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Fundación de Buenos Aires

El sábado 11 de junio de 1580 (según constancias del acta, considerando el calendario juliano entonces vigente, San Bernabé; día 21, según el cálculo matemático referido al calendario gregoriano), se celebró la ceremonia fundacional de Buenos Aires por parte de don Juan de Garay, en un alto dominante sobre el Río de la Plata, situado hacia el norte del Riachuelo.

Ésta fue la única fundación formal de la actual capital argentina, sobre la base de la normativa de la legislación de la Corona española de la época.


DON PEDRO DE MENDOZA

D. Pedro de Mendoza, que llegara al Río de la Plata como Adelantado, con los títulos de Gobernador, Capitán General de las Provincias del Río de la Plata y Alguacil Mayor, por la autoridad conferida se asentó con sus expedicionarios entre el 2 y el 3 de febrero de 1536 en el lugar que denominara Real y puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre, en la margen derecha del Río de la Plata, en el sitio que se estima correspondería al actual Parque Lezama, de la capital argentina. No fundó la ciudad, porque carecía de atribuciones legales para hacerlo, no cumpliendo –en consecuencia- con los requisitos formales que imponía el marco legal de la Corona española de la época.

El 9 de junio de 1527 Sebastián Gaboto había fundado el fuerte de Sancti Spiritu, en el sitio donde el río Carcarañá desemboca en el Coronda, actual provincia argentina de Santa Fe. Este fuerte había sido incendiado en septiembre de 1529 por los querandíes.

El 15 de junio de 1536 el lugarteniente de don Pedro de Mendoza, Juan de Ayolas, fundó en un lugar cercano a las ruinas de Sancti Spíritu el Fuerte de Corpus Christi (destruido por aborígenes timbúes el 3 de febrero de 1539).

En diciembre de 1536 nativos querandíes superaron las defensas del asentamiento poblado de Buenos Aires y penetraron en él, dando muerte a gran parte de los pobladores, incendiándolo y destruyéndolo totalmente. Pedro de Mendoza y algunos españoles lograron escapar a la matanza y marcharon hacia el norte, alcanzando a refugiarse en las ruinas de Sancti Spíritu.

Desde allí, Mendoza envió una pequeña partida al mando de su lugarteniente Juan de Ayolas hacia el norte, para reconocer las orillas del río. Ayolas, acosado por las pestes, el hambre y los continuos ataques de los indios, no pudo cumplir con la tarea encomendada y comenzó el regreso a Sancti Spiritu.

Tras muchas penurias, privaciones y desventuras por parte de los pobladores, don Pedro de Mendoza, enfermo y desalentado por las malas noticias que recibía de Ayolas, decidió retornar a la Península. Para ello delegó el mando en Francisco Ruiz Galán, quien debía esperar el regreso de Juan de Ayolas y embarcó, zarpando rumbo a España el 22 de abril de 1537.

No alcanzó a llegar. Murió en alta mar durante el viaje de regreso a España, se cree que afectado de sífilis; siendo su cuerpo arrojado al mar, cerca de las islas Canarias, el 23 de junio de 1537.

Tras zarpar Mendoza, Buenos Aires volvió a ser reconstruida; hasta que a finales de junio de 1541 fue despoblada e incendiada. Sus 350 habitantes marcharon hacia el norte, procurando llegar a Asunción del Paraguay.


JUAN DE GARAY

Juan de Garay (Juan García Garay) nacido en 1528 en un lugar impreciso del nordeste de la ya unificada Corona de España, ya que no se cuenta con acta de nacimiento ni de bautismo que lo precise y algunas fuentes señalan a la ciudad vizcaína de Orduña (Vizcaya, actual País Vasco), y otras lo sitúan en la Junta de Villalba de Losa (en la comarca de Las Merindades, provincia de Burgos, actual comunidad autónoma de Castilla y León), siendo ambas localidades vecinas; debiendo tenerse en cuenta que la Junta de Villalba de Losa fue y es una población castellana, y Garay se autodefinía como “vizcaíno”, según refiriera su descendencia.

En el año 1543, cuando Garay contaba con unos 15 o 16 años de edad, acompañó a su familia materna al gran Virreinato del Perú.

Garay sirvió a la Corona española en tierras americanas. El 26 de febrero de 1561, junto a Ñuflo de Chaves, fundó la primera Santa Cruz de la Sierra, en los Llanos de Chiquitos y Gran Chaco, actual Estado Plurinacional de Bolivia.

En 1567 su tío materno, el capitán Juan Ortiz de Zárate, fue nombrado adelantado interino por el virrey del Perú, ya que desde el 19 de octubre de 1564 ocupaba el cargo de sexto gobernador del Río de la Plata y del Paraguay, luego de destituir a Francisco Ortiz de Vergara. Ortiz de Zárate designó en el cargo de lugarteniente asunceño a Felipe de Cáceres y éste, a su vez, nombró capitán a Juan de Garay, ordenándole que "traiga a gentes a la provincia de Paraguay".

Juan de Garay partió hacia Asunción con su familia, donde llegó al cabo de unos cuatro meses, el 11 de diciembre de 1568. Poco antes de llegar, el 8 de diciembre, fue designado como alguacil mayor del Río de la Plata.

Ya en 1580, con el fin de repoblar el lugar del asentamiento de don Pedro de Mendoza, Juan de Garay decidió bajar desde Asunción hasta Santa Fe, población que el mismo fundara siete años antes, el 15 de noviembre de 1573, en compañía de un grupo de mancebos de la tierra (criollos) también llegados desde Asunción, haciéndolo en cercanías de la actual localidad de Cayastá, en las barrancas del río Quiloazas (actualmente San Javier); población que entre el 5 de octubre de 1650 y diciembre de 1660 fue trasladada a unos 80 kms. hacia el sur, hasta su actual ubicación (la de la capital provincial de Santa Fe), desde entonces denominada Santa Fe de la Vera Cruz.

Para la nueva expedición Garay hizo los aprestos necesarios, partiendo con sesenta soldados que respondieran al bando de convocatoria por el que se ofrecieran tierras y otras mercedes a los nuevos pobladores: Luis Gaytán, Pedro Ávalos, Domingo de Irala, Miguel López Madera, Miguel Gómez, Jerónimo Pérez, Juan Basualdo, Diego de Barieta, Víctor Cano, Pedro Luis, Pedro Fernández, Pedro Franco, Alonso Gómez, Esteban Alegre, Pedro de Izarra, Pedro Fernández de Zárate, Baltasar de Carbajal, Antonio Bermúdez, Jusepe de Zayas, Francisco Bernal, Miguel del Corro, Bernabé Veneciano, Cristóbal de Altamirano, Pedro de Jerez, Sebastián Bello, Juan Domínguez, Pedro de Isbran, Pedro Rodríguez, Pedro de Quirós, Alonso de Escobar, Antonio de Higueras de Santana, el adelantado don Gonzalo Martel de Guzmán, Juan Ruiz de Ocaña, Juan Fernández de Enciso, Hernando de Mendoza, Pedro Morán, Rodrigo de Ibarrola, Andrés Vallejos, Pedro de Zayas, Lázaro Guiriveo, Juan de Carbajal, Pantaleón, Pedro de Medina, Juan Martin, Esteban Ruiz, Andrés Méndez, Miguel Navarro, Sebastián Fernández, Juan de España, Ambrosio de Acosta, Rodrigo Gómez, Pablo Cimbrón, Antonio Roberto, Jerónimo Núñez, Pedro de la Torre, Domingo de Arramendia, Antón de Porras, Ochoa Márquez, Juan Rodríguez, Alonso Parejo, Pedro Hernández y Juan de Garay.

Por éste orden están sus nombres en la lista de las reparticiones de tierras y solares en que dice que son los que se alistaron debajo del estandarte real en la Asunción para salir a la nueva población a la que, en efecto, vinieron.

Cabe tener en cuenta que, pese a su jerarquía, Juan de Garay escogió para si el último lugar; además, se incluyó en la repartición al noble extremeño Juan de Altamirano, no porque hubiera salido de Asunción, sino porque se agregó a los pobladores, tras librarse de su cautiverio, como se verá más adelante.

También fue adjudicataria de solar y tierras Ana Díaz, que era viuda y quiso venir a la nueva ciudad para no apartarse de una hija, casada con uno de los pobladores.

La expedición partió de Asunción el 9 de marzo de 1580 en una flotilla integrada con la carabela ‘Cristóbal Colón’, dos bergantines y naves menores, en las que llegaron a Santa Fe, donde quedaron durante algunos días para reforzarse y esperar la llegada de los caballos, conducidos por tierra. Al cabo de esos días, parte de los expedicionarios siguió hacia el sur, navegado por el río Paraná, comandados por Garay y otra parte lo hizo por tierra, llevando al frente a Alonso de Vera y Aragón y Calderón, apodado ‘Cara de Perro’ por su gesto hosco, hijo de Rodrigo de Vera y Aragón y Torres y sobrino del adelantado Juan Torres de Vera y Aragón; quien en 1585 fundaría Concepción del Bermejo.


FUNDACIÓN DE BUENOS AIRES

Las naves de Garay llegaron a la boca del Riachuelo el domingo 29 de mayo de ese año; desembarcando en el mismo lugar donde en 1536 lo hiciera el adelantado don Pedro de Mendoza.

La columna que se desplazara por tierra por tierra llegó a fines de junio.

Con premura, la gente que arribara con Garay realizó obras para quedarse en el lugar, levantando un reducido asentamiento situado algo más al norte (área de la actual Plaza de Mayo, de la ciudad de Buenos Aires) del que se levantara con don Pedro de Mendoza. Con esas nuevas construcciones ya realizadas, el día sábado 11 de junio de 1580 (según el calendario juliano entonces vigente), se celebró la ceremonia fundacional en el lugar, un alto dominante sobre el Río de la Plata.

Tengamos en cuenta que el calendario gregoriano, denominado así por haber sido promovido por S.S. el papa Gregorio XIII, sustituyó en 1582 al calendario juliano, hasta entonces desde que Julio César lo instaurara en el año 46 a. C. El papa Gregorio XIII promulgó el uso de este calendario por medio de la bula Inter Gravissimas llevándose a la práctica en octubre de 1582. Con el ajuste del tiempo resultante, al jueves (juliano) 4 de octubre de 1582 le sucedió el viernes (gregoriano) 15 de octubre de 1582; desapareciendo diez días, que ya se habían contado de más en el calendario juliano.

Ello explica que si bien de la lectura del acta labrada por don Juan de Garay surge que se menciona como sábado el día de la fundación de Buenos Aires (11 de junio de 1580, San Bernabé), el resultado del cálculo matemático actual, sobre la base del calendario gregoriano, indica que habría sido miércoles.

El acta respectiva comienza en los siguientes términos:


“En el nombre de la Santísima Trinidad, padre é hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios verdadero, que vive y reyna por siempre jamás amen, y de la gloriosísima Virgen Santa Maria, su madre, y de todos los santos y santas de la corte del cielo, yo Juan Garcia Garay, teniente de Governador y Capitan General y Justicia mayor y alguacil mayor en todas estas provincias, por el muy Ilustre el Licenciado Juan de Torres de Vera y Aragon, del Consejo de su magestad, y su oidor en la Real Audiencia de la ciudad de la Plata en los Reynos del Pirú, Adelantado y gobernador y Capitan General y justicia mayor y alguacil mayor en estas dichas provincias del Rio de la Plata, por la magestad Real del Rey don Felipe nuestro señor, conforme y al tenor desus Reales provisiones y capitulacion, dadas y hechas con el muy Ilustre señor adelantado Juan Ortiz de Zárate, difunto, su antecesor, y por virtud de la cláusula de su testamento y disposicion por lo cual le sostituyó y eligió por sucesor segun que todo mas largamente por las dichas escrituras consta, á que me refiero: digo, que en cumplimiento de lo capitulado y asentado con su magestad por el dicho señor Adelantado Juan Ortiz de Zárate, y en lugar del dicho señor Adelantado Juan de Torres de Vera y Aragon, su sucesor, y en nombre de la magestad Real del Rey don Felipe nuestro señor, hoy sábado, dia del señor San Bernabé, once dias del mes de junio del año del nacimiento de nuestro señor Jesucristo de mil y quinientos ochenta años, estando en este puerto de Santa Maria de Buenos Ayres, que es en la provincia del Rio de la Plata, intitulada la nueva Vizcaya, é fundo en el dicho asiento é puerto una ciudad, la cual pueblo con los soldados y gente que al presente tengo, é traido para ello, la yglesia de la cual pongo su advocacion de la Santísima Trinidad, la cual sea é ha de ser yglesia mayor é perroquial, contenida y señalada en lata que tengo fecha de la dicha ciudad y la dicha ciudad mando se intitule la ciudad de la Trinidad…”


Según el documento, se la denominó “Ciudad de Trinidad”, en memoria del arribo, que tuviera lugar el domingo de la Santísima Trinidad. Al puerto se le dio el nombre de “Santa María de los Buenos Aires”. Cumpliéndose con todas las formalidades: se señalaron ministros de justicia y regidores, se plantó el rollo y se levantó el Real Estandarte, en nombre del rey don Felipe; también se hizo repartición de soldados, delineando la planta de población que se había de seguir.

Años antes, Juan Ortiz de Zárate, tercer adelantado del Río de la Plata, había denominado oficialmente a ésta región como “Nueva Vizcaya”, en homenaje a su tierra de origen; ya que había nacido en la villa de Orduña (Vizcaya) hacia 1515.

Tras varias escaramuzas con los querandíes, que poblaban estas tierras, se unió a los expedicionarios españoles el noble extremeño don Cristóbal de Altamirano, apresado por los charrúas después de la fundación de Santa Fe en la isla San Gabriel, situada en el Río de la Plata, a unos 3 kilómetros de la costa del actual departamento uruguayo de Colonia. Altamirano quedó posteriormente en manos de de los querandíes, de los que pudo escapar tras la llegada de Garay al Río de la Plata.

Cuando Garay fundara Buenos Aires, reservó para la plaza pública una porción de terreno de forma cuadrada, de 140 varas de lado, que se denominó Plaza Mayor o Plaza Grande. Vale decir, no dio cumplimiento a la disposición del capítulo 112 de las ‘Ordenanzas de descubrimientos, nueva población y pacificación de las Indias’, dadas por Felipe II en julio de 1573, ya que el perímetro de la Plaza Mayor debía ser rectangular con un largo de una vez y media su ancho (en quadro prolongada, que por lo menos tenga de largo una vez y media de su ancho).

Ocupaba aproximadamente la mitad del tamaño actual de la Plaza de Mayo (unas 2 hectáreas) y estaba delimitada por las líneas de las actuales avenida Rivadavia y las calles Bolívar, Hipólito Yrigoyen y Defensa.

El terreno situado hacia el este, vale decir, hacia el Río de la Plata, correspondiente al cuadro que forman las actuales avenida Rivadavia y las calles Defensa, Hipólito Yrigoyen y Balcarce, fue dado en propiedad al cuarto adelantado del Río de la Plata, Juan Torres de Vera y Aragón, originario de Estepa (Sevilla), quien no llegó a edificar sobre el mismo (denominado Solar del Adelantado), dejándolo abandonado, hasta que en 1608 el procurador general pidió que fuera destinado a plaza (actual Plaza de Mayo).



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