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Medios de comunicación en el neoliberalismo. Opinión dirigida

Cabe tener presente que la opinión dirigida es una de las herramientas de control popular. No es un secreto que muchas corporaciones y cadenas de noticias no son más que empresas comerciales, que venden “información” como si se tratara de hamburguesas o teléfonos móviles.

(IberInfo-Buenos Aires)

Desde la incorporación de la publicidad a los medios de prensa se fue envileciendo poco a poco su primitiva función informativa para pasar a servir a los intereses de sus avisadores y su propaganda.

Convertidos así en un vulgar comercio, los medios de prensa y comunicación pública degeneraron poco a poco en verdaderos monopolios.

Si desde uno de ellos se puede chantajear a una persona, desde la misma organización se lo puede hacer a todo un país.

Por estos medios es posible someter poblaciones, manejarlas como si de rebaños se tratara, hacerse con los recursos naturales de países enteros, llevar al descrédito a los gobiernos que se oponga a intereses de las transnacionales que pagan e, incluso, conducir los pueblos a la guerra.

Los medios que invocan a la “opinión pública”, no la representan en manera alguna. Pretendiendo encaminar a esa opinión hacia los intereses u objetivos que defienden, no siempre confesables, se ocultan tras el engaño que invocan.

Las campañas sincronizadas a base de noticias fabricadas, calumnias inauditas y falsedades de a puño, como las de las “encuestas” para dirigir a las masas, en el mundo occidental, en pleno siglo XXI, perdieron aptitud para engañar al pueblo que ha logrado buen nivel de formación e información y ya tiene conocimientos y entrenamiento para descubrir la verdad a través de la mentira.

La manipulación del sentido común de los sectores mas bajos (no ya económicamente, sino en el marco del desarrollo intelectual y de conocimiento) es un arma para el dominio de las conciencias.

Hay pseudo “periodistas” y “comunicadores sociales” especializados en diversas técnicas, con ingente apoyo económico que les permite acceder a los mejores espacios en radio y televisión y publicar en los medios de prensa de mayor tiraje.

Entre ellas, destacan:

-El “Apagón informativo”, que consiste en silenciar lo que está ocurriendo cada día, siendo imposible enterarse por los medios convencionales, ya que se omite el tratamiento de determinadas noticias o se disimulan poniendo en primer plano otras hechos que tapan a aquellas de, las que de no ser por las redes, no habría voces que suplieran el silencio del “periodismo” oficial.

-El “Blindaje mediático” es otra herramienta, por la que se presenta repetitivamente a un sector y sus integrantes como lo mejor (aunque, en realidad, sea todo lo contrario), a pesar de los hechos. A la vez, se demoniza al sector opuesto, desvalorizando sus logros y acciones positivas.

Ya es tiempo de comenzar a informarse sin seguir a los medios de las corporaciones mediáticas, de las transnacionales de la información negociada, sino buscando medios alternativos, contrastando y verificando sus contenidos, a la vez, en cuanto fuera posible.

GRUPO CLARÍN: PARADIGMA EN EL MARCO DE LA DESINFORMACIÓN Y LA PSEUDO “INFORMACIÓN” DIRIGIDA

Lo anteriormente expuesto, no es novedoso en la República Argentina. Ya en 1946 la mayoría de los diarios de Buenos Aires se mostraron adversos al peronismo durante la campaña presidencial de 1946 y a posteriori, incluyendo informaciones tendenciosas sobre los resultados parciales de las elecciones.

De los seis matutinos que había en 1947, solo dos, “Democracia” y “El Laborista”, habían apoyado la fórmula Perón-Quijano.

Los otros cuatro, “La Prensa”, “La Nación”, “El Mundo” y “Clarín”, se habían embarcado en una inocultable propaganda a favor de la Unión Democrática y sus candidatos Tamborini-Mosca.

En cuanto a los vespertinos, de los cuatro existentes, tres se alinearon para esa coyuntura contra Perón: “La Razón”, “Crítica” y “Noticias Gráficas”.

El restante, “La Época”, había cambiado su prédica radical algunos meses después de la revolución de 1943, cuando su director, el abogado Eduardo Colom se incorporara al peronismo.

El matutino ‘Clarín’, que había aparecido el año anterior, desde el principio adoptó una posición contraria al peronismo, que recién surgía.

La falta de imparcialidad y el tratamiento tendencioso de la información se manifestó tan claramente que el 22 de marzo de 1946 ‘Clarín’, ante la evidencia de las cifras de las urnas, bajo el título ¡JUEGO LIMPIO! tuvo que admitir en su portada el triunfo del entonces coronel Perón, agregando que tras haber apoyado al bando contrario, bajaba las armas. Por cierto, una expresión meramente declarativa.

No cabe duda que en los medios existen grupos de desinformación organizados. El “periodismo” vendido de éstas características es un factor a tener en cuenta. Sin olvidar que, como reza un popular refrán criollo, “La culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer”.

De ahí la importancia fundamental de no ser partícipes en la “alimentación”, dejando de consumir lo que ofrecen; entre ellos, el grupo Clarín a través de sus medios (periódico, Cablevisión, radio Mitre…) y los productos que en ellos promocionan sus anunciantes; que, además, significan ganancias (obtenidas de los recursos de los consumidores) e ingresos para aquellos.

NUEVAS TECNOLOGÍAS Y DESINFORMACIÓN

También cabe tener en cuenta que las nuevas tecnologías agregaron elementos novedosos a las operaciones de inteligencia y contrainteligencia.

Internet es un medio útil a los fines de la información, pero también en un medio ideal para la desinformación, utilizado por operadores que responden a distintas corrientes y tendencias.

La “información” que desinforma (“pescado podrido”) se “cocina” y se “sirve” por través de las personas que, incluso de buena fe, se prestan a ello, genéricamente denominados “idiotas útiles”, quienes se “enganchan” con el primer golpe de vista, no verifican nada y ni siquiera se informan antes de opinar o, simplemente, reproducir.

Los trols (o trolls; vale decir sujetos que publican mensajes provocadores o irrelevantes con la principal intención de molestar o provocar), tratando de justificar al sector que les paga y desacreditar taimadamente al opositor.

Cabe tener presente que, en la República Argentina, incluso desde la Casa Rosada opera una usina o “cocina” de desinformación. Un equipo de más de cuarenta personas, con el doble objetivo de influir en las redes sociales y a la vez evitar la dependencia de los medios de comunicación tradicionales. Su mandamiento es cuidar la imagen del Gobierno y la de Mauricio Macri en particular, a través de la difusión de videos, hashtags y consignas en Facebook, Snapchat, Instagram y Twitter: "Como funciona el 'Call Center Pro' de las redes sociales" , "¿Cómo funciona el call center troll de Cambiemos?"

Un post presidencial en Facebook puede llegar a ser visto por millones de personas; a ese recurso institucional se le suma una ayuda subterránea: los llamados trolls y los mini ejércitos de usuarios falsos, dedicados a operar sobre la agenda diaria.

La crisis está en todos los medios de comunicación: prensa, radio, televisión.

El neoliberalismo trata de confundir, a través de la TV, a la opinión pública, hasta tal punto que la sociedad toda se sientas merecedora de castigos y de recortes. Crisis, reforma laboral, reforma del sistema de seguridad social, despedidos…, pero nada sobre las consecuencias de las políticas neoliberales, sobre la anulación del individuo, sobre los gobiernos en las sombras, sobre los países pobres y empobrecidos por el FMI.

No se habla de los paraísos fiscales ni tampoco sobre la no participación de las grandes fortunas en el desarrollo de la actividad económica. Al contrario, nada se dice y, si algo trasciende, la (des) “información” se centra en tratar de disimularlo, ocultar y cubrirlo con un “manto de olvido”.

Los principales medios de comunicación masivos han sido alineados por el neoliberalismo, que paga –generosamente- con fondos públicos, bajo la forma de “pauta publicitaria”, para avanzar sin descanso en estrategias para introducir determinadas formas de pensamientos y manipulación: "Exponencial aumento de la pauta oficial para el grupo Clarín durante 2016"

Más allá de la fuerza de las corporaciones mediáticas como definidoras de la opinión pública y como hacedoras decisivas del sentido común, lo cierto es que ocupan un lugar importante en la estrategia de dominación del neoliberalismo.

Es inimaginable el avance del sistema neoliberal y el desarrollo del capitalismo financiero-especulativo y su capacidad para volverse hegemónico, sin el aporte fundamental de los medios de comunicación, la destrucción de la educación pública y la consecuente formación de ciudadanos pensantes y capaces de discernir.

“Al estado gubernamental totalitario no le importa lo que la gente piensa, ya que el gobierno puede controlar mediante la fuerza del uso de las porras. Pero cuando no pueden ya controlar a la gente por la fuerza, tienen que controlar a la gente por lo que piensa y la forma típica de hacer esto es a través de la propaganda (fabricación del consenso, creación de ilusiones in-necesarias), marginar al público en general o reducirlo a alguna forma de apatía” (Noam Chomsky).

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