Las Islas Malvinas y el despojo británico
Las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur son argentinas, por las siguientes razones:
-Geográficas: por su proximidad al continente y porque la composición geológica hace de su suelo gredoso una prolongación de la meseta patagónica.
-Históricas: pues el descubrimiento ofrece vertientes desde Américo Vespucio hasta Magallanes y otros navegantes españoles.
-Jurídicas: por adjudicación papal a España, admitida por las potencias de la cristiandad y por la breve colonización francesa, cuyo desalojo por España se realizó en la plena comprensión del derecho.
-Administrativas: porque España estableció una pequeña y próspera colonia y porque sus derechos, tras la Revolución de Mayo de 1810, fueron transmitidos a su sucesora, la República Argentina.
ISLAS MALVINAS
El 3 de enero de 1833, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte consumó la ocupación de las islas, en una clara violación del derecho internacional. Desde entonces, la Argentina busca el ejercicio efectivo de su soberanía.
El descubrimiento de las islas se adjudicó a diferentes personas. Entre otros, cabe mencionar a Américo Vespucio (1501), a Esteban Gómez, quien en 1520 formó parte de la expedición de Magallanes con el mando de la nave "San Antonio", y a los tripulantes de una nave de la armada del obispo de Plasencia, a quienes se atribuye la autoría del más antiguo asiento malvinense del que se tenga noticia. Según se sabe, el 4 de febrero de 1540, hallándose estos tripulantes en la boca del Estrecho de Magallanes, vieron "unas ocho o nueve islas" delante de la tierra, que creyeron firmes; luego abordaron un lugar que llamaron puerto de las Zorras, en la Gran Malvina, donde habrían invernado.
La cartografía y las crónicas de viajes del siglo XVI registraron la existencia de las islas con diversos nombres: de los Patos, Sansón, San Antón o Ascensión. Entre los navegantes que dieron noticias de ellas figura el capitán holandés Sebald de Weert, quien el 24 de enero de 1600 las avistó situándolas a 50º 40´ latitud sur. Luego, difundió su carta geográfica en Europa, por la cual al archipiélago noroccidental se lo denominó "Sebaldinas". El nombre "Malvinas" es la derivación fonética española del francés "Malouines" con que las llamaron por ser el puerto de Saint Maló el lugar del que zarparon los primeros navegantes franceses que las visitaron.
Gran Bretaña atribuye al Capitán John Strong el supuesto descubrimiento y desembarco; el 6 de febrero de 1690, éste habría navegado el canal que separa las dos islas mayores, al que denominó "Falkland Sound" en honor al vizconde, entonces jefe del Almirantazgo. Tal nombre se extendió primero a la isla occidental y luego a todo el archipiélago.
La jurisdicción y soberanía de España sobre las islas provenían de un título pontificio, anterior y superior al descubrimiento. En 1493, el papa Alejandro VI, a través de las Bulas Pontificias, asignó a España, a sus herederos y sucesores, todas las islas y tierra firme descubiertas o por descubrir hacia el oeste de una línea ubicada a 100 leguas al oeste de las islas de las Azores o de Cabo Verde, límite que fue ampliado en junio de 1494, cuando se firmó el Tratado de Tordesillas entre los reyes de España y Portugal.
Con el propósito de proteger la integridad territorial del imperio, mantener el statu quo colonial y sostener la vigencia del principio de exclusividad en la navegación y el comercio, España celebró sucesivos tratados con las potencias, en los que éstas ratificaron el compromiso de no intervenir en el Atlántico Sur, región donde Inglaterra, especialmente, pretendía establecer una escala antes de traspasar el temido Cabo de Hornos.
La primera colonización del archipiélago malvinense la realizó Francia. En 1763, ante la pérdida de una gran parte de sus posesiones frente a Inglaterra, el marino y militar Luis Antonio de Bougainville propuso a su gobierno una indemnización mediante el descubrimiento de las tierras australes y de las islas que se hallaren sobre la ruta.
La expedición, formada con los navíos "El Águila" (20 cañones) y "La Esfinge" (12 cañones), zarpó del puerto de Saint Maló en septiembre y tras una breve recalada en Montevideo, el 3 de febrero de 1764, los marinos franceses divisaron una gran bahía en la Malvina oriental.
El 17 de marzo, Bougainville emplazó la colonia en Puerto Luis, una legua al fondo de la bahía, en la costa del norte.
Inicialmente, el establecimiento contó con veintinueve pobladores, cinco mujeres y tres niños. Se construyeron casas, un gran almacén y el fuerte San Luis, que poseía doce cañones puestos en batería. En el centro, contaba con un obelisco de veinte pies de altura, con la efigie del Rey decorando uno de sus lados. Bajo sus cimientos, se enterraron algunas monedas y una medalla, la que tenía grabada, en una de sus caras, la fecha de la empresa y, en la otra, el rostro del Rey con la leyenda "Tibi serviat ultima Thule". El 5 de abril, Bougainville, en nombre del rey de Francia, tomó posesión de todas las islas.
España conoció la existencia de la próspera colonia y exigió a Francia el cumplimiento del Pacto de Familia firmado entre los Borbones en 1761. El rey de España convino en indemnizar a Bougainville por los gastos que le había ocasionado la fundación de la colonia.
El 1 de abril de 1767, Puerto Luis fue reintegrado a España. Ese día, los españoles enarbolaron su bandera y, desde tierra y desde los navíos, saludaron con veintiún cañonazos la salida y la puesta del sol. Algunas familias francesas optaron por quedarse y el resto, incluida la plana mayor, se embarcó en las fragatas españolas hacia Montevideo.
El 2 de abril, el capitán de navío Felipe Ruiz Puente se convirtió en el primer gobernador español de Malvinas pues, con anterioridad, el 2 de octubre de 1766, Carlos III había creado la Gobernación de las Islas Malvinas, bajo dependencia del gobernador de Buenos Aires.
Gran Bretaña renovó su interés en las islas a partir de 1765, cuando una expedición al mando del Comodoro John Byron -que arribó al Atlántico Sur con la misión de reconocer lugares convenientes para establecer una o varias colonias- exploró las costas de la Malvina occidental y se asentó en un lugar que el jefe inglés bautizó "Puerto Egmont" en honor al entonces primer lord del Almirantazgo. En nombre de su rey, tomó posesión de este punto e islas vecinas; luego, siguió viaje rumbo al Estrecho de Magallanes.
El 8 de febrero de 1766, otra expedición, a las órdenes del capitán John Mc Bride, arribó a Puerto Egmont, donde estableció un torreón de defensa.
Mc Bride tenía instrucciones de "evitar cuidadosamente toda medida de hostilidad o violencia en el caso de encontrar pobladores de otras nacionalidades". El 6 de diciembre, los ingleses descubrieron Puerto Luis e intimaron a su jefe la entrega del establecimiento. Ante la negativa de éste, se alejaron de inmediato.
Carlos III, por real orden del 25 de febrero de 1768, ordenó al gobernador de Buenos Aires, Francisco de Paula Bucarelli, que efectuara el desalojo de los ingleses de Puerto Egmont.
Bucarelli confió esa tarea al mayor general de la Armada Real, Capitán de Navío Juan Ignacio de Madariaga. De Montevideo partieron las fragatas "Santa Rosa", "Industria", "Santa Bárbara" y "Santa Catalina" y el chambequín "Andaluz", en los que iban embarcados 1.500 hombres, entre granaderos, fusileros y artilleros. El 4 de junio de 1770, la flota fondeó en la bahía de Puerto Egmont y Madariaga conminó al jefe de la guarnición a abandonar la plaza.
Sin mayor resistencia, la guarnición inglesa se rindió el 10 de junio y la estratégica base quedó a cargo de un destacamento español.
Gran Bretaña exigió a España una reparación por el ultraje inferido a su dignidad atacada -según su gobierno- en una situación de paz. El arreglo de devolución, que estuvo precedido por tensas tratativas en las que Francia intervino como mediadora, se concertó en Londres, el 22 de enero de 1771. Allí se procedió a la firma de la "Declaración de Masserano", por la cual el rey español se comprometía a restituir a su par inglés la posesión del puerto y fuerte Egmont, pero con la reserva de soberanía española, que fue aceptada plenamente por aquel país. Al volver la situación al estado anterior al 10 de junio de 1770, quedó en evidencia la precariedad de la ocupación inglesa.
Por convenio privado, la Corte de España impuso que la retirada inglesa de las islas se efectuara tan pronto como fuese conveniente, una vez restituido el asentamiento. Puerto Egmont fue devuelto a los ingleses en septiembre de 1771.
En mayo de 1774, se produjo la evacuación, voluntaria y silenciosamente. Los ingleses dejaron una placa de plomo -la placa del teniente Clayton- con la leyenda "Las islas Falkland son del derecho y propiedad exclusivos del rey Jorge III", símbolo que fue retirado por las fuerzas españolas y luego llevado a Buenos Aires. España, entonces, ocupó todo el archipiélago como única soberana y, desde el 2 de abril de 1767 hasta 1811, ejerció indiscutiblemente su soberanía sobre él a través de una veintena de gobernadores.
En 1811, España fue desplazada por el gobierno que surgió de la Revolución de Mayo. El 13 de febrero, por orden del gobernador de Montevideo, Gaspar de Vigodet, las fuerzas apostadas en Puerto Soledad, al mando del gobernador Pablo Guillén Martínez, fueron trasladadas a esa ciudad.
Con el proceso de independencia, las nuevas repúblicas, constituidas a partir de la transformación política del antiguo imperio español, poseyeron el derecho a tener por límites los de las primitivas unidades administrativas. Las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur formaron parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata, hoy República Argentina.
Desde el 6 de noviembre de 1820 hasta el 3 de enero de 1833, momento de la usurpación inglesa, la Argentina tomó posesión, mantuvo y reafirmó su soberanía en el archipiélago en distintas ocasiones.
El 6 de noviembre de 1820, siguiendo instrucciones del gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, el capitán David Jewett, comandante de la nave "Heroína", en una ceremonia de carácter formal, ratificó los propios derechos e izó la bandera nacional en Puerto Soledad, saludándola con veintiún cañonazos. Luego, distribuyó una carta circular entre los capitanes de los casi cincuenta buques anclados en las caletas próximas, en la que les participó la toma de posesión en nombre del Gobierno de las Provincias Unidas en Sud América. Este documento tuvo difusión en la prensa europea.
En agosto de 1823, el gobierno concedió a Jorge Pacheco el usufructo del ganado lanar salvaje que poblaba las Malvinas, pero éste, no conforme con la explotación, vendió los derechos al comerciante alemán Luis Elías Vernet (Hamburgo, 6 de marzo de 1791-San Isidro, 7 de enero de 1871), quien llegó a las islas Malvinas, siendo nombrado por el entonces gobernador de Buenos Aires, Martín Rodríguez, Primer Comandante Político Militar en las Islas Malvinas.
Vernet se estableció oficialmente en la isla Soledad donde llegara con su esposa, María Sáez Pérez de Vernet, "Mariquita" (Montevideo, 19 de noviembre de 1800 - Buenos Aires, 20 de octubre de 1858), embarazada de dos meses y los tres hijos que para entonces ya tenían. Allí, en Puerto Luis, de la isla Soledad nació su hija Matilde Vernet y Sáez, el 5 de febrero de 1830, quien siempre fue llamada Malvina por su familia y amistades y ella misma prefirió utilizar dicho apodo en lugar de su nombre de bautismo, hasta su muerte, ocurrida en San Isidro el 24 de septiembre de 1924.
El 10 de junio de 1829, el gobernador delegado, Martín Rodríguez, instituyó la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas, con sede en la isla Soledad, cuya área cubría hasta el Cabo de Hornos, en el Atlántico. Luis Vernet ejerció el cargo de gobernador desde el 29 de agosto de ese año y tuvo la tarea de aplicar los reglamentos sobre pesca de anfibios, cuya caza indiscriminada por parte de los loberos y balleneros extranjeros constituía un grave problema.
El pago por derecho de anclaje fue sistemáticamente eludido por los balleneros. En agosto de 1831, debido a un incidente con tres pesqueros norteamericanos, Vernet se retiró a Buenos Aires, donde arribó con la goleta "Harriet", cuyo cargamento había incautado con el fin de someter el caso al fallo del Tribunal de Presas.
El cónsul norteamericano en Buenos Aires desconoció el derecho argentino a reglamentar la pesca en las Malvinas. A fines de ese año, personal de la corbeta de guerra "Lexington", de la Armada de los Estados Unidos, incursionó en Puerto Soledad al mando del capitán Silas Duncan y cometió hechos gravísimos: saquearon los bienes y las propiedades, destruyeron las instalaciones de artillería y tomaron prisioneros a los principales pobladores, a quienes condujeron a Montevideo. La acción de Duncan causó conmoción en Buenos Aires. En junio de 1832, el nuevo encargado de negocios norteamericano, Francis Baylies, siguiendo instrucciones de su gobierno, exigió la desautorización de Vernet, la devolución de los bienes incautados por él y el pago de una indemnización; también puso en duda los títulos de soberanía argentina. El gobernador Juan Manuel de Rosas lo declaró "persona no grata" y le dio sus pasaportes.
La Argentina inició ante el gobierno norteamericano el reclamo por las pérdidas sufridas. En 1838, Carlos María de Alvear presentó la primera queja en Washington, pues nuestra representación diplomática en ese país sólo fue cubierta a partir de ese año. Recién el 4 de diciembre de 1841, aquel gobierno consideró que no debía dar una respuesta porque el derecho argentino a la jurisdicción sobre las islas era disputado por otra potencia y una respuesta en esas circunstancias hubiera implicado un desvío de la que hasta entonces había sido su política cardinal.
A fines de 1885, el ministro Vicente G. Quesada renovó el desacuerdo argentino ante el secretario de Estado Tomás F. Bayard, quien reafirmó la posición de su gobierno sobre el asunto, la que sólo cambiaría en caso de que Gran Bretaña reconociera la soberanía argentina sobre las Malvinas.
El 18 de marzo de 1886, en comunicación al gobierno argentino, Bayard consideró inaplicable la llamada "doctrina de Monroe" al caso Malvinas. Hasta la fecha, el gobierno estadounidense no ha dado las satisfacciones debidas por este vandálico proceder.
USURPACIÓN INGLESA
El gobierno inglés tenía noticias sobre el estado y población de las islas Malvinas, datos aportadas por el capitán Fitz Roy luego de su periplo al sur, en 1829. Gran Bretaña emprendió, nuevamente, la posesión de las islas como una escala para descanso y abastecimiento en la ruta de navegación hacia Australia y Tasmania por el Cabo de Hornos o el Estrecho de Magallanes.
Prologada por el atentado de la "Lexington", la invasión inglesa quedó a cargo del capitán John James Onslow.
El 2 de enero de 1833, al mando de la fragata "Clío" alcanzó Puerto Soledad. Penetró en la bahía, donde se encontraba la goleta argentina "Sarandí", al mando del teniente coronel José María Pinedo, a quien comunicó las órdenes del Almirantazgo, consistentes en tomar pronta posesión de las islas.
Pinedo protestó verbalmente y se negó a bajar la bandera argentina. Las fuerzas británicas desembarcaron el 3 de enero y cambiaron las banderas, entregando la Argentina a Pinedo. El 7 de enero la "Sarandí" abandonó las islas, llevando a los soldados argentinos de guarnición, a los convictos de la colonia penal de San Carlos y algunos, aunque no la totalidad, de los pobladores argentinos.
Pinedo atinó a dejar sentada una protesta formal, designó un representante y se embarcó en la goleta para regresar con su gente a Buenos Aires, donde fue sumariado por no resistirse a la usurpación.
Días después, fondeó en la bahía la goleta "Beagle", cuyo comandante era Fitz Roy. La nueva situación llevó a la colonización permanente de las islas y al desmembramiento de la unidad territorial argentina. En Puerto Soledad, los ingleses hicieron uso de las instalaciones y de la mano de obra contratada por la empresa Vernet. Con el pretexto de estar bajo dominio británico, el encargado de los almacenes, William Dickson, irlandés, rechazó los vales firmados por el ex gobernador que los peones argentinos recibían como pago de salario. Además, el capataz Juan Simon, francés, junto con Mateo Brisbane, ex mayordomo de Vernet, pretendieron incrementar el trabajo del personal argentino.
Tres gauchos y cinco aborígenes charrúas, conducidos por Antonio Rivero, se sublevaron y, luego de una corta lucha en la que murieron Brisbane, Dickson y Simon, tomaron la casa de la Comandancia el 26 de agosto de 1833. Arriaron la bandera inglesa e izaron el pabellón nacional, el cual, por casi seis meses, ondeó en Puerto Soledad.
En enero de 1834, dos embarcaciones inglesas arribaron al puerto. El teniente de marina Henry Smith, nombrado comandante de la isla, izó nuevamente la bandera inglesa e inició la persecución de los sublevados; de a uno, los gauchos cayeron en manos de los invasores. Rivero, solo, sin resistencia, se entregó el 18 de enero. Los prisioneros fueron remitidos a Gran Bretaña para ser procesados. Luego, el gobierno inglés permitió su regreso, pues consideró que los hechos no habrían ocurrido en territorio de la Corona.
Mientras tanto, los sucesos sobre el desalojo argentino de Malvinas fueron puestos en conocimiento de las autoridades bonaerenses en un detallado informe presentado por Pinedo. El gobierno de Buenos Aires, encabezado por Juan Ramón Balcarce, inició el reclamo por el atropello ante el encargado de negocios británico Philip Gore y, en la Corte de Londres, el 24 de abril, el ministro plenipotenciario, Dr. Manuel Moreno (hermano de Mariano Moreno), pidió una explicación oficial por la ocupación de las islas. El gobierno británico avaló la actuación de Onslow. El 17 de Junio, Moreno presentó una Memoria-Protesta impresa en inglés y francés y, a fines de ese año, difundió un folleto en inglés denominado "Observaciones sobre la ocupación por la fuerza de Malvinas por el Gobierno Británico en 1833", destinado a hacer conocer el problema entre los círculos diplomáticos europeos.
Pero, en 1842, Inglaterra dio por terminada la cuestión y estableció en las islas una administración civil con un gobernador.
OCUPACIÓN EN LOS HECHOS. RECLAMOS ARGENTINOS
Desde entonces, la administración británica comenzó a ejercer un férreo control migratorio con la finalidad de configurar una población a la medida de sus pretensiones coloniales. La República Argentina nunca consintió tal despojo territorial.
A pesar del tiempo transcurrido y de las innumerables invitaciones al diálogo de la República Argentina, el Reino Unido se niega a reanudar las negociaciones de soberanía. Negociaciones - que en cumplimiento de la Resolución 2065 (XX) de las Naciones Unidas - desde 1966 y durante 17 años llevaron a que las Partes consideraran diferentes alternativas para resolver la disputa. Londres no dudó en aquel tiempo negociar la cuestión de fondo con Argentina, inclusive con dictaduras.
Resulta incomprensible e inadmisible su posterior negativa a volver a la mesa de negociaciones con sucesivos Gobiernos democráticos.
La Argentina no está sola en su reclamo. América Latina y el Caribe respaldan firmemente los legítimos derechos de la República Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes. Como muestra concreta de tal solidaridad, en marzo de 2015 los cancilleres de Uruguay y Cuba y el vicecanciller del Perú, en representación de las Presidencias Pro Tempore del MERCOSUR, CELAC y UNASUR, expresaron el sólido respaldo regional ante el Secretario General de la ONU, el Presidente del Comité Especial de Descolonización y los Representantes de los Estados que integran el mismo.
La Causa Malvinas se proyecta más allá de la región. En una contundente muestra de solidaridad Sur-Sur, en la Cumbre América del Sur - África (ASA) celebrada en Malabo, Guinea Ecuatorial, el 23 de febrero de 2013, las 54 naciones de África, que sufrieran el colonialismo en carne propia, expresaron su unánime respaldo a los derechos de soberanía argentinos.
A ello se agregan los numerosos y permanentes pronunciamientos de múltiples organismos y foros internacionales que insisten en renovar el llamamiento a ambas partes a reanudar las negociaciones para poner fin, de manera pacífica y justa, a la disputa de soberanía, entre los que se destacan la Organización de las Naciones Unidas, el Grupo de los 77 y China, las Cumbres Iberoamericanas y las Cumbres de Países Sudamericanos y Árabes (ASPA), así como la Organización de los Estados Americanos que se pronunció el 6 de junio de 2015, una vez más, a favor de la reanudación de las negociaciones.
La Comunidad Internacional se ha pronunciado clara y firmemente respecto a la forma de alcanzar una solución a la disputa de soberanía. Sin embargo, en lugar de cumplir con sus obligaciones internacionales, el Reino Unido organizó en marzo del año 2015 una votación entre los pobladores que ese país implantó en las Islas Malvinas para preguntar sobre cuestiones que pretenden tergiversar la verdadera condición jurídica en que se encuentran las islas. Esa votación, sin sustento en ninguna de las 40 Resoluciones de la ONU sobre la Cuestión Malvinas, no altera la naturaleza bilateral de la disputa de soberanía ni releva a ese país de cumplir con la obligación que el derecho internacional le impone de resolver pacíficamente la controversia que mantiene con la Argentina mediante la reanudación de negociaciones. Dicha maniobra política, no avalada por las Naciones Unidas ni reconocida por ningún gobierno, ha sido expresamente rechazada por el MERCOSUR, UNASUR y el ALBA.
La negativa al diálogo encubre, asimismo, una injustificada presencia militar británica en el Atlántico Sur, así como la ilegítima apropiación de recursos naturales renovables y no renovables. Cuestiones estas que generan una creciente preocupación en la comunidad internacional, conforme ha sido expresado, entre otros foros, por la Cumbre Ministerial de los países de la Zona de Paz y Cooperación del Atlántico Sur, celebrada en enero de 2013, en Montevideo, Uruguay.
La obstinada intransigencia británica no sólo desoye las citadas exhortaciones de la comunidad internacional, sino que incumple la obligación que pesa sobre todos miembros de la ONU, de resolver pacíficamente las disputas internacionales. La condición del Reino Unido de Miembro Permanente del Consejo de Seguridad no sólo no lo exime de sus obligaciones internacionales, sino que más aún, tal asiento y los privilegios que conlleva le demanda una responsabilidad especial como garante de la paz y seguridad internacional, responsabilidad que deserta al rehusar al diálogo con la República Argentina.
1982: OCUPACIÓN ARGENTINA
La Operación Rosario (originariamente Operación Azul) fue la primera de las operaciones tácticas programadas por las Fuerzas Armadas de Argentina durante el Proceso de Reorganización Nacional con el objetivo de la toma la capital de las islas Malvinas, Puerto Argentino /Stanley.
El 26 de marzo de 1982 la Junta militar ordenó la puesta en marcha del operativo, fijando como fecha de ejecución el 1 de abril. Los efectivos que ejecutarían el plan eran la Flota de Mar, Aviación Naval, el 5° Batallón de Infantería de Marina, Regimiento de Infantería 25 del Ejército Argentino y aviones C-130 Hércules de la Fuerza Aérea Argentina; bajo el mando del almirante Carlos Büsser.
Stanley, rebautizado tras la ocupación Puerto Argentino, estaba entonces defendido por un destacamento de unos setenta infantes de marina; la toma se llevó a cabo rápida y efectivamente, aunque uno de los oficiales que lideraban las tropas argentinas, el capitán de corbeta Pedro Edgardo Giachino, fue la primera baja del enfrentamiento.
La acción, en ese momento, fue un grave error militar, además de un grave error político y diplomático. De haberse llevado a cabo a fines de 1982, fecha para la que originalmente estaba prevista la acción, se habría encontrado una Flota Británica incapaz enfrentarla, ya que hacia fines del año 1981 el gobierno británico había anunciado el retiro de los dos portaaviones que hasta ese momento tenía en actividad.
La acción de guerra diluyó toda esperanza de corto y mediano plazo de recuperar las Islas. Previamente los isleños tenían un fluido contacto con la Argentina continental, en especial con la Patagonia, de la cual forman parte; sus jóvenes venían a estudiar a las facultades de Argentina; los pacientes graves se atendían en Argentina; docentes Argentinos iban a las islas a enseñar español; algunos estancieros tenían tierras tanto en la Patagonia continental como en Malvinas; algunos peones de estancias trabajaban un tiempo en el continente y otro tiempo en Malvinas; el aeropuerto de Malvinas fue construido por la Argentina; L.A.D.E. (Líneas Aéreas del Estado) tenía vuelos regulares desde el continente a las Malvinas. Yendo más atrás, a principios del siglo XX, tehuelches ya de nacionalidad argentina habitaron las Malvinas. Sintetizando, los isleños tenían, de hecho, mas contacto con la Argentina continental que con Inglaterra. Esto era necesario para ellos, debido a que previo a la guerra, Gran Bretaña ni siquiera los consideraba ciudadanos de segunda, sino mas bien de tercera, prestándoles la mínima atención.
Si bien las Islas fueron siempre un lugar estratégico para los ingleses de gran importancia, por ejemplo, durante la primera y segunda Guerra Mundial (a las islas fueron enviados los barcos averiados tras la Batalla del Río de la Plata contra el “Admiral Graf Spee” y desde ellas se enviaron a la zona del Río de la Plata otras naves para forzar el hundimiento del acorazado alemán, que estaba surto en el puerto de Montevideo). Aunque los británicos ni siquiera mantenían una base naval importante en las Islas, solo una guarnición de Marines de escasa importancia.
Es cierto que, pese a todo, los isleños nunca quisieron ser ciudadanos argentinos, prefiriendo ser ingleses. Pero también es cierto que previo a la guerra tenían aprecio por la Argentina, la necesitaban, se conectaban, no existía rencor y menos odio. Su mayor inquietud respecto a la Argentina pasaba por la inestabilidad política y económica, los continuos golpes militares, las luchas internas, los vaivenes económicos y, previo a la guerra, la dictadura militar que llevara al conflicto armado.
Es posible que sin la guerra, las Malvinas hubieran sido argentinas negociando. Aunque no hubieran sido plenamente argentinas, podrían estar en una etapa de Soberanía compartida como transición hacia la definitiva.
Con la guerra, todo se desplomó; no solo se esfumaron esas posibilidades, sino que se dieron vuelta. Los isleños comenzaron a odiar a los argentinos, a guardar un profundo rencor que solo podrán atenuar las nuevas generaciones. Además, Inglaterra comenzó a tenerlos en cuenta. Instaló la base naval mas grande del hemisferio sur, que a los isleños les garantiza un fluido comercio y consumo. Se generaron fuertes inversiones, que hacen que los isleños tengan uno de los mayores ingresos per cápita del mundo.
Es cierto que la opinión de los kelpers (isleños) no tiene valor jurídico ante el reclamo internacional, pero pesa: es la gran excusa inglesa para seguir apropiándose de las islas.
Más allá del error político y diplomático la Guerra fue, además, un gravísimo error militar. Las FF.AA. jamás plantearon en sus estudios ni en sus ejercicios, una hipótesis de conflicto con Inglaterra (salvo algunos borradores de la Armada). Las hipótesis de conflicto siempre se plantearon con respecto a los países limítrofes (sobre todo con Chile y Brasil) y con relación a la lucha interna, contra la subversión.
Nunca hubo en profundidad acciones conjuntas entre las tres fuerzas (Ejército, Armada y Fuerza Aérea), que siempre actuaron en forma independiente. Ni siquiera se desarrolló un plan de guerra previo, limitándose a planificar exhaustivamente el desembarco que, por cierto, tuvo éxito. La misión no era solo tomar las Islas; además no tenía que haber ni siquiera un herido inglés, para facilitar la hipotética (y escasa) posibilidad de negociar. Pero la guerra jamás se planificó como tal.
De hecho, la primera acción desarrollada en conjunto fue la misión en la que se averió el portaviones inglés “Invencible”, realizada en conjunto por aviones de la Fuerza Aérea y de la Armada; era la primera vez que pilotos de ambas fuerzas se veían las caras. La Fuerza Aérea jamás había realizado ejercicios de combate contra barcos (que estaba acotados a los aviones de la Armada).
La guerra no fue siquiera estudiada, se improvisó absolutamente todo.
Los honores y méritos los merecen quienes combatieron, desde los soldados hasta los oficiales que combatieron a la par de sus soldados, no aquellos que trataban como enemigos a sus propios hombres.
Tuvieron que improvisar. Los soldados, incluso para procurarse comida.
En el curso de la improvisación, los barcos de la Armada, tras el hundimiento del A.R.A. “General Belgrano” (ex "17 de Octubre") volvieron a puerto, pese a que la Armada había tenido opinión de peso para ocupar las islas…
Para un misil Exocet mar-mar, se tuvo que improvisar una batería de lanzamiento para eyectarlo desde tierra; tarea que fue exitosa gracias a la capacidad del personal profesional y técnico combatiente.
El Ejército Argentino no contaba con armamento moderno, ni siquiera con equipos de invierno… y en ésta época se desarrolló la acción.
No hubo planificación integral logística. Tampoco un estudio en profundidad sobre el armamento británico y el que posiblemente podrían aportarles los EE.UU., como los misiles aire-aire, que obligaran a los pilotos argentinos a desplegar todas su habilidad y a realizar proezas; muchas de ellas con éxito aún desde la improvisación; pero que también costaron la vida de muchos de ellos.
Quizá quienes fueran responsables de la acción (aún después de mirar durante años hacia Inglaterra, pareciendo que no aprendieron mucho) creyeron que Gran Bretaña negociaría y que EE.UU. apoyaría a Argentina por la colaboración prestada en la lucha contra los revolucionarios de Nicaragua y El Salvador. No se tuvo en cuenta que para la cúpula de la administración estadounidense, no existen principios de solidaridad, lealtad, reconocimiento ni agradecimiento. Sino que todo se resuelve desde el pragmatismo, en el marco del oportunismo y la conveniencia del momento. Los EE.UU. no tienen lealtades, sino oportunidades; no tienen amistades, sino conveniencias.
La noche del 8 de abril, Margaret Thatcher había recibido en Londres al secretario de Estado de EE.UU., Alexander Haig, brindando abiertamente el apoyo de los EE.UU. a Gran Bretaña; diciéndole, para que no quedaran dudas de que lado estaban: "Estoy seguro de que usted sabe que no somos imparciales".
En Argentina, ni plan de guerra, ni plan B alternativo… nada.
Incluso, con increíbles acciones diplomáticas, consecuencia de la improvisación, hubo que recurrir a la ayuda de Estados que habían sido considerados hostiles por la administración militar argentina, como Cuba, por ejemplo. O tratar que la Unión Soviética comunista interviniera, aunque más no fuera, en forma indirecta.
La dictadura militar, que generalmente diera la espalda a los Estados latinoamericanos, orientándose hacia el norte del continente o hacia Europa, en medio de la Guerra llegó a contar con apoyo efectivo de los primeros, como el del Perú. No tuvieron ni siquiera en cuenta algo que era evidente: el apoyo fundamental de Chile a los británicos, tras haber estado a punto –tres años antes- de ir a la guerra contra los trasandinos, en un conflicto que aún estaba latente.
Pilotos de Aerolíneas Argentinas, jugándose la vida, salieron con aviones comerciales para transportar armas suministradas por el líder de Libia Muamar Muhamad Abu-minyar el Gadafi.
El viernes 9 de abril de 1982, el equipo Ilyushin II 62-M de Cubana de Aviación, matriculado CU-T1225, en viaje desde La Habana a Buenos Aires, mientras sobrevolaba una región selvática a unos 300 kms. al oeste de Brasilia, tras algo más de una hora de hostigamiento por la Fuerza Aérea Brasileña, fue forzado a aterrizar en el aeropuerto de la capital del Brasil. Además de la tripulación, llevaba solo tres pasajeros: el embajador cubano, don Emilio Aragonés Navarro, su mujer y su nieto. Tras seis horas de negociaciones entre los gobiernos de Brasil y Argentina pudo seguir viaje. Nada se sabe sobre la carga.
Era entonces presidente del Brasil el general de ejército João Baptista de Oliveira Figueiredo, dependiente y vinculado con los intereses estadounidenses, habiendo sido incluso docente en el United States Army Command and General Staff College (CGSC), con sede en Fort Leavenworth, Kansas (EE.UU.), uno de los centros internacionales de formación para oficiales de las fuerzas armadas estadounidenses y vinculadas,
Aragonés Navarro llegó a Buenos Aires alrededor de las 07:00 del sábado 10 de abril, con el mensaje del líder cubano Fidel Castro al presidente argentino, general Leopoldo Galtieri, ofreciendo apoyo de equipamiento, tecnología e información, con patrocinio de la Unión Soviética, en el conflicto con el Reino Unido.
Esta aeronave cubana se perdería definitivamente el 3 de septiembre de 1989, al estrellarse a poco de iniciar el vuelo CU 9646 La Habana - Milán - Colonia.
También hubo apoyo con material de Libia. Por acuerdo entre el general Leopoldo F. Galtieri y el brigadier Mustafá Muhammad Al Jarrubí, comandante de las Fuerzas Armadas libias, los pilotos civiles argentinos trajeron material de guerra soviético, sobre todo misiles y minas antitanque y antipersonales. En Trípoli, el apoyo personal lo brindaba un teólogo tucumano, especialista en el Corán, que se presentaba como “El doctor Alberto” y era el hombre que intermediaba con los árabes, por su conocimiento del idioma.
El líder libio Muamar el Gadafi, siguiendo las formas del peronismo de los años ’50 en la República Argentina, puso los recursos nacionales al servicio de su patria, para el desarrollo de su tierra y de su gente. El nivel de vida de la población creció rápidamente, grave afrenta para el neoliberalismo, la “libre empresa” y el “mundo de los negocios” internacionales, agraviadas por el comienzo de la nacionalización del petróleo. A partir de 1975 Gadafi publicó El libro verde, obra en la que Gadafi adoptaba para su país la Tercera Posición justicialista, que surgiera con Juan D. Perón en la República Argentina (1945-1955), identificándose con ésta corriente política que enfatiza su posición contraria tanto al comunismo como al capitalismo, siendo antimarxistas y antiliberales, presentándose a sí misma como más allá del espectro político que ubica a los partidos políticos en izquierda o derecha.
Por su parte, la República del Perú también brindó un valioso aporte: 10 aviones de combate Mirage M5-P de la Fuerza Aérea Peruana (FAP), que partieron de base aérea de La Joya (Arequipa), tras sustituir las insignias, bandera y matrícula peruanas por las de la Argentina... Eran parte del Grupo Aéreo con base en Chiclayo, en una operación militar secreta.
Desde todos ellos e incluso de otros –como Bolivia- se recibió el ofrecimiento de voluntarios dispuestos a sumarse a las fuerzas argentinas, como combatientes.
La Unión Soviética había distribuido parte de sus satélites Cosmos para vigilancia en el Atlántico Sur; manteniendo además 25 barcos aparentemente pesqueros navegando en esas aguas.
Además, entonces operaba en Cuba una de las más grandes instalaciones de escucha: el centro radioeléctrico de Lourdes, base de los servicios de inteligencia soviéticos, la mayor fuera de territorio ruso, que funcionó entre 1967 y 2001, con equipos de altísima sensibilidad instalados y unos 1500 ingenieros, técnicos y personal militar. Situada en el reparto Lourdes (Torrens), a unos 25 kms. hacia el sudoeste de Centro Habana, cerca del límite provincial con Artemisa, en el área donde se encuentran ahora las instalaciones de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), vale decir a unos 150 kms. (93 millas) del territorio estadounidense, en Key West, estado de la Florida.
No faltaron episodios sorprendentes, como la ejecución una operación encubierta y extraoficial, mantenida en estricto secreto que se intentó llevar a cabo con un grupo comando operando en el área del Campo de Gibraltar (Cádiz) aledaña a la bahía de Algeciras / Gibraltar, desde territorio español (Algeciras, Palmones, Puente Mayorga, La Línea de la Concepción), con el objetivo de sabotear a la Marina Real Británica, hundiendo una nave de esa fuerza en la base de Gibraltar. El plan contemplaba la actuación conjunta de buzos tácticos de Montoneros (organización hasta entonces considerada subversiva; aunque el más alto nivel de la Armada Argentina tenía conocimiento preciso de su ideología nacionalista y cristiana; además de la capacidad de su gente para la acción individual, fuera de las tareas en equipo); con un oficial de la Armada al mando, el uso de minas de origen italiano y el apoyo de elementos de inteligencia en el área.
El plan se vio frustrado por la actuación de la Policía Nacional española, que si bien pareciera haber actuado casualmente, no puede descartarse la posibilidad de que hubieran sido alertada por las inteligencias británica y francesa, que habrían entrado en sospechas cuando parte de los hombres del comando ingresaran a Europa vía París (Francia).
Más allá de la inutilidad de la guerra ¡Gloria y Honor! a quienes combatieron por la Patria.
Por ellos y por los derechos inalienables de la Nación Argentina sobre los territorios insulares australes, no debe cejarse en el reclamo, más allá del transcurso del tiempo y las transitorias administraciones que de argentinas poco y nada tienen.
ÚLTIMA ETAPA
Con la llegada del neocolonialismo que encabezara el semi argentino Maurizio Macri al gobierno de la República, no solo cayeron en desuso los términos “Patria” y “Soberanía”, de hecho prácticamente inexistentes en los medios de comunicación masiva; sino que, además, oficialmente – según la ex titular de Relaciones Exteriores, la hispano argentina Susana Malcorra- “Malvinas ya no es el tema principal con Gran Bretaña" (Perfil, 18 de mayo de 2016)
Por otra parte, mes y medio después de que la ONU aprobara extender la plataforma marítima de la Argentina, la petrolera británica Rockhopper Exploration Plc, que opera con varias licencias en la zona contigua a las islas, reveló el hallazgo de un "yacimiento de clase mundial" en el área marítima Sea Lion, al norte de las Islas Malvinas, estimando que la cuenca tiene un potencial de unos 1.000 millones de barriles (En InfoBae, 21 may 2016: "Petrolera británica encontró un 'yacimiento de clase mundial" en Malvinas')
Durante la gestión de la administración financiera neocolonial encabezada por Mauricio Macri, con forma de “gobierno nacional” (de gobierno poco y de nacional nada) autorizó para explotar la ruta a Malvinas desde territorio argentino a la “empresa” aerocomercial armada con capitalistas británicos Fly Bondi; facilitando así no solo el desplazamiento de viajeros al continente, sino a la “Madre patria”, enlazando con los vuelos directos a Londres desde el aeropuerto internacional de Ezeiza. Además del abastecimiento de todo tipo de bienes en forma rápida y a un coste considerablemente inferior de los que ahora llegan a las islas desde Gran Bretaña, tanto por los precios en origen como por el flete reducido.
Desde la óptica de “los negocios” y las “utilidades”, Patria y Soberanía no son funcionales e incluso se considera que "las Malvinas serían un déficit adicional para el país", según alguna opinión de esas que influyeran para que las islas fueran “perdiéndose” incluso en los mapas oficiales.
En memoria de aquellos patriotas y pioneros que fueron expulsados de nuestra tierra en 1833 por un invasor que reclamaba territorios a 14 mil kilómetros de distancia y de quienes dejaran la vida en las Islas, la Nación Argentina debe reiterar e insistir en su derecho inalienable sobre las islas y su firme disposición a reanudar las negociaciones con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte a las que exhortan las Naciones Unidas para dar el punto final a esta tan inaceptable como anacrónica situación colonial.
AUDIO:
Muchos son los temas musicales dedicados a las argentinas Islas Malvinas. En una selección de ellos podemos escuchar los siguientes:
Este último, un tema que interpreta el mítico grupo folk irlandés The Wolfe Tones, así denominado en honor a los irlandeses rebeldes y patriotas, particularmente por Wolfe Tone, que fue uno de los líderes de la rebelión irlandesa de 1798; con el doble sentido de que wolf tone es un falso sonido que puede asemejarse al de instrumentos musicales de la familia del violín.
El tema está dedicado al Almirante Guillermo Brown, irlandés que sirviera a la causa de la Independencia Argentina. En su letra, los Wolfe Tones, no solo recuerdan a Brown, sino que remarcan la expresión “Las Islas Malvinas Argentinas!”; recordando la epopeya de la emigración irlandesa a éstas tierras del Plata cuando “escapando de las leyes inglesas, las guerras y el hambre” se establecieran en Argentina, con presencia sobre todo en el la zona noroeste de la llanura pampeana, en el área de los partidos bonaerenses de Luján y Mercedes.
Se pueden escuchar haciendo doble click sobre cada título.
BIBLIOTECA:
Cliqueando sobre la imagen que sigue, se puede acceder (para leer o descargar) la “Reclamación del Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata contra el de Su Magestad británica sobre la soberanía y posesión de las Islas Malvinas (Falkland)” . Discusión oficial, impreso en Londres por Arturo Carlos Luthman, en 1841.
Impreso a dos columnas, con texto bilingüe seguido de la traducción en francés.
Desde el reclamo inicial de 16 de enero de 1833, con las actuaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores de Buenos Aires y el departamento de Foreign Affairs británico; interviniendo como Ministro Plenipotenciario argentino en Londres el doctor Manuel Moreno, hermano que fuera de Mariano Moreno.
VIDEO:“Malvinas, la Gran Batalla”
Fuerza Aérea Argentina (documental)
Se puede acceder cliqueando la siguiente imagen:
RADIO EN VIVO (LIVE) - ISLAS MALVINAS (FALKLAND ISLANDS)
Además de las estaciones de radiodifusión operadas por las fuerzas militares de ocupación del BFBS (British Forces Broadcasting Service) en Mount William y Sapper Hill, también lo hace, transmiendo desde Stanley / Puerto Argentino, la Falkland Islands Radio Station, en las siguientes frecuencias:
530 KHz (Todo el territorio insular)
96.5 MHz (Stanley-Mount Pleasant Airport & Complex MPA)
88.2 MHz (Sussex Mountains-Norte)
88.4 MHz (Byron Heights-Oeste)
88.6 MHz (Mount Alice-Sur)
88.8 MHz (Mount William-Este)
101.0 MHz (Repetidoras Port Howard & Mount Kent)
88.3 MHz (Stanley)
Podemos escucharla, en directo y en tiempo real, cliqueando sobre la imagen.
En verano, el huso horario es el mismo en las Islas Malvinas y en la Argentina continental. En invierno, la diferencia es de una hora menos en Malvinas que en la Argentina continental.
Ⓒ Enrique F. Widmann-Miguel - IberInfo / Buenos Aires
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