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Vicente López, el Supergas y Doña Petrona

En la primera mitad de la década del ’30 del pasado siglo XX, la obra constructiva y de absoluto nacionalismo que paulatinamente venía desarrollando la Dirección de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en el marco del abastecimiento energético y el orden económico del país, sorprendía a la población del partido bonaerense de Vicente López, haciéndolo destinatario de la primicia del servicio de Supergas.


Entonces, entre los países sudamericanos la República Argentina fue el primero en salvar con tino y sentido comercial las dificultades y obstáculos técnicos que se oponían a la producción constante y normal de gas.

Argentina se convertía entonces en el primer país de América hispana con este servicio de confort para el hogar; siendo Vicente López un lugar privilegiado que lo disfrutara como primicia en su consumo.



Fue entonces que en muchas casas del partido se decidió adoptar el nuevo servicio, sustituyendo las antiguas cocinas de carbón y algunas más modernas, a gas de kerosene.


Las ventajas eran evidentes: la higiene, el tiempo que se ganaba en la cocina e incluso la mejora en la estética hogareña, con los nuevos y modernos artefactos para Supergas. Facilitando las tareas domésticas, en las que la cocina era una de las más pesadas; sobre todo, cuando no se disponía de los medios necesarios para realizarlas con el menor esfuerzo posible.

El Supergas llegó a las residencias más importantes...



... y también a las más humildes del partido.



Es ahora inimaginable el programa diario que representaba hasta entonces la cocina para la mujer de la casa: preparando la leña o el carbón o, en el mejor de lo casos, el kerosene, trasvasándolo desde las “latas” grandes, de 4 o 5 galones o 20 litros, a recipientes menores para cargar el tanque de la cocina o del calentador. Luego, el calentamiento inicial del gasificador, en uno u otro artefacto, con alcohol de quemar (metílico) hasta alcanzar la temperatura adecuada para luego bombear el kerosene (con una especie de inflador incorporado a fin de forzar el paso del kerosene por el gasificador, que una vez convertido en gas pasaba al quemador (hornalla), donde se encendía.

Todo ello con el esfuerzo, molestias y riesgos derivados de las operaciones con combustibles líquidos fácilmente inflamables; con inevitables pérdidas e incluso derrames en el trasvase y en los movimientos de los recipientes contenedores.

No menos trabajosa y molesta era la cocina a leña o carbón, requiriendo espacio para la acumulación del combustible, que debía fraccionarse en trozos pequeños para quemarse en las cocinas “económicas” de la época; agregando tarea adicional, mayor demanda de tiempo y menores condiciones de limpieza e higiene.



Con el Supergas dejaron ser molestia en la cocina el humo, el hollín y las cenizas. Cocinar con Supergas se hizo, entonces, una tarea más placentera, dándole también más tiempo a las amas de casa.



El Supergas es el gas natural extraído de los pozos petrolíferos u obtenido en las destilerías de petróleo. Para facilitar y hacer económica su distribución, se licua a moderada presión y una vez concentrado se envasa en los cilindros de acero preparados especialmente para soportar la fuerza expansiva del gas y los traqueteos del transporte en largas distancias.

En la utilización, el Supergas sale del cilindro contenedor en estado gaseoso, sin dificultad alguna. Quema formando una llama limpia, azul transparente, por su calidad y pureza superlativas ya que en los procesos técnicos de su su elaboración se aprovechan los compuestos más valiosos.

De allí que el Supergas, como elemento combustible, pueda definirse como "el corazón del gas".

Es el combustible ideal, económico, limpio, rápido en el uso, de fácil aplicación a todas las cocinas de gas, mediante un dispositivo especial (regulador) y siempre listo para su uso inmediato.

Aparte de la cocina, hizo posible poder disponer de agua caliente a discreción. Con el Supergas no había demora, no debía esperarse que el agua se calentara. Bastaba abrir la canilla para que el paso de agua activara el funcionamiento del calefón (aún no existía el termotanque hogareño) y el agua caliente saliera a temperatura que permitía su uso inmediato.



El Supergas se hizo, dentro del país, una nueva industria implementada por los Yacimientos Petrolíferos Fiscales para resolver el problema que presentaba la poca difusión del gas, en virtud de los fuertes capitales que demandaba su instalación para organizar un servicio público y por ser, hasta entonces, elaborado con materia prima importada.

Las modernísimas plantas (para la época) de gas líquido con las que contaba Yacimientos Petrolíferos Fiscales en La Plata y Comodoro Rivadavia, fueron las primeras construidas en Sud América, con capacidad suficiente para atender con solicitud y esmero a muchos miles de consumidores domésticos e industriales, mediante la utilización del servicio de distribución entonces implementado, propio de éste producto.



Cada usuario disponía de dos grandes cilindros de gas envasado, de 45 kgs. cada uno. Al vaciarse uno de ellos, con un simple movimiento de la válvula de paso se cambiaba al otro y con un mero llamado telefónico se procedía en poco tiempo a la renovación del cilindro vacío de Supergas, mientras el envase suplementario seguía en uso; asegurando que un cilindro de Supergas estuviera siempre en función constante, proporcionando el combustible necesario para la casa, durante unos dos meses o algo más si se usaba solo en la cocina y la mitad si, además, se aplicaba para el agua caliente.

La acción de Yacimientos Petrolíferos Fiscales no se reducía solo a la producción y distribución del Supergas, sino que su organización ejercía un severo control sobre todos los aparatos y cocinas aplicados a su utilización, asegurando la eficiencia constante en el servido. Por tal motivo, solo permitía el empleo de artefactos aprobados por su departamento de control, no solo los industrializados en el país, sino cualquiera fuera el lugar de fabricación y procedencia.



Como contraste notable con respecto al gas de alumbrado en uso hasta entonces, el Supergas ofrecía la ventaja de no ser venenoso, no conteniendo óxido de carbono ni otros compuestos nocivos; una garantía más para el consumidor.

Yacimientos Petrolíferos Fiscales, en su plan de distribución a largas distancias fijó objetivos para hacerlo llegar paulatinamente a todos los puntos de la República, siendo un innegable beneficio para todas las poblaciones donde no existía gas de alumbrado.

En Vicente López, desde la quinta presidencial hasta las más modestas viviendas comenzaron a realizar las instalaciones domiciliarias de Supergas.

Por disposición del presidente de la República, se dotó de Supergas no sólo a la residencia, sino también a la Colonia de Vacaciones de Niños Débiles que funcionaba en el parque.

Para fines de 1933/comienzos de 1934, Vicente López mostraba las siguientes cifras:

Población (habitantes)……………………………….….….…………… 43.000

Propiedades edificadas…………………………………………………. 18.500

Establecimientos comerciales……………………………………..….... 1.007

Establecimientos fabriles………………………………………..…..…... 25

Escuelas Provinciales………………………………………………..…... 16

Escuelas particulares…………………………………………………..… 5

Escuelas incorporadas…………………………………………………... 3

Población escolar……………………………………………………….... 5.596

Personal docente…………………………………………………..…….. 199

Universidad popular………………………………………………..……... 1

Bibliotecas…………………………………………………………………. 3

Academias y conservatorios…………………………………………...... 10

Sociedades culturales, deportivas y mutualistas……...............……... 30

Diarios y periódicos…………………………………………………….…. 8

Broadcastings……………………………………………………………… 6

Líneas de colectivos y ómnibus……………………………..……........... 12

Permisos de edificación acordados en el año 1933………............… 2.800


DOÑA PETRONA

Doña Petrona (Petrona Carrizo de Gandulfo) fue una destacada cocinera mediática argentina, considerada pionera en su actividad, en la República Argentina.



Nació en La Banda (Santiago el Estero), junto al Mishqui Mayu (el Río Dulce, en quechua) el 29 de junio de 1896.

Fue la penúltima de siete hijos; transcurriendo su infancia en familia, en la capital provincial santiagueña.

Fue su madre, doña Clementina, quien la iniciara en las bases de la cocina hogareña, con la masa de hojaldre.

Fue a trabajar a la estancia Quebrachitos, en el departamento santiagueño de Aguirre, donde conoció a Atilio Gandulfo, entonces empleado ferroviario, con quien contrajera matrimonio posteriormente.



Ya casados, emigraron a Buenos Aires en busca de mejores oportunidades. Su esposo consiguió un empleo en el Correo oficial, sufriendo una afección que limitó su capacidad laboral; motivo que la impulso a buscar trabajo también a ella. Lo consiguió, en la Compañía Primitiva de Gas, siendo su función la de enseñar a usar las nuevas cocinas a gas, artefacto doméstico que en esa época comenzaba a instalarse en las casas argentinas. Para ello, no solo mostraba el funcionamiento de las nuevas cocinas, sino que también cocinaba en ellas, en una vidriera ante el público, para demostrar que gastando sólo 20 centavos de gas, se podía hacer un menú completo.



Hacia 1930 las ecónomas de la Primitiva ofrecían clases de cocina en los salones de venta que la empresa tenía en los barrios de Barracas, Boedo, Almagro, Flores, Floresta y Belgrano. Doña Petrona se había especializado en preparar un menú completo que valía 20 centavos, precio entonces del metro cúbico de gas y, también, del litro de nafta nacional de la flamante YPF.



Las cocinas a gas utilizadas eran las de la Primitiva (“PrimGas”) y otras marcas; muchas importadas, de origen británico.

Los modelos de cocinas a gas continuaron perfeccionándose y, promediando los años ´30, poco quedaba de las pesadas cocinas a gas de hierro fundido.

Se ofrecían nuevos modelos, fabricados en el país, que vendía la Primitiva y eran presentados como “buenas como las inglesas pero adaptadas al medio local” -con un asador especial- y “muy eficaz para la parrilla criolla”.



Tras las demostraciones, el público femenino se acercaba a doña Petrona y a las otras ecónomas, interesadas no solo en las cocinas como artefacto, sino sobre las comidas que podían elaborar con ellas.

La repercusión hizo que la Primitiva comenzara un plan de difusión en las revistas de la época y realizara un ciclo de conferencias en el recientemente abierto salón de actos del semanario “El Hogar”, de la editorial Haynes, que comenzó en mayo de 1931, publicitado como “Conferencias de arte culinario por la célebre conferencista, doña Petrona C. de Gandulfo”. Era la primera vez que un salón de conferencias de una editorial se inauguraba con un ciclo de charlas sobre economía doméstica.



En la preparación de las comidas, doña Petrona y otra ecónoma de la Primitiva personificaban al ama de casa ajena a los percances del carbón y los preparados improvisados.

Con blancos guardapolvos y cofias parecían las distendidas amas de casa que disfrutaban del gas en los avisos de la época.

Tras la clausura del primer ciclo de conferencias, en diciembre de 1931, la revista “El Hogar” dedicó espacio a las dos ecónomas.

Durante varios años dona Petrona continuó con sus clases en la Primitiva e, independientemente, con sus recetas semanales en “El Hogar”.

Tal era el éxito que ni la huelga de tranvías, en 1932, impidió que el salón se llenara de público.

No dejó de considerar Doña Petrona la llegada que por entonces comenzaba a tener la radiofonía en la vida de millones de argentinos. Fue así que, contemporáneamente con sus ciclos de conferencias, comenzó a desarrollar programas en las radioemisoras porteñas.

Eran los años de esplendor del cine sonoro y también de la radiofonía con audiciones y espectáculos “en vivo”, en los que en los estudios de radio –prácticamente salas de espectáculos- los radioescuchas que podían trasladarse a ellos podían ver a sus artistas preferidos.

Doña Petrona consideró que era el mejor medio para llegar a miles de hogares.

Comenzó sus audiciones en radio Argentina, auspiciada por La Primitiva y de otras empresas a las que, en un trabajo de producción de ella misma.

A radio Argentina se sumaron otras: Excelsior, El Mundo y Mitre.


Los programas podían escucharse tres veces por semana, generalmente los lunes, miércoles y viernes, a las 14 horas.

Audiciones como “Las clases magistrales de Doña Petrona C. de Gandulfo” y “Tardecitas de Royal”, se extendieron a lo largo de 25 años.

De su popularidad ilustra el enorme volumen de correspondencia que llegaba a los estudios radiales, con las más variadas consultas de sus fieles oyentes.

La radio hizo posible que sus enseñanzas se extendieran a un público más numeroso, con cobertura geográfica amplísima; favoreciendo también la difusión de las ventajas del uso del gas.

En los años ’70 creó la Asociación Argentina de Ecónomas y Gastrónomas.

Hacia 1985 doña Petrona recordaba que: “...El carbón, usado prácticamente en todo el país, era más caro que el gas. La gente que escuchaba mis clases, por lo general, de condición modesta en los barrios, comenzó a experimentar las ventajas y facilidades que otorgaba aquel fluido, pues eran realmente positivos los beneficios que tanto desde el punto de vista práctico como económico, reportaba su empleo...”.

Fue el mas destacado personaje de la cocina, en tiempos en los que colesterol y triglicéridos no eran mala palabra: “El puchero era algo cotidiano; ahora se sientan a la mesa y ya calculan las calorías del chorizo colorado”, dijo una vez en un reportaje.

En la década de 1940-1950, ya era figura excluyente del arte culinario local.

Hacia 1932 tomó la decisión de volcar sus enseñanzas en un libro. Concluida la redacción, visitó el Centro Azucarero, para el que ya había hecho algunos trabajos. Intercambió opiniones con su director sobre el posible título. Había pensado en algo parecido a “El Arte del Buen Comer”, pero Luis J. García -director del Centro- le sugirió “El Libro de Doña Petrona” que, al principio, rechazó, con la idea de que la hacía vieja. Finalmente García llegó a convencerla.

Ya resuelto el título, restaba el tema de su comercialización.

Visitó entonces al señor Ortega Ackerman, director Editorial Atlántida, a quien propuso vender cada ejemplar a 5 pesos. La opinión de Ackerman fue que a ese valor nadie compraría un solo libro.

Petrona habló sobre el tema con su esposo, diciéndole que cada libro costaría 7 pesos.

Sin recursos para imprimirlo, logró que los propietarios de una imprenta asumieran la mitad del costo total de la primera edición, aportando el resto un amigo de la familia.



Al poco tiempo, tenía los 3.000 ejemplares de la primera edición en su domicilio. Con la misma decisión de los pasos anteriores comenzó a venderlos en la puerta de su propio departamento, en un segundo piso. En un par de semanas, las colas de mujeres para adquirirlo se formaban desde allí hasta el final de la cuadra.

Encargó una segunda edición, de 5.000 ejemplares, sin participación de librería alguna.

Su libro había alcanzado en 1939 la quinta edición, siendo recomendado por la revista “Atlántida” como uno de los mejores.



A medida que se agotaban las primeras ediciones, aumentaba el número de ejemplares de las siguientes, llegando a tiradas de 40.000 libros. Hubo un año en que se vendieron 120.000 ejemplares, de distintas ediciones. Batió récords de venta, superando a Jorge Luis Borges y a Ernesto Sábato. Hubo años en que solo fue superado por la Biblia.

Un gran libro, en todo sentido. Cada ejemplar de la última edición pesa casi un kilogramo. Se vendieron más de 3.000.000 de ejemplares de sus 102 ediciones publicadas hasta el año 2010- ésta, la de Editorial Distal, de 824 páginas y 855 gramos de peso, ISBN: 9789875022294 -; en julio de 2018 se anunció el lanzamiento de una nueva edición presentada como “definitiva”, la 103, realizada por Editorial Planeta, con unas mil recetas de la autora y material adicional, como imágenes inéditas obtenidas del archivo familiar. Según los editores, esta edición es la "definitiva, revisada, ordenada y corregida".

Años más tarde publicó otras obras culinarias: “Para Aprender a Decorar”, “Las Recetas Económicas de Doña Petrona”, “Coma Bien y Adelgace” (en coautoría con el doctor Alberto Cormillot) y “El placer de comer y adelgazar”.

Desde la radio, dio el salto a la televisión en 1952, un año después de la primera emisión abierta por ese medio en la República Argentina; haciéndolo en el programa llamado “Variedades hogareñas”, que se transmitía por Canal 7, el único existente entonces, en blanco y negro.

Posteriormente, el ciclo tomó el nombre de “Jueves hogareños”.


A partir de 1961 pasó a Canal 13, incorporada al programa “Buenas tardes, mucho gusto”, con su asistente Juanita Bordoy. Tuvo alcance nacional.


DOÑA PETRONA, VECINA DE VICENTE LÓPEZ

Petrona Carrizo de Gandulfo tuvo un hijo llamado Marcelo Francisco Gandulfo, quien fue su administrador en la última etapa. Enviudó de Atilio Gandulfo, aunque siempre conservó su apellido para la actividad profesional.

Contrajo nuevo matrimonio, haciéndolo con Atilio Massuh, un agente de Bolsa.

Durante gran parte de su vida tuvo su vivienda en la casa de la calle Antonio Malaver 710, casi Azcuénaga, frente a la Quinta Presidencial de Olivos.



El teléfono era originariamente (años ’30) el U.T. (Unión Telefónica) 4145 y posteriormente, tras la ampliación y modernización de las centrales por parte de Teléfonos del Estado, el (4) 791-4145, que hasta el año 2001 siguió a su nombre; pasando posteriormente al Taller de Idiomas, de la calle Gral. José M. Paz.


Doña Petrona murió en su casa de Olivos el 6 de febrero de 1992. Tenía 95 años y conservaba el hábito de fumar y tomar dos medidas diarias de whisky con hielo, a la mañana y a la tardecita, acompañadas con unas galletitas con paté o manteca.

Hasta entonces estuvo a su lado Juanita Bordoy, su fiel ayudante y colaboradora en los programas de televisión.

Tras la muerte de doña Petrona, Juanita Bordoy se traslado a Formosa, donde habría fallecido en 1995

Los restos de doña Petrona fueron inhumados y descansan en el Cementerio de Olivos.


BIBLIOTECA:

Cliqueando sobre la imagen de la portada que sigue, podrán acceder a la copia de un ejemplar de la trigésimo sexta edición del "Libro de Doña Petrona", año 1950, digitalizada, en formato pdf, que se puede leer y/o descargar.

Dijo doña Petrona al presentarlo: "Con este libro deseo ayudar a toda señora amante del arte culinario. Con él la persona más novicia puede confeccionar los platos más exquisitos. Las recetas están explicadas en forma clara y sencilla. Pido nada más que, al ponerlas en práctica, las lean con atención, que usen las cantidades exactas, se fijen en la calidad de los ingredientes a usar y sigan al pie de la letra las instrucciones para su confección, y que, ante cualquier duda o inconveniente, den un vistazo a las páginas de detalles de importancia".


AUDIO:

Semblanza de Doña Petrona Carrizo de Gandulfo en el recuerdo de la emisora universitaria de su provincia natal: LRK 312 Radio Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE) FM. 92.9 Mhz. Para escuchar el corte de audio, cliquear sobre la imagen:


Ⓒ Enrique F. Widmann-Miguel / IberInfo - Buenos Aires


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