Segangán (Marruecos)
Segangán (en árabe أزغنغان ; en beréber Azɣenɣan o Azghenghan, ⴰⵣⵖⴰⵏⵖⴰⵏ ) es una de las principales ciudades de la provincia de Nador (región Oriental, Marruecos)
Su denominación deriva de un término beréber: significa "fortaleza".
En plena región oriental del Rif, Segangan fue de suma importancia en todas las guerras de invasión española desarrolladas en la región, desde la primera Guerra del Rif, en 1893.
En 1912 se estableció el protectorado español en Marruecos, en realidad una especie de sub protectorado, por la cesión que hiciera Francia a España de la administración colonial de la franja del norte del país.
El sultanato de Marruecos, en su integridad, quedaba ese mismo año bajo dominación francesa, por el Tratado de Fez, culminando así varios años de paulatina penetración colonial en el Magreb.
Francia cedió a España la administración de un 5% del territorio marroquí, unos 20.000 km², incluyendo la región montañosa del Rif, riquísima en minerales.
Todo el poder político, económico y militar se concentró en manos de las autoridades de las potencia “protectoras” y de un número ascendente de colonos europeos que intervenían activamente en la política colonial. A la vez, bajo la forma de “protectorado”, se mantuvieron algunas estructuras locales que, en la práctica, no tenían incumbencia alguna, más allá de cierta capacidad de intervención parcial en asuntos religiosos.
El sultán se mantenía simbólicamente como máxima autoridad marroquí; dictaba las “leyes” siendo representado en la zona española por un vicario o jalifa.
La Guerra de Marruecos o Guerra de África (como también se denomina en España) fue conflicto originado en la sublevación de las tribus rifeñas (región montañosa del norte de Marruecos), contra la ocupación colonial española y francesa.
También jugó un rol importante en la última Guerra del Rif (1920), integrando la República del Rif hasta su caída, en 1926.
La tenaz resistencia de los rifeños convirtió la intervención española en una guerra prolongada, con innumerables bajas en el ejército colonial. Al prolongarse la guerra y multiplicarse las bajas, la sociedad española fue tomando distintas posiciones frente al conflicto, por su doble componente: nacional y clasista. La burguesía española, mientras se hartaba de “homenajear” a los soldados enviados al frente, sobre todo para defender “los negocios” españoles, hacía todo lo posible para evitar que sus propios hijos participaran en las luchas con generosos recursos económicos, incluso legales, como la “Cuota militar”, mediante la cual conciliaba los derechos del Estado con los de ciertos sectores de la juventud, sobre todo universitarios y profesionales, permitiéndoseles reducirle tiempo del servicio militar mediante un ingreso en efectivo en la Caja del Estado. Así, los campesinos y jornaleros sustituían en África a los hijos de los acaudalados.
A partir de 1921, a manera de venganza por el desastre de Annual, España comenzó a utilizar armas no convencionales, prohibidas en virtud de las Convenciones de La Haya de 1899 y 1907 y ratificadas en 1919 en Versalles. Es más, en 1925, en plena ofensiva militar con armamento químico, España, que había suscrito lo acordado en Versalles, se adhirió al protocolo de Ginebra sobre la prohibición de armas químicas y bacteriológicas.
Los aviones militares españoles se lanzaban en picado sobre las poblaciones y mercados abarrotados de personas, lanzando sus bombas químicas. Civiles de todas las edades y géneros caían fulminados o quedaban yacentes con horribles quemaduras provocadas por el gas, un gas que también contaminara sus campos y sus pozos de agua.
Esta estrategia militar estuvo avalada por el propio Rey de España, Alfonso XIII, quien en diversas ocasiones manifestó su interés por las armas químicas. Se conocen parte de sus opiniones y opciones, como la conversación telegrafiada con el alto comisario del territorio en la que se lamentaba de que "no te hayamos podido mandar una escuadra de bombardeo, para con gases llevar la desolación al campo rifeño y hacerle sentir nuestra fuerza, rápidamente y en su territorio". O bien, cuando afirmaba en audiencia concedida al agregado militar francés en Madrid que "lo importante es exterminar, como se hace con las malas bestias, a los Beni Urriagel " (la tribu del Rif central de la provincia de Alhoceimas /Alhucemas) a la que pertenecía el líder rifeño Abd el Krim y a las tribus más próximas a él. Dejando de lado las consideraciones humanas hasta tal punto que las autoridades coloniales prohibieron la intervención de la Cruz Roja en este conflicto, impidiéndoles dar auxilio a las poblaciones civiles.
Queda en claro de ello, que el objetivo inmediato de la Corona española, era lisa y llanamente el exterminio la etnia rifeña, vale decir, el genocidio.
El mencionado armamento químico, en una primera etapa, fue adquirido en otros estados, prioritariamente en Alemania. No obstante, de inmediato se procedió a la instalación de plantas industriales capaces de producirlo. En concreto, en dos centros, uno de ellos ubicado en Melilla y el otro, mediante un acuerdo firmado con el Estado alemán en 1923, instalado en La Marañosa (17 kms. al sureste de Madrid y a 12 kms. al este de Getafe, en la zona sur de la actual comunidad autónoma de Madrid), bajo el nombre de Fábrica Nacional de La Marañosa, pero conocida popularmente con el nombre de la "fábrica de Alfonso XIII", dado el apoyo decidido de este monarca al uso de las armas químicas. Hasta hoy, el Ministerio de Defensa de España mantiene a la Fábrica Militar de La Marañosa en actividad.
Las consecuencias fueron desastrosas: ceguera, llagas, problemas respiratorios y cánceres. Estos perjuicios todavía hoy día son perceptibles en los descendientes por razón del carácter cancerígeno y mutágeno de dichas armas. El Rif, es el único territorio donde se emplearon estos gases tóxicos, siendo hasta hoy la región con mayor índice de enfermos de tumores cancerígenos en todo Marruecos.
Pero los “negocios” españoles siguieron haciéndose y toneladas de minerales fueron extraídos y cargados en los barcos de ultramar en el puerto de Melilla, donde incluso se construyó un Cargadero de Mineral (que hasta hoy se ve parcialmente a un lado de las Torres del V Centenario, en la ciudad autónoma; cargadero que cumpliera la misma función que el “Cable Inglés” en la ciudad andaluza de Almería, provincia en la que también las “empresas” explotaban los recursos minerales, aunque no precisamente en favor de los almerienses.
Segangán está situada a unos 8 kms. al sudoeste de Nador (capital provincial, a pocos kilómetros al sur de la ciudad autónoma española de Melilla), por la RR 610 (Route Régionale du Maroc 610).
Segangán fue una de las plazas donde la presencia española tuvo preponderancia, sobre todo en el plano militar.
Allí fue emplazado el cuartel de Regulares, que se integraba con tres áreas principales: un área de población, con viviendas para parte del personal militar y el asiento de los servicios: panadería, tiendas, entretenimientos); separadas por el campo de instrucción, las instalaciones militares propiamente dichas (edificio de mando, plaza de armas, cuadras) y en el extremo del área de población, lindando con el campo de instrucción, el grupo de viviendas llamado “La Corrala”, para las familias de los oficiales españoles y las mujeres moras de la servidumbre de quienes las tuvieran.
Los grupos de Regulares integraron las fuerzas militares españolas creadas en 1911 en África, con personal indígena. Al poco tiempo de su creación tomaron el nombre de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla, cuyo jefe fue el teniente coronel de caballería Dámaso Berenguer Fusté.
En 1921 y tras el Desastre de Annual (que conmoviera a España) fue creada otra unidad, el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas "Alhucemas" Nº 5, con acuartelamiento en Segangán.
Este grupo tuvo relevante actuación durante la conocida como “Campaña del Desquite” y en el Desembarco de Alhucemas (1925), entre otras operaciones de la Guerra del Rif.
Participaron en varios frentes de la Guerra Civil Española; habiéndose documentado ataques sexuales como parte de su accionar, con el fin de humillar y atemorizar a la población.
En la posguerra desarrollaron operaciones contra el maquis y algunos de sus miembros formaron parte de la División Azul, de actuación secundando al ejército alemán durante la campaña de Rusia, en la Segunda Guerra Mundial.
En 1956 Marruecos alcanzó la independencia y comenzó a reclamar algunos territorios, pasando, a la vez, en la forma política, de sultanato a reino.
Por los acuerdos de descolonización de Marruecos de 1956, el 5º de Regulares, con tropas y personal auxiliar, tuvo que replegarse hacia Melilla, dejando el campamento de Segangán. Allí se fusionaría con otros grupos de Regulares, reduciéndose cada vez más, hasta que en 1984, fueron definitivamente disueltos.
Esto fue consecuencia de la Independencia de Marruecos y la aplicación de los planes de Repliegue del Ejército Español (31 de abril de 1956 – 31 de agosto de 1961)
La Orden General del Ejército del Norte de África de 31 de agosto de 1961, estableció que cumplida la misión que España asignara a su Ejército en Marruecos, las últimas unidades militares españolas abandonaran el territorio marroquí.
Las unidades de las fuerzas armadas acantonadas en Melilla, están formadas ahora por españoles de origen europeo (de la Península, Canarias, Baleares y otros con nacionalidad española) y magrebí de las ciudades de Ceuta y Melilla.
En la principal puerta de acceso al campamento militar, fueron destruidos los escudos de ambas torres. También se arrancaron los azulejos con el escudo de España nacional que estaba en el muro frente al Gabinete Topográfico, en el edificio principal.
Todo parece indicar que los marroquíes no guardan afecto alguno hacia aquello que les recuerde la ocupación española y la explotación de los recursos de su tierra, para beneficio de las “empresas” de los ocupantes.