12 de junio de 1956: Asesinado por fusilamiento, muere el Tte Gral don Juan José Valle
En junio del año 1956 el Tte. Gral Valle estuvo al frente del levantamiento cívico-militar contra la dictadura militar autodenominada "revolución libertadora", que encabezaba Pedro Eugenio Aramburu, que mediante un cruento golpe de Estado había derrocado al Gobierno constitucional de la Nación, en 1955. Tras la caída del movimiento, Valle fue fusilado por orden de Aramburu.
ANTECEDENTES
Para derrocar el gobierno de origen democrático que presidía Juan Domingo Perón se impuso el accionar por la fuerza de las armas por la denominada “revolución libertadora”, autodenominación de la dictadura cívico-militar que gobernara la República Argentina tras derrocar al presidente constitucional Juan Domingo Perón, clausurar el Congreso Nacional y deponer a los miembros de la Corte Suprema, mediante el golpe de Estado iniciado el 16 de septiembre de 1955.
Esa misma dictadura, irrespetuosa de las leyes a tal punto que, en contra de lo estatuido en la Constitución Nacional, creara comisiones especiales para perseguir bajo la cubierta de una “investigación” a personas identificadas con el peronismo, para actuar concentrando en si misma los tres poderes constitucionales.
En efecto, desde la lisa y llana “prohibición” del peronismo, por un engendro que pretendiera tener forma legal, eyectado por el régimen dictatorial de la mal llamada “revolución libertadora”, el decreto-ley 4161, de 5 de marzo de 1956, siguiendo por la persecución y privación de la libertad de sus seguidores, fusilamientos y otras formas de eliminación física, hasta los vanos intentos de descalificación y acciones que abrieran paso a los sistemas neoliberales, en los que se avanzara en la destrucción del Estado y la fragmentación de la Nación, en favor de la “libertad de empresa” y los “negocios”, con “inserción en el mundo”.
A la vez, para tratar de disimular su propia imagen, desarrolló una amplia campaña nacional e internacional tratando de mostrar como “dictadura” al régimen anterior.
Avanzó, entonces, el proceso de desguace del Estado y desmembramiento de la Nación. No es casual que una de las primeras disposiciones del gobierno dictatorial militar de la denominada “revolución libertadora”, en 1956, fuera incorporar la República Argentina al Fondo Monetario Internacional (FMI) medida que, pese a las presiones internacionales, había sido resistida por el anterior gobierno peronista. Con la “revolución libertadora”, en 1956 Argentina también ingresó al Banco Mundial.
LOS HECHOS
El levantamiento encabezado por Valle tuvo lugar entre las 22 y las 24 del 9 de junio.
A las 0:32 horas del 10 de junio, se impuso la ley Marcial, por decreto 10.362 suscripto por Aramburu, Rojas, los ministros de Ejército, Arturo Ossorio Arana: de Marina, Teodoro Hartung; de Aeronáutica, Julio César Krause y de Justicia, Laureano Landaburu.
Cabe tener en cuenta que para imponer la ley Marcial sobre los sublevados, ésta fue aplicada con retroactividad al delito cometido, violando el principio legal de la irretroactividad de la ley penal.
Para ello, pocas horas más tarde firmaron el decreto 10.363, ordenando fusilar a quienes violaran la ley Marcial.
Entre las 2 y las 4 hs. se ejecutó a ciudadanos detenidos en Lanús.
Horas más tarde, en los basurales de José León Suárez, la policía bonaerense, a cargo del teniente coronel Desiderio Fernández Suárez ordenó al jefe de la Unidad Regional San Martín, de la policía de la provincia de Buenos Aires, comisario Rodolfo Rodríguez Moreno, que ejecutara a doce civiles detenidos en Florida (partido de Vicente López), acción que hizo realizar en los basurales de José León Suárez (partido bonaerense de San Martín).
Algunos lograron huir, entre ellos, Julio Troxler y Juan Carlos Livraga. Éste último sería luego conocido como el “fusilado que vive”, que pudo aportar información para que Rodolfo Walsh reconstruyera la historia en su obra “Operación Masacre”.
En la Escuela de Mecánica del Ejército, el general Ricardo Arandía consultó telefónicamente a Aramburu, ya en Buenos Aires el 10 de junio al mediodía, sobre los detenidos.
En Campo de Mayo, mientras tanto, el general de brigada Juan Carlos Lorio presidía el tribunal militar que realizaba un juicio sumarísimo.
Éste tribunal concluyó que los sublevados no debían ser fusilados. Pese a ello, Aramburu ratificó su decisión, pidiendo Lorio que se ordenara por escrito.
Aramburu y sus secuaces firmaron entonces el decreto 10.364 detallando la lista de militares que debían ser ejecutados (único documento que ordena fusilamientos oficialmente inscrito en la historia argentina). Con las firmas de Pedro E. Aramburu, Isaac F. Rojas, Arturo Osorio Arana, Teodoro Gartung y Julio C. Krause, se dispuso la pena de muerte por fusilamiento de los coroneles (R) Alcibíades Eduardo Cortínez, Ricardo Salomón Ibazeta; teniente coronel (R) Oscar Lorenzo Cogorno; capitanes Dardo Néstor Cano y Eloy Luis Caro; teniente primero de banda Néstor M. Marcelo Videla; suboficiales principales Miguel Ángel Paolini y Ernesto Garecca; sargento Hugo Eladio Quiroga y cabo primero músico Miguel José Rodriguez. Ordenándose ejecutarlos de inmediato por la autoridad militar en cuyo poder se encuentren los detenidos.
No existen registros de los juicios sumarios ni tampoco de informes forenses que determinen las causas de las muertes.
El 12 de junio, Juan José Valle decidió entregarse, a cambio de que se detuviera la represión a su movimiento y se respetara su vida. El abiertamente antiperonista capitán de navío Francisco Manrique fue el sujeto enviado por Rojas a buscarlo.
A las 14 horas de ese día, Valle ingresó con su amigo Gabrielli y Manrique al Regimiento I de Infantería (en Palermo) donde fue interrogado y juzgado por un tribunal presidido, también, por el general Lorio.
Después, fue enviado a la ex Penitenciaría Nacional, en la Av. Las Heras.
Fue alojado en el 6º piso. La última que lo vio con vida fue su hija Susana Valle. Ese 12 de junio, a las 22:20, Valle fue fusilado con fusiles Máuser 7,65 mm. modelo argentino 1909, por un pelotón integrado por sujetos cuyos nombres se ocultaron celosamente, como secreto de Estado.
No hubo orden escrita, ni decreto de fusilamiento, ni registro de los responsables.
La prensa al servicio del régimen dictatorial, relegó la noticia a un plano inferior.
El luctuoso saldo de los hechos de 1955, fue de 18 militares y 13 civiles asesinados por la autodenominada “revolución libertadora” que encabezaba Aramburu, secundado por Isaac Francisco del Ángel Rojas.
Se consolidaba así el régimen dictatorial militar, que abría paso al neoliberalismo y el consecuente desguace del Estado y fragmentación de la Nación. Así, entre sus primeras disposiciones, en 1956 la dictadura incorporó a la República Argentina al Fondo Monetario Internacional (FMI) medida previamente resistida por el anterior gobierno peronista, aún frente a las presiones internacionales.
Contemporáneamente, se incorporó a la República Argentina al Banco Mundial.
Tras la “revolución libertadora” se incrementó el proceso de endeudamiento y comenzaron a hacer pie en la Argentina las transnacionales de los “negocios”. Paulatinamente se fueron perdiendo la industria pesada, la aeronáutica, la de automotores, la Flota Argentina de Navegación de Ultramar, la Flota Fluvial, el sistema ferroviario, los yacimientos de oro y plata, hoy en manos de corporaciones británicas, como el de Cerro Vanguardia (Santa Cruz), prácticamente desconocido aún para gran parte de los argentinos… En fin, poco a poco, sometiendo a la Nación a la fragmentación y a la pérdida de todo.
No es extraño encontrar apellidos coincidentes con los de quienes encabezaran la “revolución libertadora” integrando estudios jurídico-contables dedicados a brindar servicios a las corporaciones transnacionales de los “negocios” y las "finanzas" en su acciones judiciales y administrativas, incluyendo las promovidas contra la Nación Argentina .
PALABRAS DE VALLE
El Teniente General Juan José Valle fue fusilado el 12 de junio de 1956 en la Penitenciaría Nacional, donde hoy se encuentra el parque Las Heras (Avda. Las Heras y Coronel Díaz). Una placa emplazada en su memoria y la de los demás fusilados lo recuerda.
Antes de morir, dejó varias cartas, que entregara a su hija Susana. Entre ellas, una dirigida a Aramburu, en los siguientes términos:
“Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado. Debo a mi Patria la declaración fidedigna de los acontecimientos. Declaro que un grupo de marinos y de militares, movidos por ustedes mismos, son los únicos responsables de lo acaecido.
Para liquidar opositores les pareció digno inducirnos al levantamiento y sacrificarnos luego fríamente. Nos faltó astucia o perversidad para adivinar la treta. Así se explica que nos esperaran en los cuarteles, apuntándonos con las ametralladoras, que avanzaran los tanques de ustedes aun antes de estallar el movimiento, que capitanearan tropas de represión algunos oficiales comprometidos en nuestra revolución.
Con fusilarme a mí bastaba. Pero no, han querido ustedes, escarmentar al pueblo, cobrarse la impopularidad confesada por el mismo Rojas, vengarse de los sabotajes, cubrir el fracaso de las investigaciones, desvirtuadas al día siguiente en solicitadas de los diarios y desahogar una vez más su odio al pueblo.
De aquí esta inconcebible y monstruosa ola de asesinatos.
Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan.
Aunque vivan cien años sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones. La palabra ‘monstruos’ brota incontenida de cada argentino a cada paso que da.
Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado.
Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten.
Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las instituciones y templos y personas. En las guarniciones tomadas no sacrificamos un solo hombre de ustedes. Y hubiéramos procedido con todo rigor contra quien atentara contra la vida de Rojas, de Bengoa, de quien fuera. Porque no tenemos alma de verdugos. Sólo buscábamos la justicia y la libertad del 95% de los argentinos, amordazados, sin prensa, sin partido político, sin garantías constitucionales, sin derecho obrero, sin nada.
No defendemos la causa de ningún hombre ni de ningún partido. Es asombroso que ustedes, los más beneficiados por el régimen depuesto, y sus más fervorosos aduladores, hagan gala ahora de una crueldad como no hay memoria.
Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país.
Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo.
Como tienen ustedes los días contados, para librarse del propio terror, siembran terror. Pero inútilmente. Por este método sólo han logrado hacerse aborrecer aquí y en el extranjero. Pero no taparán con mentiras la dramática realidad argentina por más que tengan toda la prensa del país alineada al servicio de ustedes.
Como cristiano me presento ante Dios, que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino, derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos no sólo de minorías privilegiadas.
Espero que el pueblo conozca un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias en sangre.
Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos.
Viva la patria.”
MUERTE DE ARGENTINOS:
Muchos más fueron los argentinos –civiles y militares- víctimas de los homicidios perpetrados en esos días, a mediados de junio de 1956.
*Fusilados en Lanús (provincia de Buenos Aires)
-Tte. Coronel José Albino Yrigoyen
-Capitán Jorge Miguel Costales
-Dante Hipólito Lugo
-Clemente Braulio Ros
-Norberto Ros
-Osvaldo Alberto Albedro.
*Homicidios consumados en los basurales de José León Suárez (provincia de Buenos Aires) baleados por la espalda, el 10 de junio de 1956
-Carlos Lizaso
-Nicolás Carranza
-Francisco Garibotti
-Vicente Rodríguez
-Mario Brión
*Víctimas de homicidios en actos de represión, en La Plata (provincia de Buenos Aires), el 10 de junio de 1956
-Carlos Irigoyen
-Ramón R. Videla
-Rolando Zanetta
*Fusilados en La Plata (provincia de Buenos Aires), los días 11 y 12 de junio de 1956
-Tte Coronel Oscar Lorenzo Cogorno
-Subteniente de Reserva Alberto Abadie
*Fusilados en Campo de Mayo (provincia de Buenos Aires), el 11 de junio de 1956
- Coronel Eduardo Alcibíades Cortines
-Capitán Néstor Dardo Cano
-Coronel Ricardo Salomón Ibazeta
-Capitán Eloy Luis Caro
-Teniente Primero Jorge Leopoldo Noriega
-Teniente Primero Maestro de Banda de la Escuela de Suboficiales Néstor Marcelo Videla
*Asesinados en la Escuela de Mecánica del Ejercito, el 11 de junio de 1956- Sub Oficial Principal Ernesto Gareca
-Sub Oficial Principal Miguel Ángel Paolini
-Cabo Músico José Miguel Rodríguez
-Sargento Hugo Eladio Quiroga
*El 11 de junio de 1956 fue ametrallado en el Automóvil Club Argentino Miguel Ángel Maurino, falleciendo el día 13 en el Hospital Fernández.
*Fusilados en la Penitenciaria Nacional, Av. Las Heras y Coronel Díaz, ciudad de Buenos Aires, el 11 de junio de 1956
-Sargento ayudante Isauro Costa
-Sargento carpintero Luis Pugnetti
-Sargento músico Luciano Isaías Rojas
*Fusilado en la Penitenciaria Nacional, Av. Las Heras y Coronel Díaz, ciudad de Buenos Aires, el 11 de junio de 1956
-Gral. de División Juan José Valle
*El 28 de junio, Aldo Emil Jofré, según la “explicación” oficial, apareció ahorcado en el calabozo de la Unidad Regional Lanús de la policía de la provincia de Buenos Aires, donde se lo mantenía privado de la libertad desde la noche del 9 de junio.
“Fusilamientos” sin formalidad alguna; sin juicio sumario, sin Consejo de Guerra; ocultándose (hasta hoy) la identidad de los integrantes de los “pelotones de fusilamiento” ejecutores.