Tabaré Etcheverry
José Francisco Etcheverry Tort más conocido como Tabaré Etcheverry o por su apodo "Pecho e' fierro", de chico “Pepe”, nació el 28 de octubre de 1945 en Melo, ciudad cabecera del departamento uruguayo de Cerro Largo.
Fue el noveno hijo del trabajador rural Antenor Etcheverry -que vendía lo que cosechaba- y de doña “Nola” -Adelaida Tort-; familia que al tiempo del nacimiento vivía cerca de la histórica Posta del Chuy del Tacuarí (Cerro Largo).
LA POSTA DEL CHUY
Esta antigua posada había sido construida por sus antepasados, los Etcheverry, ambos de nombre Juan Etcheverry (tío y sobrino) de origen vasco-francés. El sitio supo ser pulpería, albergue de viajeros, troperos, en el paso obligado de las diligencias, “mercachifles” y tropas que hacían el camino de Melo a la Villa Artigas (actualmente Río Branco, frontera con el Brasil) y viceversa; sobre todo, cuando el arroyo del Chuy se desbordaba.
Ubicada hacia el este de Melo, a unos 12 Kms. de la ciudad y a 2 Kms. de la Ruta 26, la casona y el puente de piedras con troneras fueron construidos en 1854 por los Etcheverry, canteros de profesión, a través del sistema de concesión de obra pública, cuyo contrato obligaba a la construcción del puente y cedía el derecho de cobrar peaje hasta 1917, año en que el puente pasó a poder del Estado. Por sus características, el puente se considera una pieza arquitectónica única en Sudamérica; encontrándose actualmente vedado el paso de vehículos sobre el puente.
La Ley N° 429 de 4 de junio de 1855, con el título "Peaje, pontazgo y barcaje", estableció los impuestos que podrían percibirse por puentes, balsas, botes, canales, acueductos o calzadas públicas, pudiendo ser a cargo de las Juntas Administrativas Departamentales o por aquellas sociedades con quienes éstas contratasen.
Diez y ocho días después, el 22 de junio de 1855, se firmó el contrato entre la Junta Administrativa del Departamento de Cerro Largo y los integrantes de la sociedad Juan Etcheverry y Juan Etcheverry, cuyo objetivo era la construcción de dos puentes, uno en el arroyo Chuy y el otro en el arroyo Conventos; el primero con un año de plazo y el segundo con año y medio. Estableciéndose contractualmente el tipo de construcción de los puentes y de las edificaciones anexas, según los planos presentados por los señores Etcheverry y aprobados por la Junta.
El puente tiene unos 85 metros en el largo de calzada; construido íntegramente en piedra, conformando una serie de arcos escarzanos, contenidos por un sistema de grandes tambores espaciados regularmente a lo largo de la calzada.
El paso y circulación por el puente era regulado con una gruesa cadena, siempre tensa, tendida entre el lugar del cobro y el pretil opuesto. Una vez satisfecho el pago del impuesto, la cadena era bajada, siempre desde el interior de la construcción, permitiendo el pasaje del usuario por sobre ella.
Tanto el puente como la casa se conservan en buen estado. De hecho, en la casa funciona actualmente un Museo, que se complementa con un salón de convenciones construido a partir del reciclaje de galpones.
El conjunto fue declarado Monumento Histórico Nacional.
Actualmente se llega por un camino de tierra se abre hacia la izquierda (yendo de Melo hacia la frontera con el Brasil) desde la Ruta 26 General Leandro Gómez
La voz "Chuy" es de origen guaraní y significa "tortuga pequeña".
PRIMEROS AÑOS DE TABARÉ Y LA MÚSICA
Vivió poco más de su primer año en la Posta, ya que sus padres se trasladaron a Melo, yendo a vivir a una casa en el barrio de Santa Cruz, comenzando su padre a desarrollar un reparto de pan, con una jardinera, en la que a veces lo acompañaba “Pepe” –su apodo de la niñez; aunque siempre siguieron ligados al paraje rural de origen, al que iban frecuentemente, pues sus familiares eran los encargados del lugar.
El influjo rural de la Posta del Chuy y del departamento norteño de Cerro Largo marcaron su personalidad con vivencias que, con el tiempo, se reflejarían en sus composiciones. “Copla puestera”, musicalizada por Tabaré, refleja esa experiencia de vida.
Al terminar la escolaridad primaria se trasladó a la ciudad de Florida, capital del departamento homónimo, comenzando a cursar el seminario menor Monseñor Jacinto Vera; abandonándolo dos años después, retornando a Melo.
Si bien de niño se había acercado a la música, integrando una pequeña murga con amigos de la escuela- “Los purretes del barrio”-, tiempo en el que comenzara a dar muestras de su talento para cantar, no fue sino hasta entrado en la adolescencia cuando alcanzaría el nivel profesional, incorporado al conjunto “Los Pilareos”.
El grupo tenía formación, influencia y estilo similar al folclore del norte argentino, muy arraigado entonces entre la juventud argentina y también entre los jóvenes orientales, sobre todo los del interior del Uruguay; tiempos en los que pisaban fuerte Los Chalchaleros, Los Fronterizos, Los Cantores del Alba, Los Trovadores del Cuyo y solistas como Atahualpa Yupanqui, Eduardo Falú y Hernán Figueroa Reyes. Ir a los encuentros con guitarreadas, mateadas y peñas eran entonces tan habituales en los fines de semana de los jóvenes argentinos y uruguayos como ir a bailar.
Ensayaban en la casa de la familia Ferrúa, donde la profesora Irma Larrosa, dueña de casa, era de hecho una madre para los integrantes del conjunto.
El R.P. lateranense don Félix Ugarte, párroco de la Catedral de Melo, gran amigo de los muchachos, había estado en Salta y colaborado en el comienzo de Los Chalchaleros, siendo invitado para dirigirlos; era una persona con grandes conocimientos de música, muy riguroso y solía aconsejarles que no debían imitar a nadie, teniendo que desarrollar un estilo propio.
La primera gran actuación del conjunto folclórico "Los Pilareos" fue la que hicieran en el viejo teatro España (ahora más que centenario, ya que data de 1914), de la calle Justino Muñiz al 700, frente a la plaza Independencia, de Melo. Ya contaban con un repertorio importante, con mucho material de origen argentino, al que sumaron varias composiciones propias.
El programa de ésta presentación dice, entre otros conceptos: "… Contados meses de labor y más de ochenta composiciones en su haber son el mejor elogio para este conjunto de entusiastas y meritorios intérpretes de este noble género musical...". Si bien el texto habla de "nuestro folklore", en el reverso del programa se destaca el repertorio para esa ocasión, con mayoría de zambas de importantes creadores argentinos como Atahualpa Yupanqui, Manuel J. Castilla, César Perdiguero, Jaime Dávalos y Eduardo Falú.
Con muy buen nivel musical, el grupo llegó a trascender, actuando en varios escenarios uruguayos, en televisión, Canal 12 de Montevideo e incluso pasando la frontera para presentarse en la Terra Gaúcha, Río Grande do Sul (Brasil).
Sensible y observador, ambas características lo llevaron a crear letras de claro corte costumbrista como "Pescadores a la caña", nombre de un clásico tablado de Melo: "Va llegando el carnaval/ Melo olvida sus dolores/ y repica fuerte el bombo/ en la Cuchilla ’e la flores". En este texto habla de Cuchilla de las flores, barrio muy particular y folclórico de Melo, donde se levantaba el famoso tablado. Además de citar a "Don bochinche y compañía" y "Aquí está la pelotita", entre otras murgas melenses, menciona a personajes como "El Oso Lima" (un hombre que hacía un número disfrazado de oso y bailaba al compás del acordeón de un domador), "Muleque" (típico personaje del pueblo que a veces subía a tocar su violín desvencijado), "Jenjen" (veterano lustrabotas) y hasta al "Nano" (Saviniano) Pérez, en boca de uno de sus tantos seguidores.
La letra también habla de una caña blanca brasilera de mala calidad que allí se podía comprar; e inclusive reproduce el sonido de los vendedores de buñuelos, con su clásico grito en el que cambiaban la primera “u” por la letra “i”:
"A tres pesos la tajada
de la sandía calada
y a dos pesos los ‘biñuelos’
crema y canela quemada.
En el boliche Calcagno
meta caña camorrera
un negro calienta el pico
y saca a ‘Jenjen’ pa’fuera
y otro grita: ‘Viva el Nano’
se pasó en la brasilera".
CASAMIENTO Y TRASLADO A MONTEVIDEO
Muy joven, en 1963, a los 18 años, quien luego sería conocido como Tabaré Etcheverry contrajo matrimonio con Nilza Borba, algo mayor que él, hermana de Julio “Chano” Borba, uno de los integrantes de "Los Pilareos". Poco tiempo después nació su primera hija, Nilza.
La situación económica se hizo difícil, porque el conjunto folclórico no tenía muchas actuaciones rentadas. Ante ello, resolvió trasladarse a probar suerte en Montevideo, haciéndolo su cuñado, con quien formó un dúo, comenzando a intercalar sus primeras actuaciones como solista.
Posiblemente, debido a la falta de “padrinos”, el ambiente musical montevideano no le brindó ingresos suficientes; tuvo que tomar un empleo en un bar y luego en el local de la famosa Vascongada, con su salón en forma de largo corredor que atravesaba la manzana desde la 18 de Julio hasta la calle San José, frente a la plaza de El Entrevero (en la denominación oficial plaza Juan Pedro Fabini). También trabajo como empleado administrativo en el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Con una voz extraordinaria y potente voz de Tabaré, un notable registro de graves, y una natural impostación, podía recurrir al falsete o “voz de cabeza”, sin quebrantos; aunque, cabe tenerlo en cuenta, era un empedernido fumador.Inicialmente, tocaba el bombo. Luego, como solista, se acompañaba con su guitarra, rítmicamente y con punteos elementales; sin alardes pero con expresividad.
Con el tiempo, llegó el reconocimiento. Sus primeras composiciones comenzaron a ser difundidas en algunos programas folclóricos de la época como “Tranquera Oriental” y “Noche Adentro por los caminos del Folclore”, de José Alejandro Artagaveytia y “El Fogón de Susana Mayol”.
Fue Susana Mayol, quien desarrollara una importante tarea en la difusión de la música popular, quien casi como una madrina artística y mientras Tabaré se movía en un circuito de peñas, lo fue presentando y comenzó a ser contratado para cantar en vinerías (que estaban entonces en boga), como “Los Cocuyos”, “Teluria”, “De Cojinillo”, “Las Telitas”, “Cafetín de Antaño” y “La Cumparsita”, donde se presentaba con mayor frecuencia.
Víctor Hugo Morales, que era entonces el principal relator de fútbol del país, siempre sensible y afecto a expresiones artísticas, era uno de los asiduos concurrentes a éste clásico local de la calle Carlos Gardel (continuación de Isla de Flores) en el Barrio Sur.
Es en ésta época cuando Tabaré se acerca a la pintura. Ocasionalmente se reunía con pintores en “El Portón de San Pedro”, en calle Rincón y Ciudadela o en otro lugar frecuentado por artistas plásticos, en Reconquista y la diagonal Brecha. Su madre, doña Nola, conservó pinturas de su hijo.
JULIÁN MURGUÍA
En 1967 conoció a Julián Murguía (Julián Luis Murguía Azpiroz), en la vinería “Teluria”. Murguía (quien a veces firmaba con el seudónimo de Martín Ardúa) era primo lejano de Tabaré y es el autor de muchas de las letras de los temas que interpretara, entre ellos la “Leyenda de Cerro Largo”, verdadero himno dedicado por Murguía a la tierra donde naciera y a la que siempre amara, a la que Tabaré, arachán como él, le puso música y voz.
Murguía contaba que el binomio había sido fruto de la casualidad. Dijo en una entrevista para una radio de Melo que: “Una vez estábamos Zitarrosa, Tabaré y yo tomando vino y conversando en un boliche hasta que en un momento de la noche le reproché a los dos: ‘parece mentira que ninguno de ustedes le cante una canción a Artigas…’. Tabaré, así la cosa, tomó una hoja y de inmediato me desafió: ‘Escribila vos’, me dijo, y fue así que surgió mi primer texto de canción. El día que la tuve pronta y se la mostré (era la letra de la canción ‘1815’), recuerdo que los dos se ‘pelearon’ pero la ‘manoteó’ Tabaré, que luego la incluiría en su primer álbum simple que contenía cuatro canciones dedicadas a Artigas. Para mí, eso sigue siendo lo más lindo o al menos lo más sentido que hicimos con Tabaré”.
Murguía fue el autor de los versos de las canciones del primer álbum de Tabaré Etcheverry, grabado en 1969 para el sello RCA: “Tabaré Etcheverry le canta a don José Gervasio Artigas: Él es uno de nosotros”. Dos discos simples con cuatro canciones: “Décimas al cumba viejo”, “1815”, “La redota” y “Cielo del protectorado”.
La vida bohemia lo alejó de su primera esposa y madre de tres de sus hijas; divorciándose en 1969.
Su carrera profesional siguió en marcha. Grabó para el sello Macondo (fines de los ’60 y principios de los ’70). “Tabaré” (de él surgió el apodo que comenzaría a identificarlo), “Zafrero”, “Mulitero” y “El Pulguita” son algunos temas de ésta época y también la milonga “Cuzco rabón”, que identifica al cuzco con la actitud de otros cantores “de protesta”, que en la vida real no tenían la misma postura; tema que generó polémica en el ambiente, desatando tanto elogios como enfados.
CANTO SOCIAL, HOSTIGAMIENTO, EXILIO, RETORNO Y MUERTE
Su canto, dirigido a denunciar los valores de la oligarquía política y social, la represión de la época y a exaltar ideas asociadas a lo contrario del sistema imperante, tuvo el resultado que entonces (también antes y ahora mismo) cabía esperar: censura del trabajo artístico y en arrestos por “promover ideas sediciosas”.
Emigró a Buenos Aires en 1971, siendo invitado a grabar algunos de sus temas.
Para esta época Tabaré ya había conocido a Ivonne Abella, su segunda mujer y madre de sus otras dos hijas.
La melancolía y tristeza resultante del desarraigo que sentía, además de las dificultades derivadas de las escasas posibilidades de trabajo, fueron la causa de que en 1972 volviera a Montevideo donde grabó “Crónica de Hombres Libres”, con letras de Julián Murguía y la participación en recitados del actor, director teatral y escritor Alberto Candeau (1910-1990); un gran trabajo discográfico, con profundo contenido histórico, en mi opinión.
Los funcionarios uruguayos del área de Seguridad lo censuraron, por el contenido político de la mayor parte de las letras que integran los temas del álbum. Cabe recordar que durante mucho tiempo, en las radioemisoras orientales hubo carteles que destacando y recordando la prohibición de pasar discos de Los Olimareños, Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti, Numa Moraes, Mercedes Sosa, Joan Manuel Serrat, Violeta Parra, entre otros artistas. Fue una época en la que llegó a estar vedada la difusión de textos de Pablo Neruda.
En 1973, ya con la dictadura establecida, fue de los pocos músicos que permanecieron en el Uruguay, aunque le resultaba imposible conseguir actuaciones y menos aún grabar sin que fueran censuradas sus canciones.
Sin libertad para difundir su trabajo, con marcados problemas económicos y penurias, para rematarla se le despertó un cáncer que lo tuvo a mal traer durante cinco años, hasta su muerte, el 21 de abril de 1978.
Más allá de su corta vida, indudablemente destacó por su calidad de compositor y cantante de proyección folclórica de su región y, extensivamente de la Patria Oriental, con sensibilidad artística y social.
AUDIO
El álbum contiene 30 temas musicales interpretados por Tabaré Etcheverry; muchos de ellos grabados con la participación de Alberto Candeau recitando versos alusivos y, también, la mayor parte de los mencionados en el artículo precedente. Se pueden escuchar cliqueando sobre cada título (a continuación de la imagen):
El detalle es el siguiente:
© Enrique F. Widmann-Miguel / IberInfo-Buenos Aires