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España y la crisis de 1898. La caída del imperio donde nunca se ponía el sol

Los acontecimientos de 1898 provocaron un cambio profundo, no sólo en el plano geopolítico, sino en los sentimientos, en la forma de vivir y de pensar de los españoles de aquella época. Desde mediados del siglo XIX, Estados Unidos, impulsado por intereses económicos y alegando la defensa de las libertades, había tratado de eliminar la presencia española en territorios extraeuropeos.

En los primeros meses de 1869 el general Daniel Edgard Sickles, enviado extraordinario y Ministro Plenipotenciario de los Estados Unidos de América ante el Reino de España, propuso al presidente del gobierno español, Juan Prim y Prats, la compra de la isla de Cuba por parte de su país. La oferta estadounidense fue rechazada de plano, no lográndose tampoco un acuerdo con los grupos independentistas que, con apoyo norteamericano, se habían movilizado abiertamente en Cuba.

El gobierno español endureció su posición en el territorio caribeño, tomando nuevas medidas a partir de 1873 para frenar el accionar de la guerrilla revolucionaria.

Estados Unidos, aprovechando el estado de confusión que vivía España tras la abdicación de Amadeo I y la proclamación de la Primera República, comenzó a hacer llegar armas y pertrechos a los revolucionarios cubanos.

El 31 de octubre de 1873, cerca de Santiago de Cuba, la fragata española “Tornado” detuvo, abordó y requisó al buque estadounidense “Virginius”, comprobando que transportaba armas y municiones para los independentistas cubanos.

El "Virginius", bautizado originariamente como “Virgin”, había sido construido en el año 1864 para la marina de los Estados Confederados por el astillero escocés de Aitken & Mansel of Whiteinch (cerca del ahora Clyde Tunnel de la A 739 route, en el río Clyde), en Glasgow. Durante la Guerra Civil estadounidense fue expresamente destinado a quebrar el bloqueo en la ruta de navegación La Habana (Cuba)- Mobile (Alabama), al servicio de la Confederación.

Era un barco de vapor, con ruedas de propulsión laterales; tenía mas de 200 pies (61 metros) de longitud, 10 pies (3 metros) desde el agua a la cubierta y un desplazamiento de 491 toneladas (445 toneladas métricas); siendo su velocidad considerable, debido a sus poderosos motores. La nave hizo varios viajes entre La Habana (Cuba) y Mobile (Alabama), atravesando el bloqueo, antes de ser capturada, cargada de algodón, por las fuerzas de la Unión, en Mobile.

En los siguientes cinco años, su propiedad alternó entre el gobierno de los Estados Unidos e intereses privados, siendo vendido en 1870 a John F. Patterson, aliado a los oatriotas cubanos, quien actuara como agente del general Manuel Quesada y la Junta Cubana de New York. Patterson y sus colegas repararon la nave y volvieron a registrarla bajo el nombre “Virginius”, siendo originalmente capitaneada por Francis Sheppherd.

Entre 1871 y 1873 fue utilizado para transportar armas, equipos y hombres para apoyo de los patriotas independentistas de Cuba en su lucha contra el colonilismo español; haciéndolo no solo desde puertos de los EE.UU, sino también desde otros paises, como ocurriera en 1871, cuando el entonces presidente de Venezuela Antonio Guzmán Blanco (Antonio José Ramón de La Trinidad y María Guzmán Blanco, "El Ilustre Americano"), apoyara la llamada "Expedición Venezolana de la Vanguardia" que, al mando del brigadier cubano Rafael de Quesada partiera desde Venezuela a bordo del "Virginius", desembarcando en el departamento Oriental de Cuba el 17 de junio . En esta expedición fueron transportados 200 hombres, la mayoría venezolanos, con 600 armas, municiones y 40 mulas. Combatieron y resultaron victoriosos en el combate de Sabanas del Ciego (Camagüey), en el que las fuerzas españolas fueron diezmadas.

En 1873 el "Virginius" zarpó nuevamente de Puerto Cabello (Venezuela), con la llamada "Expedición Bolívar", encabezada por Rafael de Quesada y el general José Miguel Barreto al frente del contingente combatiente. La nave recaló en el puerto de Colón (Panamá), de donde salió el 2 de julio de 1873 rumbo a Cuba. En la ensenada de Mora, Pilón, al sur de la provincia Oriental, la Expedición Bolivariana entrega a los mambises otro valioso cargamento de armas y pertrechos. De los 130 expedicionarios, solo 27 eran extranjeros, la mayoría venezolanos.



No era un navío desconocido para la Armada española, que tenía información sobre la nave y de su misión.

Estuvo cerca de ser apresado por los españoles en Aspinwall -entonces Colombia (ahora Colón, actual capital de la provincia panameña de Colón-, que no se llegó a concretar debido a la presencia de un buque armado de los EE.UU.. que le brindara apoyo, ya que navegaban bajo la misma bandera.


La nave era considerada por España como pirata, habiendo pasado por otros episodios de ajustados escapes.

En 1872 el vapor de la Armada “Pizarro”, interinamente a cargo de D. Segismundo Bermejo y Merelo (quién fuera posteriormente Ministro de Marina, ya con el grado de contraalmirante) cumpliendo la misión de custodiarlo, por tratarse de una nave filibustera que aprovisionaba de armas y municiones a los rebeldes cubanos, lo encontró ostentando el pabellón de los Estados Unidos y lo tuvo bajo permanente vigilancia en Puerto Cabello (Venezuela). Fue en esas circunstancias que arribó al puerto venezolano un buque de guerra estadounidense, con evidente intención de proteger y convoyar al “Virginius”, como ya había ocurrido en otras ocasiones. El comandante del “Pizarro” puso a su nave en condiciones de combate y envió una nota al comandante del buque de guerra de los Estados Unidos, conminándole que saliese a la mar sin demora, ya que el “Pizarro” estaba dispuesto a impedir que, faltando a las leyes internacionales, se diera protección a un barco enemigo de España. La nota produjo el efecto deseado y el buque de guerra americano dejó Puerto Cabello, quedando el “Virginius” sujeto a la estrecha vigilancia del “Pizarro” (1).

El vapor salió de Kingston (Jamaica), dirigiéndose a Port-au-Prince, en Haití, donde, el 27 de octubre fue cargado con 500 rifles, 400 revólveres, 600 machetes, varios cañones, medicinas, ropas y municiones para el Ejército Libertador de Cuba. Para entonces, los espías españoles en Kingston ya habían avisado a su comando en Cuba de la partida y el vapor fue avistado por el buque de guerra “Tornado” cerca de la costa cubana.

El “Virginius” no acató la orden de detención, poniendo proa hacia Jamaica, con el “Tornado” detrás. A seis millas de la costa de Jamaica, vale decir, definitivamente dentro de aguas británicas, el “Tornado” cañoneó al “Virginius”, forzándolo a detenerse y procediendo al abordaje. Los tripulantes y pasajeros, en su totalidad, fueron arrestados bajo la acusación de piratería, siendo llevados a Santiago de Cuba (2).


El brigadier gobernador comandante general de Santiago de Cuba, general Juan Nepomuceno Burriel, estableció inmediatamente un consejo de guerra verbal en la fortaleza de Dolores el 2 de noviembre de 1873, decidiéndose fusilar a casi toda la tripulación, como también lo fueron los rebeldes apresados en otras circunstancias. Primero fusilaron a cuatro altos oficiales de las fuerzas independentistas cubanas, incluidos el propio general Bernabé "Bembeta” Varona Borrero y el general Pedro María de Céspedes y López del Castillo, hermano del Padre de la Patria cubana Carlos Manuel Perfecto del Carmen de Céspedes y López del Castillo, el 4 de noviembre de 1873 (3).

Cabe tener en cuenta que Burriel tenía órdenes recibidas desde el Ministerio de la Guerra en Madrid, de no aplicar ninguna condena de muerte sin el consentimiento del Gobierno Español, presidido en aquellos momentos por Emilio Castelar.


Siguieron los fusilamientos de otros mambises (guerrilleros independentistas), hasta que el 8 de noviembre el capitán del Virginius, Joseph Fry y 36 miembros de la tripulación fueron fusilados por la espalda. El día anterior habían sido fusilados otros 12 tripulantes (4). La cifra llegó a 53 fusilados: 34 estadounidenses y 19 británicos (5).

Burriel fue obligado a parar las ejecuciones. Al respecto, hay dos versiones. Según la mayoría de los historiadores, el capitán de la fragata inglesa “Niobe”, sir Lambton Loraine, entró a la bahía de Santiago de Cuba y amenazó a Burriel con abrir fuego contra la ciudad si fusilaba a más personas.

Según ésta versión, hacia el mediodía del 8 de noviembre 1873 el buque de guerra británico “Niobe”, comandado por Sir Lambton Loraine, llegó al puerto de Santiago de Cuba, proveniente de Kingston (Jamaica), donde habían llegado noticias de los fusilamientos, entre ellos, los de ciudadanos británicos.

El Comandante Loraine envió inmediatamente el siguiente mensaje a Burriel:

“Comandante Militar de Santiago - Señor: No tengo ningunas órdenes de mi gobierno, porque él no está enterado de lo qué está sucediendo; pero tomo la responsabilidad y estoy convencido que mi conducta será aprobada por su majestad Británica, porque mis acciones son pro la humanidad y pro la civilización, exijo que usted pare esta carnicería terrible que está ocurriendo aquí. No creo que necesito explicar cuáles serán mis acciones en caso de que mi demanda no sea atendida. (firmado) Lambton Loraine.”


Loraine personalmente entregó la comunicación y no salió de la oficina del gobernador militar hasta recibir una contestación satisfactoria. Burriel había decidido en su orden, para que el castigo fuera más ejemplar, que no se fusilarían a todos los individuos el mismo día, sino parcialmente, cada día. La ciudad se estremecía día a día con el sonido de las descargas de los fusilamientos, seguido de de las campanas de iglesia. La intervención de Loraine paró las ejecuciones inmediatamente y así su acción salvó a muchos cubanos, americanos y británicos. Una vez obtenida la promesa del gobernador de parar las ejecuciones, Loraine salió del palacio del Gobernador. Al retirarse, en la puerta del palacio saludo con un movimiento de cabeza al gobernador, quien le tendió su mano. El comandante británico no tocó la mano extendida, diciéndole al intérprete, Isidoro P. Agostini y Cortes: "Dígale usted que no doy la mano a asesinos". "¿Que dice?", preguntó Burriel al intérprete quien, ante la posición delicada, se limitó a responder: "Habla de asuntos indiferentes".

Según otra versión, fue el capitán estadounidense William Barker Cushing, del USS "Wyoming” quién anunció que atacaría los cuarteles militares de Santiago si los fusilamientos no cesaban. De hecho, cesaron los fusilamientos.

Posteriormente, España tuvo que pagar indemnización a Gran Bretaña y a los Estados Unidos por los ingleses y norteamericanos fusilados; indemnización que ya se había comenzado a reclamar a poco de ocurridos los hechos (6).

El 9 de diciembre de 1873 se intentó incendiar el “Virginius” con aguarrás y petróleo. Con el proyecto en vías de ejecución, fue apresado el presunto autor, no llegando a consumarse (7).

Los fusilamientos provocaron una fuerte campaña belicista en los Estados Unidos, animada por la prensa intervencionista, que solo disminuyó en alguna medida tras la devolución del buque y la liberación de los tripulantes sobrevivientes.

Como resultado de un acuerdo diplomático entre los gobiernos de los Estados Unidos y España, el “Virginius” fue devuelto a Estados Unidos. Para ello, el 12 de diciembre de 1873, arrastrado por un remolcador, escoltado por el vapor de guerra “Isabel la Católica” al mando de D. Ángel Topete y el “Tornado”, que fuera el aprehensor, el “Virginius” tuvo que ser remolcado mar afuera desde el puerto de Santiago, debido a su mal estado.

Fue llevado por marineros españoles hasta Bahía Honda, 60 millas al oeste de La Habana, donde se procedió a la entrega al navío estadounidense USS "Despatch”, comandado por el Teniente Comandante Rodgers, el martes el 18 de diciembre de 1873.

Debido a la mala condición de la nave, el “Despatch” tuvo que remolcar al “Virginius” hacia las Dry Tortugas, en la Florida, rumbo a su destino final, Nueva York.

Debido a los aumentos de entradas de agua, el fallo de sus calderas que detuvo el funcionamiento de las bombas de agua y el rápido deterioro de las condiciones del tiempo, el “Virginius” se hundió durante una tormenta, a las 4:17 PM del 26 de diciembre de 1873 en aguas atlánticas, cerca de Cape Hatteras (North Carolina). Otras versiones sostienen que el “Virginius” se hundió cerca de Cape Fear (North Carolina), al sur de Cape Hatteras y que el barco descansa en el fondo del mar muy cerca de Oak Island (North Carolina) (8).

El 3 de diciembre de 1873, un grupo de sobrevivientes del “Virginius” fue entregado a Sir Lambton Loraine, comandante del buque de guerra británico “Niobe”.

El 18 de diciembre de 1873, España dispuso poner en libertad a los prisioneros que quedaban y pagó $80.000, destinados a los familiares de los que habían sido fusilados.

Ese día, ante la habanera fortaleza del Morro, los restantes sobrevivientes del “Virginius” fueron entregados al comandante de la corbeta de guerra estadounidense “Juniata”, Daniel Lawrence Braine.

El 29 de diciembre, un despacho telegráfico de la Agencia Fabra informaba sobre la llegada a Nueva York de los 102 tripulantes y pasajeros del “Virginius” devueltos por España (9).

En 1876 el general Arsenio Martínez Campos, que había sofocado a los grupos carlistas en el norte de España, fue puesto al frente de las fuerzas españolas en Cuba. Comandando un ejército de 20.000 hombres, Martínez Campos derrotó a los rebeldes en Oriente y Las Villas, llegando a un acuerdo con los sectores moderados; acuerdo que contemplaba un indulto general y medidas de reforma político-administrativas, para hacer posible el autogobierno.

El 10 de febrero de 1878 se firmó la Paz de Zanjón y se dio por concluida formalmente la llamada guerra de los Diez Años; cesando las hostilidades poco tiempo después (10).

En agosto de 1879, transcurrido poco más de un año desde los acuerdos de Zanjón, se produjo un nuevo levantamiento contra las autoridades españolas, en la provincia de Oriente. Este brote independentista estaba encabezado por José Maceo, Guillermo Moncada, Calixto García y otros jefes de la rebelión anterior. Sin el apoyo de la población, el movimiento fue rápidamente sofocado por el general Camilo García de Polavieja y del Castillo-Negrete, Marqués de Polavieja.

Poco tiempo después de aprobarse en Madrid el proyecto de autogobierno de la isla y con el naciente imperialismo estadounidense como telón de fondo, estalló otro movimiento revolucionario en Cuba. José Martí, nuevo y reconocido líder, tomó la conducción de la insurrección. El 24 de febrero de 1895, con el llamado Grito de Baire, comenzaron las hostilidades entre los independentistas y las tropas españolas (11).

En 1896, el Gobierno español sustituyó como Gobernador de Cuba al general Arsenio Martínez-Campos Antón, por Valeriano Weyler y Nicolau, marqués de Tenerife y duque de Rubí, que siguió la lucha sin tregua. Los insurrectos perdieron en esta fase de la guerra a Antonio Maceo y Máximo Gómez, debiendo replegarse ante el empuje del Ejército español. El accionar enérgico -e incluso perverso respecto de la población civil- por parte de Weyler, fue utilizado por la prensa estadounidense, ansiosa de legitimar una intervención militar.

En octubre de 1897 el presidente del gobierno español Práxedes Mateo Sagasta cesó a Weyler y nombró en su lugar a Ramón Blanco y Erenas, Marqués de Peña Plata, a la vez que, buscando pacificar la isla, concedía la autonomía plena a los cubanos.

Hacia fines de 1898, el nuevo gobierno norteamericano presidido por William McKinley, utilizando viejas fórmulas, hizo nuevas propuestas con el objetivo de anexar a Cuba; para ello, propuso la compra de la isla por un monto de 300.000.000 millones de dólares, oferta que fue rechazada, comenzando a considerarse que la anexión por vías pacíficas era imposible.

El 12 de enero de 1898 el periódico cubano “El Reconcentrado” publicó un polémico artículo titulado “Fuga de pícaros”, en el que se hacía referencia a la salida de la isla de varios colaboradores del general Weyler. Un grupo de oficiales españoles se manifestó frente al periódico y destrozó sus instalaciones; dejando también señales de su paso en la sede del periódico “La Discusión” y en los talleres de “El Diario de la Marina” (12).

El representante estadounidense en La Habana, William Henry Fitzhugh Lee, solicitó la presencia de un buque de guerra para defender los intereses norteamericanos. Ante ello, el gobierno de McKinley dispuso que el “Maine” tomara rumbo a Cuba, con la justificación de una visita amistosa.

El 9 de febrero, la publicación de una carta del embajador español en Washington, Enrique Dupuy de Lôme, que criticaba duramente al presidente McKinley, agravó la tensa crisis diplomática entre España y los Estados Unidos (13).

En enero de 1898, Estados Unidos, con el pretexto de proteger a los ciudadanos estadounidenses en Cuba, envió a la capital cubana un acorazado, el USS “Maine”.

Retribuyendo la visita, España enviaba al puerto de Nueva York al crucero “Vizcaya”. Durante su travesía se desarrolló la crisis diplomática, que provocó el remplazo del embajador de España y se produjo la voladura del “Maine”.

El “Maine” entró al puerto habanero el 25 de enero, a las 11 de la mañana.

Este buque acorazado pre-dreadnought, de Segunda Clase, había sido construido a partir del 17 de octubre de 1888 y botado el 18 de noviembre de 1889. Era de acero y tenía una eslora de 97,23 metros, manga de 17,37 metros y 6,55 metros de calado. El desplazamiento era de 6,682 toneladas y contaba con dos máquinas de vapor de triple expansión de Quintard Iron Works, que con 9293 HP, le daban una velocidad de 16,45 nudos.

Estaba armado con cuatro cañones de 10 pulgadas, seis cañones de 6 pulgadas, siete cañones de 6 libras y cuatro tubos lanzatorpedos de 14 pulgadas; tenía una reserva de carbón de 822 toneladas.

Su tripulación la componían 34 oficiales y 379 hombres; al frente del mismo estaban el comandante Mr. Charles Dwigh Sigsbee y segundo comandante Richard Wainwright.

El capitán del Maine, Charles Sigsbee, era un marinero experimentado que había luchado en el bando federal durante la Guerra Civil y participado en la batalla de Mobile Bay. Aunque tenía algunos puntos negros en su expediente, como un accidente en el puerto de Nueva York y algunas reprimendas por descuidar la seguridad y la higiene en los barcos que gobernaba. Cuando se produjo la explosión Sigsbee llevaba menos de un año al mando de su nuevo barco.

Ancló en la boya 4 del área portuaria reservada a los buques de guerra, en la Bahía de La Habana.

Poco después de las 9.40 de la noche del 15 de febrero el navío saltaba por los aires (14).

William Anthony, marinero del “Maine”, reportó inmediatamente el hecho al capitán Sigsbe, haciéndolo en los siguientes términos: "Excuse me sir - I have to report that the ship has been blown up and is sinking" ("Disculpe, señor - Tengo que informar que el buque ha sido volado y se está hundiendo").

El propio capitán Sigsbee, superviviente del hundimiento del barco, escribió el telegrama alertando de la explosión a la base naval de Cayo Hueso. En él se informaba escuetamente del hundimiento del barco, de la cordialidad de las autoridades españolas y la sorprendente noticia de que no había bajas entre los oficiales del barco.

Los botes del crucero “Alfonso XII”, que se encontraba bajo el mando del capitán de navío D. Manuel Elisa, del cañonero de la Armada “Antonio López” y de diversos buques mercantes amarrados en las cercanías, que abnegadamente se acercaron a prestar auxilio, pudieron salvar la vida de un centenar de tripulantes del “Maine”.

Las víctimas fueron 266 marineros chinos, irlandeses, mallorquines y estadounidenses que integraban la tripulación. Algunas versiones indican que entre los fallecidos figuraban dos oficiales.

La voladura del navío, probablemente provocada por los propios estadounidenses, fue utilizada como casus belli para declarar la guerra al gobierno español. Se inició así la Guerra Hispano-estadounidense.

En abril de 1898 Estados Unidos, que intervenía abiertamente, apoyando a los rebeldes, bloqueaba la isla.

El 19 de mayo, la escuadra del almirante Pascual Cervera y Topete, que había recalado en Martinica, entró en Santiago, forzando el bloqueo.

El 6 de junio los estadounidenses tomaron Guantánamo, habiendo sufrido graves pérdidas en Caney y en la Loma de San Juan.

El 3 de julio el almirante Cervera, obedeciendo órdenes del Gobernador Ramón Blanco y Erenas, se enfrentó a la escuadra norteamericana, cuatro veces superior en número y mucho más moderna, en el denominado combate de Santiago de Cuba. Tras cuatro horas de combate, la flota de Cervera fue totalmente destruida.

El 17 de julio se rendía La Habana.

España capituló en agosto y en diciembre, en el palacio del Quai d'Orsay, en la capital de Francia, quedaba concluido el Tratado de París, por el que se reconocía, entre otros puntos, la independencia cubana.

William Anthony, el marinero que reportara al capitán Sigsbee la explosión y hundimiento del Maine, el 24 de noviembre de 1899 ingirió una excesiva dosis de cocaína a la entrada de Central Park en Nueva York, que le causó el deceso en el Presbyterian Hospital de esa ciudad. Sus restos fueron inhumados cinco días mas tarde en el Evergreens Cemetery, situado en la zona limítrofe entre Brooklyn y Queens, Nueva York (15).

En Merchants’ Gate, la entrada suroeste del Central Park de New York, se encuentra un monumento dedicado a los 260 marinos estadounidenses que murieron en la controvertida explosión del “Maine”.

En La Habana, otro monumento recuerda la tragedia del “Maine”. Se erige en El Vedado, frente al Malecón, cerca del Hotel Nacional.

Mucho más tarde, después de exhaustivas investigaciones, expertos estadounidenses afirmaron que la explosión del Maine había sido accidental.

En 1976, el almirante Hyman George Rickover, director del programa estadounidense de reactores nucleares, considerado como el padre de la Armada nuclear de ese país, sorprendió a la opinión pública con las conclusiones a las que arribara su equipo de investigación, concluyendo que la más probable causa del desastre, fue la producción de fuego espontáneo en un depósito de carbón, contiguo a un polvorín de la nave (16).

El año 1898 supuso las pérdidas de los últimos territorios españoles de ultramar: Por el Tratado de París, Cuba dejaba de se española; mientras que Puerto Rico, el puerto y la ciudad de Manila (Filipinas) y Guam, eran cedidos a los Estados Unidos, que poco después establecía un gobierno militar en el archipiélago filipino.

El año siguiente, 1899, las islas Marianas y Carolinas, eran transferidas a Alemania. Dejaba de existir el imperio donde nunca se ponía el sol.

La hecatombe generó una exigencia de reforma y un replanteo sobre la realidad de España y su rol en el plano político internacional. Surgió, además, una brillante etapa para la cultura española, plasmada en las generaciones del 98 y del 27, con intelectuales, pensadores y grandes hombres de la literatura, como Miguel de Unamuno; José Augusto Trinidad Martínez Ruiz, "Azorín"; José Ortega y Gasset; Juan Ramón Jiménez; Ramiro de Maetzu; Pío Baroja, entre los primeros y Vicente Aleixandre; Rafael Alberti; Jorge Guillén y Federico García Lorca, entre los representantes de la Generación del 27.

En el siglo XX España llegó a ocupar una relevante posición en el escenario internacional, con indudable presencia e influencia en el continente americano, con idioma, costumbres, tradiciones e historia en común, sólidas bases para la integración.

Al cerrar estas líneas, lo hago con una frase de las palabras pronunciadas por S.M. el Rey Don Juan Carlos, el 11 de febrero de 1998, al recibir la Gran Cruz de la Orden de los Caballeros de Rizal, en Manila, Filipinas, en el marco de los actos conmemorativos del centenario de su independencia de España: "…es la hora de no demorarnos en las penas de ayer, que no podemos cambiar, sino más bien de construir juntos el futuro que nos corresponde…" (17).


© Enrique F. Widmann-Miguel / IberInfo -Buenos Aires



REFERENCIAS:

(1) -“El mundo naval ilustrado”, Madrid, 15 de octubre de 1897, pag. 19.


(2) - “Revista de España”, Nº 35, Madrid, noviembre de 1873, pags. 478 y sigs. / “La Esperanza”, Madrid, 6 de noviembre de 1873, pags. 2 y 3.


(3) -“La Iberia”, Madrid, 11 de noviembre de 1873, pag. 2.


(4) -“La Época”, Madrid, 17 de noviembre de 1873, pag. 1.


(5) –“Galveston Daily News”, Houston, Texas-EE.UU., 19 de mayo de 1877.


(6) -“La Época”, Madrid, 20 de junio de 1874, pag. 1.


(7) -“La Correspondencia de España”, Madrid, Nº 5879, 4 de enero de 1874, pag 2.


(8) -“La Correspondencia de España”, Madrid, Nº 5879, 4 de enero de 1874, pag. 2


(9) -“La Correspondencia de España”, Madrid, 31 de diciembre de 1873, pag. 2 / “La Época”, Nº 7753, Madrid, 31 de diciembre de 1873, pag. 3 / “Diario Oficial de Avisos de Madrid”, 1 de enero de 1874, pag. 4)


(10) -“El Globo”, Madrid, 7 de marzo de 1878, pag. 2 / “La Iberia”, Madrid, 7 de marzo de 1878, pag. 1.


(11) -“El Día”, Madrid, 28 de febrero de 1895 / “El Imparcial”, Madrid, 1 de marzo de 1895.


(12) - “La Correspondencia Militar”, Madrid, 13 de enero de 1898, pag. 3 / “El Día”, Madrid, 13 de enero de 1898, pag. 3 / “El Año Político”, Madrid, 1898, pag. 16).


(13) -“El Año Político”, Madrid”, 1898, pags. 44, 46, 48, 49, 53 / “El Correo Militar”, Madrid, 10 de febrero de 1898, pag. 3.


(14) -“El Año político”, Madrid, 1898, pags. 12, 23, 24, 25, 28, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56, 57, 58, 59, 60, 61, 62, 68, 69, 77, 85, 86, 87, 88, 89, 97, 98, 99, 100,101, 102, 103, 104, 105, 106, 108, 112, 113, 116 / “El Correo Militar”, Madrid, 16 de febrero de 1898, pag. 3 / “La Iberia”, Madrid, 16 de febrero de 1898, pag. 3).


(15) -“Salt Lake Semi Weekly Tribune”, 28 de noviembre de 1899).


(16) - How the Battleship Maine was destroyed. Hyman George Rickover. Rickover. Second Revised Edition. Annapolis, Maryland: Naval Institute Press (1995). ISBN 978-1-55750-717-4.

"Remember the Maine?", Thomas B. Allen, en National Geographic, Vol. 193, No 2 (February 1998), pags. 92–111.


(17) S.M. el Rey D. Juan Carlos, al recibir la Gran Cruz de la Orden de los Caballeros de Rizal, en Manila (Filipinas), el 11 de febrero de 1998. Casa Real, Actividades y Agenda, Discursos y en la “Revista española del Pacífico”, Asociación española de Estudios del Pacífico (AEEP)-Nº. 9. Año VIII. 1998. Colegio Mayor Universitario Ntra. Sra. de África, Madrid.



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