Julio de 1936: La tragedia de la guerra civil cae sobre España
En la memoria colectiva del mundo sigue presente y no se olvida el horror de la Guerra Civil española. Fue inevitable y tenía que comenzar en el año 1936, en una España que, de hecho, era un país fracturado. Abundaba la injusticia. El 70 por ciento de los 25 millones de españoles era analfabeto y apenas el 1 por ciento poseía el 51 por ciento de la tierra.
Ese uno por ciento se oponía a la reforma agraria propuesta por el Frente Popular, que aspiraba entregar al pueblo 45 millones de hectáreas.
Dice el historiador británico Stanley Payne, en su obra "Historia del fascismo español", que "La burguesía, en su mayoría, no consideraba necesario hacer concesiones a los obreros. En muchas regiones, las clases medias permanecían en un estado letárgico; su visión económica era, en general, muy limitada y aparte de la acción implacable de la oligarquía financiera, carecían de espíritu de iniciativa. Por encima de todo, eran egoístas. Sentían escaso interés por el presente o el futuro de su país, y no buscaron ninguna solución positiva al desequilibrio económico de la nación. Durante cierto tiempo el mismo atraso económico del país los protegió de los modernos conflictos sociales, pero también contribuyó a aumentar la violencia de la lucha de clases, cuando al fin estalló" (“Historia del fascismo, 1941–1945” Stanley George Payne, Ed. Planeta, Barcelona, 1995: ISBN 8408014706).
La polarización social era el rasgo más distintivo de España, cuando el 16 de febrero de 1936, el Frente Popular venciera al Frente Nacional en las elecciones parlamentarias. La derecha no lo puede creer. Sus reflejos son, sin embargo, rápidos. Intuye hacia donde marcha el país.
El 1 de mayo, más de 250.000 obreros desfilaban en Madrid. Entonaban 'La Internacional' y abundan los retratos de Lenin y Stalin. "Afirmo y la historia me dará la razón, que España será el segundo país en establecer la dictadura del proletariado", había dicho el primero en 1920.
Las tibias reformas que encaró el gobierno del Frente Popular aterrorizaron a la derecha. Algunos de los 400 generales que conducían al ejército (uno cada 100 soldados), comenzaron a conspirar.
La Iglesia jugó también su rol en el drama. Según Hugh Thomas, en "La Guerra Civil Española", tomo I, en los "…años '30 contaba la Iglesia con unos 20.000 religiosos, 60.000 monjas y 35.000 sacerdotes. Había casi 5.000 comunidades religiosas, de las cuáles 1.000 eran masculinas. Sin embargo, dos tercios de los españoles eran católicos no practicantes: es decir, aunque utilizaban las iglesias para bautismos, bodas y funerales, nunca se confesaban, ni iban a misa". (“La Guerra Civil española”, Hugh Thomas; Ed. Grijalbo, Barcelona, 1983- ISBN: 9788425306938). Los medios más tradicionales de la conducción eclesiástica miraban espantados a los sectores "liberales entregados a la causa de liberar a la enseñanza y a la cultura de la opresión del catolicismo", comenta Thomas. Esa conducción eclesiástica se pliega decididamente a la oposición del Frente Popular. El anticlericalismo responde furiosamente. Comete excesos. Arden iglesias y son asesinados algunos sacerdotes. Los obispos y cardenales se animan y empiezan a levantar la mano derecha. La señal es inequívoca. Adhieren así a una visión del mundo y de la resolución del conflicto social que ya estaba recorriendo el mundo: el fascismo.
Los españoles siguen dividiéndose. Los componentes más radicalizados del Frente Popular reclaman profundizar las medidas de gobierno. "Hay que destruir completamente al régimen jurídico y social que regula la vida del país", manifiesta la Federación Anarquista Ibérica. Llevan esa ponencia al congreso de la Central Nacional de Trabajadores. Allí se aprueba "como institución ideal la comuna libertaria, se propugna el amor libre, la selección eugenésica, se prohíbe la práctica pública de religión y se pide la abolición del ejército regular. Es decir, se sientan las bases para lo que pocos meses después será el despliegue de la utopía anarquista por media España en guerra", comenta Ricardo de La Cierva y Hoces, en "Historia básica de la España actual, 1800-1975" (Editorial Planeta, Barcelona, 1975; ISBN 8432056081)
Marzo, abril, mayo, junio, son meses violentos. Los jóvenes de la Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Rivera y los de la Confederación Española de Derechas Autónomas, se enfrentan a diario con los miembros de la izquierda. El 23 de junio, el entonces joven general Francisco Franco y Bahamonde, escribe a Casares Quiroga, jefe del Gobierno. Le manifiesta su preocupación por la grieta que se está produciendo en la sociedad española.
Los incidentes persistían. La sangre corría todos los días. Chocaban los extremos de ambos sectores. Era "la escalada de los extremos", como definiera el general prusiano Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz a esos momentos de tensión política previos al enfrentamiento. En junio, nadie podía dudar que las fuerzas reaccionarias hostiles al régimen democrático fomentaban cada vez más incidentes que pudieran usarse como justificación ante el mundo exterior, de la rebelión que se preparaba. La técnica fascista consistía en dividir al pueblo en dos clases: comunistas y fascistas:
"Puesto que los demócratas no eran fascistas, tenían que ser comunistas", sostiene en su libro "Misión en España", capítulo 16 “En vísperas de la rebelión” Claude Gernade Bowers, embajador de los Estados Unidos de América en Madrid, entre 1933 y 1939
(Título original: “My Mission to Spain”, primera publicación por Simon and Schuster, New York, 1954- En español: Ediciones Grijalbo, Barcelona, 1977; ISBN 978-84-25309-36-6); reedición año 2019, Arzalia Ediciones, S.L., Madrid, ISBN: 978-84-17241-38-4
El 12 de julio de 1936 hacía calor en Madrid. El teniente de guardia de asalto y militante del Partido Socialista Obrero Español, José Castillo, salió de su casa. Era mediodía. A los pocos metros cayó acribillado a balazos por cuatro pistoleros de la Falange. Sus compañeros respondieron. Fueron a buscar a José María Gil Robles, fundador de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Estaba de vacaciones. Marcharon entonces rumbo al domicilio del diputado José Calvo Sotelo, uno de los principales líderes de la derecha, dirigente del partido Renovación Española, de tendencia monárquica. Lo cargaron en un vehículo policial y a las dos cuadras lo asesinaron.
El 14 de julio hubo dos entierros en el cementerio del Este, de la capital de España.
Fueron dos reuniones políticas de distinto signo. Las últimas reuniones políticas que se realizaron en el país antes del estallido de la Guerra Civil.
Tres días después comenzaba la sublevación militar en Melilla (Marruecos español).
Las dos Españas se lanzaban al ruedo. Por un lado, una derecha homogeneizada.
Por el otro, la mezcla de los republicanos, socialistas, comunistas y anarquista.
MELILLA. EL ALZAMIENTO
Con la sublevación en el Norte de África comienza la guerra civil española
Entre los días 5 y 12 de julio una parte del Ejército de África realizó maniobras en el Llano Amarillo donde sus mandos terminaron de perfilar los detalles de la sublevación en el Protectorado español de Marruecos.
Las instrucciones del general Emilio Mola Vidal estipulaban que todas las unidades implicadas en el alzamiento estuvieran “dispuestas’’ el día 17 a las 5 de la tarde (el 17 a las 17 horas), para empezar el Alzamiento en Marruecos. En puntos clave de la península empezaría el día 18, y en otros sitios (incluida Pamplona), el 19. La noticia de la sublevación en Marruecos sembró la confusión entre los conspiradores de la península: ¿Tenían que atenerse a la fecha planeada, o también tenían que adelantar su actuación?
El 16 de julio el comandante Joaquín Ríos Capapé, siguiendo las órdenes del coronel Juan Bautista Sánchez, salió sin autorización de su acuartelamiento en Villa Jordana —cerca del Peñón de Vélez de la Gomera— al frente de su unidad. Fue aquella la primera unidad que se sublevó, incluso antes del comienzo de la sublevación militar. Ríos Capapé se dirigió a Villa Sanjurjo, población que logró tomar sin mayores dificultades.
Sin embargo, la acción que dio comienzo a la Guerra Civil Española sucedió en Melilla. La mañana del 17 de julio de 1936, los tenientes coroneles Juan Seguí Almuzara, Darío Gazapo Valdés (jefe de la Comisión de Limites de África que después se hiciera cargo del servicio de información) y Maximino Bartomeu; además del comandante Luis Zanón, el capitán Carmelo Medrano (quienes se harían cargo de la sección de operaciones), dos capitanes de la Guardia Civil y varios tenientes de la Legión, como Julio de la Torre Galán, los tenientes Comas, Tasso, Bragado, Samaniego y el teniente de ingenieros Manuel Sánchez Suárez, a quienes se les unieron varios falangistas comprometidos con la sublevación, celebraron una reunión en la Sala de Cartografía de la Comisión de Límites (Departamento de Cartografía) del Cuartel general del Ejército, para ultimar los planes.
El teniente coronel de Estado Mayor (R) Juan Seguí Almuzara (1888/1936), había pasado a ser, tras el retiro, jefe local de Falange en Melilla, donde se había instalado con negocios particulares; siendo el cabecilla de la trama golpista en el Marruecos oriental. Fue él quien comunicara a los conspiradores el momento en que comenzaría la sublevación: las 05:00 del 18 de julio.
Inesperadamente, uno de los dirigentes locales de Falange, Álvaro González, informó sobre los planes de la conspiración a un amigo suyo de Acción Republicana y este informó sin demora al general Manuel Romerales Quintero.
Por la tarde los oficiales golpistas volvieron a la sala de cartografía, donde habían hecho acopio de un arsenal clandestino de armamento. En ese momento llegó un grupo de guardias de asalto dirigido por el teniente Juan Zaro Fraguas (Jefe del Cuerpo de Seguridad), que ordenó a sus hombres rodear el edificio. Para los militares golpistas aquello supuso una desagradable sorpresa. Uno de ellos, el coronel Darío Gazapo, intentó impedir el registro, pero recibió por teléfono órdenes superiores del general Romerales para que permitiera el registro del edificio.
Gazapo ordenó al teniente del Tercio Julio de la Torre Galán que telefoneara a una unidad del Tercio de extranjeros cercana para que acudiera a auxiliarle. De la Torre Galán ordenó al sargento Joaquín Souza Olivera que se desplazara inmediatamente con unos cuantos legionarios (esta llamada fue el punto inicial de las acciones de la guerra civil).
Los legionarios llegaron a la Comisión y echando rodillas en tierra, encañonaron a la Guardia de Asalto. Ante esto y al verse en inferioridad de condiciones, el teniente de la Guardia de Asalto Juan Zaro decide rendirse y así evitar un baño inútil de sangre. Esto ocurría hacia las 4 de la tarde.
Mientras tanto, el teniente coronel (R) Seguí se dirigió al despacho del general Romerales y entró allí pistola en mano. En el interior se estaba produciendo una fuerte discusión entre los oficiales golpistas y los oficiales leales. El teniente coronel Seguí consiguió que el general Romerales se rindiera sin oponer resistencia. Acto seguido, los oficiales sublevados declararon el estado de guerra y ocuparon todos los edificios públicos de Melilla.
Inmediatamente, fueron clausurados la Casa del Pueblo y los demás centros de partido del Frente Popular; deteniendo, además, a los dirigentes republicanos y de izquierdas. En las cercanías de la casa del Pueblo y en los barrios obreros tuvieron lugar pequeños enfrentamientos, pero la rebelión había cogido por sorpresa a los trabajadores y estos carecían de armas. A partir de entonces en Melilla se impuso la ley marcial.
Romerales fue sometido a consejo de guerra y fusilado en el campo militar de Rostrogordo, a unos 3 kms. al norte del centro de la ciudad de Melilla.
RESISTENCIA EN LA BASE DE HIDROAVIONES DEL ATALAYÓN
La Base de Hidroaviones del Atalayón, estaba situada en la Mar Chica, a pocos kilómetros al sudeste de Melilla, en el actual territorio de Marruecos, con las poblaciones marroquíes de Nador y Beni Ansar (Aït Nsar), fronteriza con Melilla, en sus orillas.
El capitán Virgilio Leret Ruiz (1902-1936), fue uno de los pocos que logró resistir a los sublevados. Estuvo enfrentándolos durante varias horas hasta que agotó la munición, momento en que él y sus pocos hombres se vieron superados por los dos tabores de Regulares que fueron desplazados para tomar la base.
Leret Ruiz, aviador militar e ingeniero, era un culto profesional; hablaba árabe y francés. En 1935 había patentado un motor a reacción por él proyectado (cuatro años antes del primer vuelo a reacción que fue el del avión del alemán Hans von Ohain, en agosto de 1939, al filo de la Segunda Guerra Mundial); motor que él denominara Mototurbocompresor de Reacción Continua, que no pudo desarrollar por su muerte al iniciarse la guerra civil.
El 17 de julio de 1936, con el grado de capitán, estaba a cargo de la jefatura accidental de la Base de Hidroaviones del Atalayón.
Al iniciarse la sublevación en Melilla defendió la base del ataque del primer tabor de Infantería, del Grupo de Regulares de Alhucemas, al mando del capitán Guillermo Emperador apoyado por su primer escuadrón de Caballería, a las órdenes del capitán Alfredo Corbalán Reina. Durante la defensa ante el ataque, el fuego de Leret y sus hombres causó la muerte de un sargento y un soldado marroquíes de la unidad atacante, los primeros muertos de la guerra civil española.
Ante la resistencia de la base, el segundo Tabor de Infantería de Regulares, al mando del comandante Mohamed ben Mizzian, interrumpió su marcha hacia Melilla para cooperar en el asalto; pero antes de que éste se reanudara Leret y sus hombres se rindieron, ante la manifiesta desproporción de fuerzas. Según los sublevados, Leret fue hecho prisionero, trasladándolo al fuerte de Rostrogordo donde fue fusilado el 18 de julio de 1936, junto a dos alféreces de aviación que se habían destacado en la defensa de la base.
Sin embargo, el informe oficial era falso y se supo más tarde por un informe secreto de un teniente sublevado que Leret había sido pasado por las armas "al amanecer del 18 de julio, semidesnudo y con un brazo roto", junto con los alféreces Armando González Corral y Luis Calvo Calavia. En reconocimiento a su hoja de servicios y a su heroica resistencia en Melilla, el gobierno de la República, ascendió a Leret, a título póstumo, al grado de comandante.
Su esposa Carlota O’Neill, que había desarrollado su trayectoria feminista como dramaturga y como directora del periódico Nosotras, fue detenida, como muchas otras hijas y mujeres de republicanos y separada de sus hijas, Carlota y Mariela, que fueron enviadas a un centro de internación para huérfanos, en Madrid.
Fue juzgada por un tribunal militar dieciocho meses después de su detención y condenada a seis años de prisión, “por saber ruso, por subversiva y por su responsabilidad en los actos de su marido”. Tras su salida de la cárcel en 1941, Carlota O'Neill llevó los planos del Mototurbocompresor de Reacción Continua a la embajada británica para dárselos a James Dickson, agregado de aviación, con la idea de que pudieran ser útiles a la causa aliada. Pudo recuperar la custodia de sus hijas y partir al exilio en Venezuela y luego en México. Allí escribió “Una mujer en la guerra de España”, en donde narró su experiencia.
El modo del alzamiento desarrollado en Melilla, fue el modelo que posteriormente se aplicara para la rebelión en el resto del Protectorado de Marruecos y más tarde en la España peninsular.
Así comenzaba la guerra civil, que duró dos años, ocho meses y trece días. El último de esos días, Fernando Fernández de Córdoba, locutor de Radio Nacional de España, anunció: "En el día hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, uno de abril de 1939, Año de la Victoria. El generalísimo Franco", texto del parte redactado y firmado de su puño y letra por Franco.
España quedaba envuelta en una negra sombra. Numerosos españoles se vieron obligados a abandonar todo, forzados a exiliarse en el extranjero; muchos otros sufrirían lo que se denominara como “el exilio interior” impidiéndoseles, en muchos casos, seguir desempeñando sus ocupaciones habituales. Miles de españoles fueron encarcelados y represaliados y otros miles fallecieron durante la guerra, tanto en los combates o como consecuencia de la brutalidad ejercida en la retaguardia e incluso en la infame e irracional represión posterior a la guerra.
Aunque hasta hoy no hay cifras precisas, se estima que murieron algo más de 600.000 españoles, caídos por uno u otro bando.
EL “GENERALÍSIMO” Y SUS PERVERTIDOS SECUACES
Franco, un sujeto de extrañas costumbres que sublimaba sus deseos en el ansia de poder, 'Generalísimo' para sus adeptos, “paquita” y “marica” para su padre*, supo rodearse de redomados degenerados para tenerlos como laderos en la “Cruzada”.
(* Pilar Eyre Estrada, en Generalísimo para sus adeptos, “paquita” y “marica” para su padre ;“Plural”, Madrid, 9 nov 2013 )
Cliquear sobre la imagen que sigue, de Pilar Eyre, para acceder a la publicación:
Uno de ellos, GONZALO QUEIPO DE LLANO Y SIERRA (Tordesillas, 5 de febrero de 1875 – Sevilla, 9 de marzo de 1951), desvergonzado sujeto que, desde los micrófonos de Radio Sevilla anticipaba, además de la muerte de los hombres, los abusos y violaciones a las que serían sometidas las mujeres de las zonas republicanas, cuando cayeran en manos de sus tropas.
En los últimos meses de 1936 los municipios de la zona occidental de la provincia de Málaga caían, uno tras otro, en manos de los rebeldes opositores al Gobierno constitucional de la República Española.
Miles de refugiados llegaban a la ciudad de Málaga, relatando lo que vieran en la toma de sus pueblos y haciendo continuas referencias al Tercio de Regulares que acompaña a las tropas franquistas, al que le atribuían saqueos, asesinatos, vejaciones y humillaciones; especialmente contra las mujeres a las que, aseguran, llegaban a rapar, obligándoles a beber aceite de ricino.
A finales de 1936, la única posibilidad de salir de Málaga era por la carretera de Almería.
El general faccioso Gonzalo Queipo de Llano y Sierra, experto en el manejo de la radio con el fin de propagar el terror por ella, hizo famosas sus “charlas” radiofónicas a través de los micrófonos de Unión Radio Sevilla, dirigida por uno de sus secuaces, el teniente coronel Antonio Fontán. Diariamente, hacia las diez de la noche, con vocabulario directo y generalmente chabacano, se burlaba de los dirigentes de la República, haciendo alusiones a la virilidad de legionarios y regulares,
El objetivo era claro: amedrentar no solo a los combatientes republicanos sino también infundir terror a la población civil de la zona republicana.
La violación como arma de guerra, o la mujer como trofeo militar, estuvo a la orden del día durante la guerra civil y no consistió en hechos aislados perpetrados por degenerados indeseables que crecen en los conflictos.
Queipo de Llano había hecho suya la directiva que como “Instrucción Reservada- Base 5ª” había dado el 18 de julio de 1936, una vez iniciado el golpe, otro de los secuaces de Franco, el general Emilio Mola Vidal:
“Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado.”
Así, Queipo de Llano decía en uno de sus mensajes radiofónicos reproducido en octavillas arrojadas sobre Málaga desde aviones:
"Me dirijo en primer lugar a los milicianos engañados. Vuestra suerte está echada y habéis perdido. Un círculo de hierro os ahogará en breves horas; porque si por tierra y aire somos los más fuertes, la Escuadra leal a la dignidad de la Patria os quitará toda esperanza de huida, ya que la carretera de Motril está cortada…"
El general fascista, con expresiones propias de un psicópata asesino y degenerado, no vacilaba en anunciar la muerte a los republicanos sino, además, que sus legionarios y regulares violarían a sus mujeres, madres y hermanas al caer en sus manos, diciendo:
“…Nuestros valientes Legionarios y Regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y, de paso, también a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen…”
Para escuchar el audio, cliquear sobre la imagen:
Entre otras recordadas expresiones suyas, cabe tener presente también:
“...Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad.”
“En San Fernando hay muchos familiares de tripulantes de la escuadra pirata que están en nuestro poder; nos servirán de rehenes y sus vidas responderán de los que mueran en San Sebastián.”
“Mañana vamos a tomar Peñaflor. Vayan las mujeres de los ‘rojos’ preparando sus mantones de luto...”
Para remarcar su alto nivel, conocimientos e internacionalismo, agregaba a alguna de estas charlas una coletilla con frases en francés.
Tantas miserias acumuló Queipo de Llano a lo largo de su infame trayectoria que en los años del franquismo que siguieron a la Guerra Civil fue prácticamente borrado de la memoria histórica del régimen. No obstante, económicamente fue bien recompensado. Estuvo entre los 16 generales que “ennobleciera” Franco, en su caso, como marqués de Queipo de Llano (1950). Así, con su familia ennoblecida y bien posicionada socialmente, vivió sus últimos años aislado de la hambruna reinante y generalizada, convertido en hacendado de varias fincas, cazador, ganadero y cultivador de frutales, cáñamo y arroz.
Otro ejemplar de esa calaña franquista fue el moro MOHAMMED BEN MIZZIAN, sádico y perverso sujeto apañado por Franco. El mismo sujeto que comandara el segundo Tabor de Infantería de Regulares durante el asalto a la base leal de El Atalayón donde, tras rendirse, su jefe accidental, el capitán Virgilio Leret Ruiz y otros oficiales fueran fusilados.
Mohammed ben Mizzian era hijo de Mohamed Ameziane líder rifeño conocido por los españoles como El-Mizzian que fue el primero en encabezar la revuelta contra los españoles en 1908 atacando la línea ferroviaria próxima a Melilla, lo que originó la "Guerra de Marruecos" (1908-1925). Ameziane lideró a los rebeldes rifeños hasta la aparición de Abd El-Krim, quién le desbancó de la jefatura de la revuelta, siendo de tal nivel el resentimiento que, convertido en tránsfuga, mudó de lealtades, traicionando a los suyos para pasarse a los españoles.
Cuenta la leyenda que en cierta ocasión, visitando Alfonso (llamado el XIII) la zona del protectorado entró en una escuela en la que se encontraba el hijo de Mohamed Ameziane al que preguntó qué es lo que quería ser cuando dejara de estudiar y este le contestó que "capitán", lo que hizo que el entonces Jefe del Estado prometiera al padre de El-Mizzian apadrinar su ingreso en la Academia Militar. Mohammed ben Mizzian ingresa en la Academia de Infantería de Toledo en 1913 licenciándose como Alférez en 1916 siendo destinado al Ejército de África donde destacara en los combates contra Abd El-Krim, al que consideraba ofensor de su padre, ascendiendo hasta el grado de Comandante. Es durante este período en el que se forja la amistad entre El-Mizzian y Francisco Franco.
En la primavera de 1936 El-Mizzian se une a la conspiración contra la República y el 17 de julio de ese mismo año se subleva como Comandante al mando del II Tabor de Regulares Nº 5 con sede en Segangan, a 20 kilómetros de Melilla. Triunfante la sublevación en Marruecos en agosto de 1936 se traslada con sus regulares a la España peninsular donde sus tropas participan en la liberación del Alcázar de Toledo y en la masacre de los heridos republicanos que estaban siendo tratados en el hospital militar de dicha ciudad.
Posteriormente participa en el avance hacia Madrid y en la batalla de la Ciudad Universitaria tras la cual las tropas marroquíes que comandaba se retiraron a descansar a Navalcarnero, donde se produjo un hecho escalofriante a instancias del propio El-Mizzian, que fuera narrado por el periodista norteamericano John T. Whitaker (1906-1946). Una práctica frecuente de los mandos franquistas era prometerles mujeres blancas a las tropas de las harkas moras y así fue referido por Whitaker:
“Nunca me negaron que hubiesen prometido mujeres blancas a los moros cuando entrasen en Madrid. Sentado con los oficiales en un vivac del campamento les oí discutir la connivencia de tal promesa; sólo algunos sostenían que una mujer seguía siendo española a pesar de sus ideas ‘rojas’. Esta práctica no fue negada tampoco por El Mizzian, el único oficial marroquí del ejército español. Me encontraba con este militar en el cruce de carreteras de Navalcarnero cuando dos muchachas españolas, que parecían no haber cumplido aún los veinte años, fueron conducidas ante él. Una de ellas había trabajado en una fábrica de tejidos de Barcelona y se le encontró un carné sindical en su chaqueta; la otra, de Valencia, afirmó no tener convicciones políticas. Después de interrogarlas para conseguir alguna información de tipo militar, El Mizzian las llevó a un pequeño edificio que había sido la escuela del pueblo, en el cual descansaban unos cuarenta moros. Cuando llegaron a la puerta, se escuchó un ululante grito salido de las gargantas de los soldados. Asistí a la escena horrorizado e inútilmente indignado. El Mizzian sonrió afectadamente cuando protesté por lo sucedido diciendo: ‘Oh, no vivirán más de cuatro horas’ ”.
Lo recuerda Ignacio Cembrero en el reportaje fechado en Tánger, el 3 de junio de 2006, que bajo el título “La última victoria de Mizzian, el general exterminador” publicara en la edición impresa de esa fecha “EL PAÍS”, de Madrid, que se puede leer cliqueando sobre el título.
Estas referencias ponen en claro la participación directa de El-Mizzian en las violaciones múltiples y homicidios de dos jóvenes españolas por las que, lejos de ser enjuiciado, no supuso ningún problema al gobierno español presidido por Rodríguez Zapatero a la hora de participar oficialmente en un homenaje al mencionado sujeto, realizado en Marruecos en junio de 2006.
Audio:
Selección de canciones y poesías populares en la Resistencia Republicana durante la Guerra Civil española y obras posteriores relacionadas.
Las canciones republicanas que se escucharon durante Guerra Civil son incontables. Transmitidas en forma oral por numerosas y diversas personas, con distintas características, llevaron a que llegaran a existir distintas versiones según fuera cada persona que cantaba sus versos, el lugar donde se interpretara (Madrid, Barcelona o donde fuera), las acciones de guerra del momento y la tendencia política, social o sindical del intérprete.
Aún habiéndose realizado la selección entre las más difundidas, muchas más son las que quedan sin ser incluidas.
Pueden escucharse individualmente cliqueando sobre cada título.
Las Brigadas Internacionales fueron unidades de combatientes integradas por voluntarios extranjeros –generalmente trabajadores no militares por profesión- que, procedentes de más de cincuenta países, que participaron en la Guerra civil junto al Ejército de la República.
El poeta Pablo Neruda llegó a Madrid en 1934, como cónsul de Chile. Vivía en Madrid, en la llamada Casa de las Flores, en el barrio de Argüelles (Calle de Hilarión Eslava esquina a la de Rodríguez San Pedro, a metros de la calle de la Princesa), en la Casa de la Flores; un espléndido edificio de ladrillos a la vista, con amplios balcones ajardinados, que le dan el nombre.
Allí estaba al comenzar la guerra, época en la que concluyera su cargo consular y comenzara a colaborar con la Alianza de Intelectuales Antifascistas. En el invierno de 1936 ya habían entrado en combate las brigadas de voluntarios internacionales. El mismo Neruda los vio llegar a Madrid en esos días, escribiendo los versos de la “Llegada a Madrid de la Brigada Internacional” que se puede escuchar ahora en la interpretación del actor argentino Héctor Alterio.
Teniendo como base la melodía de la canción popular recopilada por Federico García Lorca “Los Contrabandistas de Ronda”, el ingenio popular compuso la letra de éste tema, a poco de comenzar la guerra, en el verano de 1936. Conocida también como otros nombres (“El pino verde” o “Anda, Jaleo”), elogia al tren blindado que acabaría con tres de los generales sublevados contra la República: Francisco Franco, Emilio Mola y Gonzalo Queipo de Llano. Si bien tuvo muchas versiones, como ocurriera con muchas canciones creadas por el pueblo, la más difundida fue la que cantaba las virtudes del tren de guerra.
En los hechos, casi todas las zonas bajo control de la República adaptaron equipos ferroviarios para el combate. Incluso, en algunos talleres se llegaron a fabricar como arma bélica. En especial dos trenes construidos al efecto en Aguilas / Murcia (donde estaban los talleres del FC de Baza a Lorca) destacaron sobre todos los demás.
Compuesta originalmente a principios del siglo XIX, la cantaban los soldados españoles que lucharon contra los franceses durante la Guerra de la Independencia Española (1808-1814). Fue recuperada por soldados republicanos durante la Guerra Civil, siendo cantada con distintas letras y diversos nombres. Las más difundidas son las que se refieren a las acciones en el frente del Ebro, como: “El Ejército del Ebro”, “El paso del Ebro” y “¡Ay, Carmela!”. Otra, con el mismo ritmo musical, es “Viva la Quince Brigada”, que se refiere al frente del Jarama (entre Madrid y Guadalajara).
El 25 de julio de 1938, el Ejército Republicano lanzó una ofensiva entre Fayón (Zaragoza) y Benifallet (Tarragona), en la zona limítrofe de Aragón y Cataluña. Amparados por la noche, cruzaron el río Ebro por varios puntos. Sin tiempo de respuesta por los nacionales, las fuerzas republicanas establecieron una cabeza de puente en la margen derecha. En dos días los republicanos recuperaron unos 600 kms. cuadrados que llegarían a mantener durante más de 90 días.
La "Warszawianka" (Varsoviana) es una canción revolucionaria polaca escrita en 1883 y recuperada en 1897 por el poeta polaco Wacław Święcicki. Se denomina “Varshavianka 1905” para diferenciarla de una composición anterior llamada “Warszawianka 1831”. Fue compuesta en 1883 por el poeta polaco Wacław Święcicki, quien escribió la letra de esta canción en su celda del pabellón X de la cárcel de la Ciudadela de Varsovia en 1879. Se cantó por primera vez en Varsovia, durante la manifestación obrera del 2 de marzo de 1885, popularizándose posteriormente en toda Europa. La versión en español de Valeriano Orobón Fernández, con el nombre de "A las barricadas", pasó a ser el himno de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) de España.
“El Gallo Rojo” –también conocida con el título “Los dos gallos”- es una versión de la canción “Gallo Rojo, Gallo Negro” del cantautor español Chicho (José Antonio Julio Onésimo) Sánchez Ferlosio. En 1964 grabó ésta y otras de sus canciones en un grabador simple, cinta que el escritor Alfonso Grosso llevó a Estocolmo (Suecia) donde se editó el álbum LP “Spanska motståndssånger” ("Canciones de la resistencia española"). Por razones de seguridad, la identidad de Ferlosio no fue publicada; cuando comenzó a circular el álbum (generalmente en forma clandestina y anónima; tiempos de la dictadura de Franco), se supuso –sobre todo, fuera de España- que los temas eran originarios de los tiempos de la guerra civil. En 1978 ésta canción fue incluida en el álbum “A contratiempo”; siendo ha sido interpretada por varios artistas y grupos musicales. Acá la podemos escuchar en la versión del cantautor chileno Rolando Alarcón, quien la grabara en 1968.
Fue compuesta sobre la base de la canción "A la derecha va el tercio", creada por soldados españoles durante la guerras del Rif, en el norte de África.
Fue adaptada a las circunstancias del momento durante la Guerra Civil, especialmente durante las acciones del Frente del Ebro. Es así que, como en otras canciones de la época –como ocurre con "¡Ay Carmela!”-, existen distintas versiones en las que si bien la base musical es la misma, las letras cambian, relacionadas con los distintos lugares donde se desarrollaran las acciones de guerra y las unidades militares intervinientes en ellas. En el caso, está referida a los hechos de guerra de Gandesa (comarca de la Tierra Alta, en Tarragona), a partir de abril de 1938. La interpreta Joaquín Díaz (nac. en Zamora, en 1947), tema que fuera incluida en el álbum “Recital”, editado en 1967 por Movieplay.
“¡No pasarán!” (“Ils ne passeront pas!”) fue el lema que surgiera en las posiciones francesas durante la batalla de Verdún (Primera Guerra Mundial).
Durante la Guerra civil española, fue utilizado por los republicanos, extendiéndose masivamente cuando Dolores Ibárruri “La Pasionaria” lo pronunciara en un discurso, reproduciendo la expresión que el pintor algecireño Ramón Puyol incluyera en un cartel de su autoría realizado para el sector republicano. El cartel y la expresión (traducida a diversos idiomas) serían utilizados por los aliados durante la segunda guerra mundial.
La canción es obra del compositor alemán Hanns Eisler, compuesta a principios de 1937, que entonces visitaba la España republicana, en tiempos en que el mismo estaba exiliado en Estados Unidos.
El lema también se utilizó por el Frente Sandinista de Liberación Nacional a partir de 1979, durante las acciones revolucionarias que llevaran al derrocamiento de Anastasio Somoza (h), enfrentando a la Guardia Nacional somocista y, posteriormente, frente a la agresión armada de la denominada Contra, apoyada, financiada y organizada por los EE. UU. El cantautor Carlos Mejía Godoy compuso una nueva canción con el titulo “No pasarán”.
En sus orígenes “Els Segadors” fue una canción del tiempo de la Guerra dels Segadors (1640), en la que se enfrentaran los campesinos catalanes contra las fuerzas de Felipe IV y el Conde-Duque de Olivares.
La versión contemporánea data del año 1899, siendo adaptación de Emili Guanyavents (letra) y Francesc Alió (música); considerado tradicionalmente como himno de Cataluña. Por la ley del Parlamento de Cataluña de 25 de febrero de 1993, “Els Segadors” fue declarado himno nacional de Cataluña
Es otra de las obras que en 1964 grabara en forma “casera”, en cinta magnetofónica, su autor “Chicho” José Antonio Julio Onésimo Sánchez Ferlosio, que clandestinamente llevara el escritor Alfonso Grosso a Estocolmo (Suecia) donde se editara el álbum LP “Spanska motståndssånger” ("Canciones de la resistencia española"), manteniéndose el anonimato sobre la autoría, por razones de seguridad de Sánchez Ferlosio. Se puede escuchar acá en la versión del cantautor chileno Rolando Alarcón.
“Eusko Gudariak” (cuyo significado en euskera es ‘soldados vascos’), es una canción popular del nacionalismo vasco.
La compuso José María de Garate Azcarraga, en 1932, siendo presidente del Bizkai Buru Batzar (BBB) -ejecutiva vizcaína del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y, años más tarde, sería el primer delegado en Venezuela del Gobierno Vasco en el exilio. Musicalmente se adaptó a la canción alavesa “Atzo Bilbon nengoen” (“Ayer estaba en Bilbao”).
Fue ejecutada por primera vez en agosto de 1936 por la compañia Kortabarria, de Bilbao, integrante del batallón Arana Goiri del Ejército Vasco, durante la Guerra Civil. El capitán de ametralladoras Alejandro Lizaso Eizmendi, del Batallón Itxarkundia, agregó en el final la frase "Irrintzi bat entzun da mendi tontorrean, goazen gudari danok ikurrinan atzean" ("Cuando escuchamos un irrinzi (grito) en la cima del monte, todos los soldados vamos detrás de la bandera [ikurriña]"), dándole mayor vigor.
Durante la guerra civil y posteriormente, sería adoptada como himno del País Vasco; hasta que finalmente se instituyera como himno oficial de la comunidad autónoma del País Vasco el “Eusko Abendaren Ereserkia (“Himno de la etnia vasca”), melodía del “Gora ta Gora” (“Arriba y arriba”); careciendo de letra, como la “Marcha Real” (himno de España).
Fue creado durante al revolución liberal encabezada por el general Rafael del Riego, adquiriendo trascendencia pública durante el trienio Constitucional (1820-1823).
Lo cantaba la columna volante del entonces teniente coronel Rafael del Riego, en la insurrección contra el rey de España Fernando VII, el 1 de enero de 1820 en Las Cabezas de San Juan, en el Bajo Guadalquivir de la provincia de Sevilla. La letra se atribuye a Evaristo Fernández de San Miguel y música –en principio, de autor desconocido- sería según algunos investigadores de José Melchor Gomis.
Fue utilizado como himno nacional de España durante el Trienio Liberal (1820-1823), cuando, el 7 de mayo de 1822, las Cortes resolvieran tener por Marcha Nacional de Ordenanza la música militar del Himno de Riego.
Recuperó su vigencia durante la Primera República (1873-1874) y posteriormente con la Segunda República (1931-1939). Manteniéndose en uso por la Segunda República Española en el exilio, hasta su disolución.
El Libertador don José de San Martín fue camarada de armas del asturiano Rafael del Riego y Flórez, durante la guerra de la Independencia de España (1808-1814) frente al invasor francés. De hecho, San Martín, que se consideraba políticamente hermano de Rafael de Riego; compartiendo ambos los principios liberales de la Constitución española de 1812 (conocida como Constitución de Cádiz y popularmente como “La Pepa”, por haber sido promulgada el Día de San José, del año 1812).
Se puede acceder a la lista de reproducción de todos los temas, cliqueando sobre la siguiente imagen:
VIDEO: “MORIR EN MADRID”
(“Mourir à Madrid” / “To Die in Madrid”) es un largometraje documental sobre la Guerra Civil española (1936-1939), considerado entre los mejores en su género.
En una visión integral muestra desde los antecedentes del conflicto social, político y militar, partiendo desde la instauración de la segunda República Española, en 1931 hasta el final, en 1939, con la caída de la República y la imposición en el poder del dictador Francisco Franco.
El proceso se enfoca desde diversos aspectos: económico, social, político y cultural, vinculados en el desarrollo de los acontecimientos con el plano militar y, más allá de la cuestión interna en España, se vincula con los sucesos de la política internacional de la época.
Dirigida por Frédéric Rossif, con textos de Madeleine Chapsal que, para la banda de sonido, leyeran Jean Vilar, Suzanne Flon, Germaine Montero, Pierre Vaneck y Roger Molien; con música de Maurice Jarre.
Fue producida por Nicole Stéphane, se estrenó en Francia el 18 de abril de 1963. En España estuvo prohibida y no se pudo ver sino con posterioridad a la muerte de Franco.
Para ver la película, cliquear sobre el cartel:
Ⓒ Enrique F. Widmann-Miguel (IberInfo / Buenos Aires)
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