerte, los valientes habaneros se quitaron los sombreros ante la matrona fuerte.


Y después que nos besamos como dos locos, me dijo: "¡Vamos pronto, vamos, hijo: la niña está sola: vamos!"


José Martí, Obras Completas, edición crítica- Poesía-volumen 3, To. 16 / Versos sencillos XXVII ‘El enemigo brutal’ - Tomo 14, página 142 / Edición del Centro de Estudios Martianos, Ministerio de Cultura de la República de Cuba (La Habana) y del CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Buenos Aires).



RAFAEL MARÍA DE MENDIVE

Aquellos sucesos desencadenaron el terror contra los patriotas. Fueron saqueados el palacio de Miguel Aldama y la casa de Leonardo Montes; el café de El Louvre fue atacado a tiros. Los artistas involucrados en el espectáculo se marcharon al exilio. El bufo se prohibió en la Isla y solo después de cuatro años se permitió alguna obra de manera eventual.

Tras los hechos del 22 de enero se desató una cacería de patriotas cubanos e incluso peninsulares (que los había), que no habían querido alzarse contra la tierra que les dio el pan y a quienes dio hijos, en palabras de Martí, en la biografía de su maestro Rafael María de Mendive. Muchos fueron apresados. Mendive fue uno de ellos, siendo encarcelado e internado en la prisión del Castillo del Príncipe siendo acusado de ser su casa centro de reuniones patrióticas; siéndole impuesta la pena de cuatro años de confinamiento en España. Su Colegio San Pablo, que fuera fundado en 1867, fue clausurado.

En España, Mendive logró burlar el control español y el maestro poeta, sembrador de ideas, pudo embarcarse y llegar a Nueva York, donde residió entre 1869 y 1878; colaborando en varias publicaciones de lengua española y alentando la causa separatista; lucha en la que perdería la vida su hijo Luis.

Mendive regresó a Cuba al firmarse la Paz del Zanjón (1878). Entre diciembre de 1878 y marzo de 1879 dirigió el “Diario de Matanzas” y siguió escribiendo colaboraciones para publicaciones en lengua española de otros países. En 1883 apareció la tercera edición de sus “Poesías”.

En el año 1866, enfermó mientras dirigía el colegio San Luis Gonzaga, de Cárdenas (Matanzas). Fue trasladado a La Habana, donde falleció el 24 de noviembre de ese año. El 20 de diciembre se le rindió póstumo homenaje en el Teatro Tacón, participando destacadas personalidades de la cultura cubana de la época.

El Teatro Villanueva, clausurado en 1869, fue convertido en casa de vecindad; demoliéndose la mayor parte del edificio en 1887.

Al tiempo de la Independencia de Cuba, en 1902, era propietario el comerciante y banquero Leopoldo Carvajal y Zaldúa, marqués de Pinar del Río, quien vendió ese año el terreno del que era dueño, en el que antes estuviera el Teatro Villanueva.

En los últimos años de las luchas por la Independencia y de la guerra hispano- estadounidense y su secuela, entre 1896 y 1902 grupos de negocios de los EE.UU. y Gran Bretaña compraron famosas marcas cubanas del sector tabacalero, en adquisiciones que incluían todas sus pertenencias y la totalidad de sus fincas urbanas y rústicas, vale decir, las fábricas y las vegas.

Los trusts reconcentraban las operaciones en nuevos locales. Así lo hizo la American Tobacco Company, poderosa empresa estadounidense propietaria de numerosas fábricas de tabacos, cigarrillos, picadura y rapé, vinculada a la Havana Commercial Company, otra poderosa empresa del sector. Fue esta compañía la que comprara a Leopoldo Carvajal y socios la famosa marca de tabacos Hija de Cabañas y Carvajal, con ocho marcas anexas y tres más de cigarrillos, constituyéndose así otra empresa subsidiaria del gran trust americano mencionado y a la que pusieron por nombre H. de Cabañas y Carvajal Cigar Company.

Los representantes de la compañía compradora L. Stuart Houston (apoderado) y Herman Lerroy Corey (agente), en su carácter de apoderado y agente respectivamente de dicha sociedad, declararon que mediante licencia que el Municipio concediera con fecha 31 de enero de 1902, sobre dicho terreno la sociedad que representan fabricó a sus expensas un nuevo edificio, el que se conocería como el de la tabaquería "La Corona".

Varias de las marcas del trust se concentraron en este nuevo edificio de hierro y cemento, que en el principio se conociera entre los tabaqueros como “La Casa de Hierro”, por haber ser el primero de este tipo construido en La Habana. Denominación que poco después comenzó a cambiarse por la de “El Panteón”, ya que era el lugar donde se iban “enterrando” muchas de productoras que antes habían sido orgullo de la industria tabacalera cubana. La American Tobacco Company también instaló allí sus oficinas principales.




DÍA DEL TEATRO CUBANO

Desde 1980 Cuba considera la efeméride del 22 de enero como el “Día del Teatro Cubano”, en tributo a los que se afanaron por refrendar la identidad nacional y cultivar un teatro diferenciador, sustentado en un sentido patriótico, inédito hasta entonces en la tradición escénica cubana

La Sección de Crítica de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba decidió dar la denominación “Villanueva” a los reconocimientos que otorga a los montajes más relevantes de cada año.

La Habana celebra la Jornada Villanueva desde principios de enero, con una amplia gama de actividades auspiciadas por el Consejo Nacional de las Artes Escénicas.

Enrique F. Widmann-Miguel / IberInfo-Buenos Aires




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