2 de abril: “Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas”
El 2 de abril de 1982 tropas argentinas desembarcaron en las islas, que bajo el nombre de islas Falkland, eran ocupadas desde hacía siglo y medio por el Reino Unido. Así comenzaba la primera de las operaciones tácticas programadas por el gobierno de facto de la República Argentina con el objetivo de retomar el control de la capital de las islas Malvinas, que posteriormente se llamó Puerto Argentino. Se denominó ‘Operación Rosario’, consistiendo en una serie de acciones militares de intensidad creciente encaminadas a la recuperación argentina de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur.
Esta acción de afirmación de la soberanía nacional ordenada por la Junta Militar fue, en principio, apoyada por un importante sector de la población.
Entre las primeras medidas tomadas por Argentina estuvieron algunas de carácter administrativo, aunque con fuerte valor simbólico: cambios de topónimos por sus versiones argentinas, instauración del español como lengua oficial y modificación de la normativa sobre circulación de vehículos, para que se condujese por la derecha en vez de por la izquierda.
A fines de marzo, la información reunida por la inteligencia británica sobre los movimientos argentinos, hizo el día 25 de ese mes Gran Bretaña, por medio de su entonces Primer Ministro Margaret Thatcher, decidiera poner en alerta y alistar siete buques de guerra en el área de Gibraltar, para llevarlos a las islas, aprovisionándolos con alimentos, armamento y equipos para setenta días.
Así, fueron concentrado en el puerto de Gibraltar las fragatas y destructores HMS “Antrim”, HMS “Arrow”, HMS “Brilliant”, HMS “Coventry”, HMS “Glamorgan”, HMS “Glasgow”, HMS “Plymouth” y HMS “Sheffield”.
El 2 de abril, cuando las fuerzas argentinas comenzaban la “Operación Virgen del Rosario”, las naves británicas navegaban rumbo a Ascensión como Flota de Avanzada.
La Royal Air Force, por su parte, también desplazó numerosas aeronaves, iniciando un puente aéreo Gibraltar-Ascensión.
Estas operaciones británicas fueron del conocimiento de las FF.AA. argentinas, a partir de los informes del personal de inteligencia que actuaba en Europa. Entre el 3 y el 30 de abril el conflicto se desarrolló a nivel diplomático. El 1 de mayo se produjo el primer ataque aéreo británico sobre las posiciones argentinas, cuando fueron atacados el Aeropuerto de Puerto Argentino y el pequeño aeródromo de Darwin. El 2 de mayo el gabinete de Thatcher decidió hundir al crucero A.R.A. “General Belgrano”, que no ponía en peligro a la flota británica, ya que estaba regresando al continente, fuera de la zona de exclusión.
El crucero ARA “General Belgrano” fue sorpresivamente atacado por el submarino de propulsión nuclear británico HMS “Conqueror” desde el que se dispararon torpedos convencionales, resultando hundido el crucero en el punto situado a los 55º 24’ de latitud Sur y 61º32’ de longitud Oeste, al sudeste de la Isla de los Estados, a 36 millas fuera de la zona de exclusión marítima fijada por el gobierno de Gran Bretaña en la declaración de su Ministerio de Defensa del 28 de abril de 1982, ratificando lo dispuesto el 12 de abril de 1982. Zona demarcada por un “círculo con radio de 200 millas náuticas a partir de los 51º40´ de latitud Sur y 59º30´ de longitud Oeste", según reza la declaración. El ataque causó la muerte de 323 argentinos, de los 1093 tripulantes.
El día siguiente, 3 de mayo, aviones Super-Etendard de la Armada Argentina dispararon misiles Exocet sobre el HMS "Sheffield” (uno de los que se desplazara desde Gibraltar), causándole importantes daños, hundiéndose en el Océano Atlántico, al sureste de Malvinas, el 10 de mayo, cuando era remolcado hacia Gran Bretaña.
Entre el 4 y el 31 de mayo de 1982 se produjeron intensos combates aeronavales, con daños incalculables para la flota británica. Se produjeron las bajas del HMS “Atlantic Conveyor”; HMS “Sir Tristam”; HMS “Sir Galahad”; HMS “Coventry” (otro de los que se observara la salida desde Gibraltar y el HMS “Ardent”, entre otros, con considerable número de bajas y fuertes daños económicos.
En el continente, además del las operaciones militares desde las bases, sobre todo patagónicas, los británicos planificaron la Operación Mikado, frustrado plan de ataque comando a la Base Aeronaval Almirante Hermes Quijada en Río Grande (Tierra del Fuego); tras el ataque, los comandos serían evacuados o huirían hacia Chile, donde el gobierno de Augusto Pinochet había garantizado, en secreto, apoyo para la evacuación. Días antes de la ejecución había llegado a Chile el capitán británico que se identifica como Andrew H. bajo la cobertura diplomática de asistente del agregado militar, para realizar un reconocimiento preliminar de las rutas, la frontera y planear cómo se abastecerían. Sus movimientos no fueron restringidos en ningún momento.
El helicóptero británico Westland Sea King HC.4 ZA-290 que transportaba comandos fue detectado por los radares argentinos y así lo indicaron los instrumentos del helicóptero, cuando estaba a unos 20 kilómetros del objetivo. El teniente Hutchings, al mando decidió cancelar la operación y dirigirse directamente a Chile. Sin combustible, tomó tierra en la playa de la bahía Agua Fresca, sobre el estrecho de Magallanes, a unas 13 millas al sur de Punta Arenas, en territorio chileno, siendo abandonado y destruido por sus ocupantes, quienes se entregaron a las autoridades chilenas, retornando más tarde al Reino Unido en un vuelo regular desde Santiago de Chile a Londres. El Ministerio de Defensa británico oficialmente declaró que el helicóptero debió hacer un aterrizaje de emergencia debido al mal clima.
También, además de las operaciones de inteligencia, se desarrollaron acciones en Europa. La posesión británica de Gibraltar había vuelto a retomar importancia estratégica. En el punto de vinculación entre el Mediterráneo y el Atlántico es el puerto británico y base aeronaval situado bien en el sur del continente europeo: la escala previa antes de alcanzar Ascensión, en el Atlántico Sur.
Personal operativo de inteligencia argentino mantuvo bajo observación, evaluó y ejecutó operaciones de inteligencia para conocer los movimientos de la Flota Inglesa. Incluso, en el más alto nivel de la Armada Argentina se planificó una operación encubierta y extraoficial, mantenida en estricto secreto, cuya ejecución comenzó a ejecutarse con un grupo comando integrado con oficiales de la Armada y buzos tácticos de la agrupación Montoneros, operando desde la vecina costa española (Algeciras-La Línea de la Concepción /Cádiz), con el objetivo de sabotear a la Marina Real Británica, hundiendo una nave de esa fuerza, con el uso de minas submarinas de origen italiano, en la base de Gibraltar.
No llegó a cumplirse por razones estratégicas que demoraron la ejecución y la intervención de la Policía Nacional de España, que si bien pareciera haber actuado casualmente, no puede descartarse la posibilidad de que hubieran sido alertados por la inteligencia británica y la francesa, que habría entrado en sospechas cuando parte de los hombres del comando ingresaran a Europa vía Francia.
La guerra había dejado de ser “a walk in the park” para los ingleses. Aún así el resultado se hizo impredecible, sobre todo cuando las fuentes de inteligencia detectaran pleno apoyo de los EE.UU. a Gran Bretaña, en abierta violación al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) de 2 de septiembre de 1947; traicionando, además a quien hasta entonces había sido su aliado continental, la República Argentina, que cubriera a los EE.UU., con efectivos en Centro América.
Este apoyo consolidó la posición británica y en los últimos días de mayo se produjo el desembarco inglés en el estrecho San Carlos.
Hasta el 14 de junio se desarrollaron intensos combate, sacando ventaja los británicos del dispositivo estático de las tropas argentinas, atacando cada posición criolla con enorme superioridad numérica, helicópteros y artillería móvil.
Entre San Carlos y Puerto Argentino (92 kms. de terreno de montañoso) se produjeron avances y retrocesos, con gran cantidad de bajas.
Tras una semana de combates y el parlamento de los comandantes de ambas fuerzas, el conflicto armado concluyó el 14 de junio de 1982 con la rendición de las tropas argentinas, retomando los británicos el control de la capital malvinense. El saldo luctuoso fue de 649 soldados argentinos muertos, 255 británicos y 3 civiles isleños.
El TGral. Leopoldo Fortunato Galtieri, entonces presidente de facto de la Nación y los miembros de la Junta, habían confiado en que los EE.UU. aprobarían su posición o, cuando menos adoptarían una postura de equilibrio y neutralidad. Lo que no esperaban es que se aliaran con los británicos, con el pretexto de no poder llegar a un acuerdo entre las dos partes.
Galtieri creyó que por haber comisionado efectivos de las FF.AA. argentinas a lavar los “trapos sucios” de los estadounidenses en Centro América, apoyando su creciente rol intervencionista en América Central, los tenía de su lado.
Incluso se lo recordó al enviado estadounidense, el entonces secretario de Estado, Alexander Haig, en sus entrevistas como “mediador”. Claro está que, a la vez, Haig estaba en contacto directo con los británicos.
Galtieri no esperaba que Reagan se uniera a Haig junto con todo su equipo y, recién al caer, consideró que la actitud de los estadounidenses solo se puede definir en una palabra: Traición.
Es que, cuando menos, no es prudente confiar en los EE.UU.; un sistema que no tiene lealtades, sino oportunidades; tampoco tiene amistades, sino conveniencias.
Como consecuencia de la guerra de Malvinas –casi a medida para favorecer intereses económicos extracontinentales- y tras la firma del Acuerdo-Tratado de Madrid, en el Ministerio de Asuntos Exteriores de España los días 14 y 15 de febrero de 1990, por parte del presidente Carlos Menem y el por entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Domingo Cavallo, se trató de hacer creer que las negociaciones con Gran Bretaña ya habían vuelto a renacer, luego de ocho años, gracias al "gran presidente", que había logrado firmar la "paz".
Ese Acuerdo, que lleva el título de "Declaración Conjunta", para evitar la forma jurídica de un Tratado, que tendría que haber sido analizado y aprobado por el Congreso, no es público. La Constitución Argentina dispone claramente, que corresponde al Congreso, declarar la paz o la guerra y este "Tratado" nunca fue sometido a consideración del Congreso; no debería siquiera haber entrado en vigencia. Supuso la rendición incondicional de Argentina y, en lo material, dio paso a las privatizaciones de las empresas estatales y de los recursos naturales del Estado. Por si fuera poco, Gran Bretaña tuvo el privilegio de ser la Nación más favorecida desde 1825, provocando que gran parte de las empresas extranjeras establecidas en el país, correspondan a manos británicas. Entre otros, los recursos mineros (las minas de oro situadas en la República Argentina están casi en su totalidad en manos de empresas británicas, con sede en diversos territorios del Commonwealth o bajo su influencia).
Por la ley 25370, sancionada el 22 de noviembre de 2000 (Boletín Oficial de 21 de diciembre de 2000) se declaró “Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas”, el 2 de abril, con carácter de Feriado Nacional.
El 7 de junio de 2006 fue modificada por la ley 26110 (Boletín Oficial de 30 de junio de 2006) declarando como feriado nacional el 2 de Abril “Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas”, con carácter de Feriado Nacional Inamovible. Ésta ley fue derogada por el artículo 9º del decreto 1584/2010, de 2 de noviembre de 2010 (Boletín Oficial de 3 de noviembre de 2010), estableciendo por su artículo 1º el 2 de Abril “Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas”.
Por el artículo 1º la ley 27399, de 27 de septiembre de 2017 (Boletín Oficial de 18 de octubre de 2017) volvió a establecerse del carácter de Feriado Nacional Inamovible para el 2 de Abril.
MALVINAS EN EL CORAZÓN
En muchos argentinos todavía y pese a todo siguen vigentes los conceptos de Patria, Nación y Soberanía y las Malvinas están en su ser, porque se llevan en los sentimientos.
Sobre todo, en los habitantes de la Patagonia, de la que las islas atlánticas son parte de su territorio, hasta ahora usurpado.
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Enrique F. Widmann- IberInfo / Buenos Aires