Ensayo sobre el hijo de puta
Los tiempos y los hechos que ocurren cerca y alrededor de cada persona, su percepción por los propios sentidos y el pensamiento que generan, son fuente de inspiración para el desarrollo de determinados temas.
Vivir en un entorno social en el que el poder se utiliza para desguazar el Estado y sus instituciones; negar la Patria; ceder la Soberanía; presionar hasta eliminar los centros de producción, destruyendo las fuentes de trabajo legítimo de miles de personas y fraccionar el país para facilitar la entrega de sus territorios y recursos. Cuando se destruyen los sistemas públicos de Salud, Sanidad, Educación, Ciencia y Tecnología, Investigación y Desarrollo. Cuando se crean grupos de tareas destinados a apalear ancianos, trabajadores, docentes y profesionales, como los de la medicina; además de matar ciudadanos (adultos y menores, incluso niños). Cuando se crean condiciones no ya de pobreza, sino de miseria extrema, con la “colaboración” de algunos sectores que pretenden ocultarla buscando incluso, justificarla… abundan los motivos para pensar y desarrollar las ideas que son su consecuencia.
Para el caso, poniendo en un plano destacado la expresión que cabe analizar:
“H i j o d e p u t a”
En lengua castellana, la expresión tiene larga existencia que se refleja en el uso coloquial.
En la acepción más aceptada “hijo de puta” es una expresión peyorativa o despectiva deliberadamente fuerte, usada frecuentemente con finalidad agraviante.
Desde siempre, es la forma no académica de denominar a alguien "mala persona".
Pero también puede significar lo contrario, usada como expresión coloquial positiva para alabar a una persona o cosa. Depende del contexto en que se exprese.
En éste sentido, lo son expresiones tales como “¡Que excelente artista es el hijo de puta éste!” o "¡Hijo de puta! ¡Lo hiciste bárbaro!".
En España, la dicotomía se manifiesta en forma superlativa. La expresión “hijo de puta” se extiende ampliamente, en uno y otro sentido.
El término “puta” de hecho, es de uso tan amplio que en algunas ciudades –como la Villa de Madrid, la capital del Reino-, con sus ruidosos bares, esos en los que se encuentran amigos y no amigos, incluso visitantes y se trenzan en charlas múltiples de todos contra todos y de diversos temas a la vez (hay que tener entrenamiento madrileño para seguirlas) se llega a decir que si su uso en un bar fuera prohibido, el silencio se haría de golpe.
Siempre hay una “puta” presente y no referida únicamente a las chicas de la calle de la Montera, esa que vincula la Gran Vía con la Puerta del Sol, generalmente parando hacia el lado de la Gran Vía, con el oratorio del Caballero de Gracia cerca, a escasos metros de la esquina con la calle de su nombre (¿Para ir a rezar, quizá?). No muy lejos, pasando la esquina con la calle de la Aduana, en el número 16 de la Montera (hacia la Puerta del Sol) una dependencia de la Policía Municipal, bien puesta, está tranquilamente destinada a la Atención al Ciudadano.
Madrid: Calle de la Montera
Claro, no es solo eso. Así, en la baraja española, la sota de oros es “la puta de oros”, expresión que se vincula con el tarot, en el que la sota de oros significa ser apasionada, atrevida, generosa en la entrega.
Posiblemente, por ello, en castellano son múltiples los términos aplicables: putas, prostitutas, meretrices, rameras, fulanas, busconas, furcias, pupilas... que, a diferencia de las sotas, hicieron llenar de oro a muchísimos (aunque, casi como ocurre también otras actividades laborales, no tanto a ellas).
EL APORTE IDIOMÁTICO
Es el castellano un idioma complejo, en el que no es lo mismo exclamar con un gesto de satisfacción “¡De puta madre!” respecto de alguien o de algo, que escribir una misiva de tono airado con la expresión “¡Tu puta madre!”. Diferencia imposible de explicar, de entrada, a un británico o a un alemán de esos que caen por Madrid o Buenos Aires para aprender español. Harto difícil es explicar a un no hispano hablante que la expresión "de puta madre" se aplique tanto a lo peor de las personas que a aquél, aquella o aquello que esté en el más alto nivel, prácticamente insuperable.
En general, “hijo de puta” se usa en sentido ofensivo en toda América Hispana. En México es un insulto de alto impacto; también lo es en Cuba.
En Puerto Rico vale y se aplica en uno u otro sentido.
En Colombia llega también a usarse como un comodín idiomático, usado sin referirse a nadie en concreto; una interjección, que se expresa por fuera de una oración. Similar al uso de la voz “¡Coño!” en Venezuela o en Castilla.
En la zona del Caribe, en Centro América y extensivamente en Hispanoamérica, es frecuente el uso de ‘hijueputa’ y ‘jue'puta’, con algún aditivo aplicable en los casos superlativos de sujetos que sobresalen por su calidad de malas personas, como el ‘jue’puta y cabrón’.
A veces con expresiones no malsonantes, como ‘hijuepucha’ y ‘juepucha’.
EN LA LETRAS HISPANAS
En “Don Quijote de la Mancha”, de don Miguel de Cervantes Saavedra, considerada obra cumbre de la literatura castellana (siglo XVII), Cervantes usó en castellano antiguo la expresión “hi de puta” en algunos pasajes, como en uno de los cuales Sancho Panza alude a esta dicotomía:
“…Y diciendo esto se la puso en las manos a Sancho, el cual, empinándola, puesta a la boca, estuvo mirando las estrellas un cuarto de hora, y en acabando de beber dejó caer la cabeza a un lado, y dando un gran suspiro dijo:
—¡Oh hideputa, bellaco, y cómo es católico!
—¿Veis ahí —dijo el del Bosque en oyendo el hideputa de Sancho— como habéis alabado este vino llamándole ‘hideputa’?
—Digo —respondió Sancho— que confieso que conozco que no es deshonra llamar ‘hijo de puta’ a nadie cuando cae debajo del entendimiento de alabarle. Pero dígame, señor, por el siglo de lo que más quiere: ¿este vino es de Ciudad Real?
—¡Bravo mojón! —respondió el del Bosque—. En verdad que no es de otra parte y que tiene algunos años de ancianidad…”
(“Segunda parte del Ingenioso Cavallero don Quixote de la Mancha”, por Miguel de Cervantes Saavedra - Capítulo XIII “Donde se prosigue la aventura del Caballero del Bosque” (pags. 111/112), edición de Bruselas, por Huberto Antonio, impresor jurado cerca del Palacio, año 1616. Primera edición de la Segunda parte, para la que los príncipes Alberto e Isabel Clara Eugenia, duques de Brabante, dieran privilegio en su Consejo de Bruselas el 4 de febrero de 1616, para que dicho impreso pudiera imprimir por seis años la segunda parte del Quijote).
En el “Vocabulario de refranes y frases proverbiales” el maestro Gonzalo Correas definía “Hi de puta” como una expresión que se empleaba "encareciendo o alabando en bien o en mal".
(“Vocabulario de refranes y frases proverbiales y otras fórmulas comunes de la Lengua Castellana, en que van todos los impresos antes y otra gran copia que juntó el Maestro Gonzalo de Correas, Catedrático de Griego y Hebreo en la Universidad de Salamanca. Van añadidas las declaraciones y aplicación adonde pareció ser necesaria”, Maestro Gonzalo Correas [1571-1631], Establecimiento Tipográfico de Jaime Raté, Plaza de San Javier, num. 6, Madrid, año 1906, pags. 633).
Hacia 1533 el humanista, erasmista y escritor protestante castellano Juan de Valdés (nac. Cuenca, 1509-+Nápoles, 1541) en su obra “Diálogo de la lengua”, cuyo manuscrito conserva la Biblioteca Nacional de España, refiriéndose al uso del idioma en esa época escribía que “…dezimos también hi por hijo, diziendo hi de vezino por hijo de vezino, hi de puta por hijo de puta, y hidalgo por hijo dalgo...”
(“Diálogo de la lengua” Juan de Valdés, por la Editorial Saturnino Calleja, con prólogo del poeta y articulista malagueño José Moreno Villa, Madrid, 1919, pág. 180)
EVOLUCIÓN
Con el tiempo y el uso extensivo a nivel popular, afloraron contracciones apocopadas, como ‘hijoputa’ y ‘joputa’, utilizadas frecuentemente, incluso en la prensa escrita.
El escritor, editorialista y académico mexicano Guillermo Sheridan (México, DF, 27 de agosto de 1950), en su obra “Paralelos y meridianos” entra en el tema cuando, refiriéndose a la obra “Don Quijote de la Mancha” escribe que
“…La reacción de Ginés y los demás Galeotes consiste en dejar caer una lluvia de piedras sobre su benefactor. La segunda escena ocurre cuando el cabrero se burla de la locura de Quijote y lo acusa de tener ‘vacíos los aposentos de la cabeza’. A lo que Quijote responde: ‘Sois un grandísimo bellaco, y vos sois el vacío y el menguado, que yo estoy más lleno que jamás lo estuvo la muy hideputa que os parió’. Son las dos únicas ocasiones en que don Quijote pierde la compostura y el recato propio del caballero para largar el insulto definitivo (no puede decirse de él, claro está, que ‘pierde los estribos’, ni mucho menos que ‘se sale de sus cabales’. Llamar a alguien ‘hijo de puta’ es un insulto de varias bandas: se insulta al adversario por ser hijo de puta, pero, por metonimia, se insulta a la madre [por puta] y al padre [por putañero o por dejar ser puta a su mujer]. El insulto no solo expande hacia el pedigrí del adversario, sino que es encima insulto gerundial, pues el hijo de puta lo fue al nacer, lo está siendo desde el momento de su concepción, sigue siendo hijo de puta en el presente (...) es además un insulto gerundial, pues el hijo de puta lo fue al nacer, sigue siéndolo en el presente, cuando recibe el insulto, y lo será aún en el futuro que le espera y hasta en su posteridad cuando, al referirse a él habrá de decirse que siempre fue un hijo de puta. Como en un entierro de rico, un hijo de puta lo es a perpetuidad.”
(“Paralelos y meridianos”, Guillermo Sheridan, Edición UNAM (Universidad Autónoma de México). DGE-Equilibrista, 2007, capítulo ‘Quijote Furioso’, pag. 28).
En 1734, en la primera edición del Diccionario de la lengua castellana de la Real Academia española publicado en siete tomos entre 1726 y 1739, se define el sentido de la expresión ”Hijo de puta” aplicándola a “El que no es procreado de legítimo matrimonio”; refiriéndose a continuación a la expresión “Hijo de su madre” como “Expresión que se usa con alguna viveza, para llamar à alguno bastardo o hijo de puta”.
(“Diccionario de la lengua castellana en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes y otras cosas convenientes al uso de la Lengua, dedicado al Rey Nuestro Señor D. Phelipe V”- Compuesto por la Real Academia Española, en su Imprenta, por los herederos de Francisco del Hierro - Año de 1734 (To. IV, HIJ, pag. 156).
Es un término que sin modificaciones sustanciales en cuanto a su significado sigue manteniendo la Real Academia Española de la lengua que ubica al “hijo, ja de puta” entre las definiciones de “hijo, ja de papá” e “hijo, ja de su madre”, expresión ésta última a la que –como en 1734- se le sigue atribuyendo el uso “con alguna viveza para llamar a alguien bastardo o hijo de puta”; como puede verse en el Diccionario de la Lengua Española -obra de referencia del idioma- en su edición electrónica en línea.
Para muchos el “hijo de puta” no existe realmente, sino que se trata de una expresión soez altisonante.
Pero el “hijo de puta” existe. Ampliamente extendido, está en todas partes y abunda en los sitios de su preferencia, como aquellos donde pueden beneficiarse impunemente, aún medrando y causando perjuicio e incluso sembrando muerte sobre pueblos enteros.
Vale recordarlo y tenerlo presente para evitar la cercanía y sus nefastos efectos.
© Enrique F. Widmann-Miguel /IberInfo-Madrid
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