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Tienda "A la Ciudad de Londres"

A LA CIUDAD DE LONDRES

Desde 1878, su presencia se transformó en un emblema de la época.

Surgida en la calle Florida con el nombre de “Los Salones Argentinos” hacia el año 1872 con sólo siete empleados, el impulso de los hermanos Jean y Hugo Brun facilitó su crecimiento, lo que los llevó a instalarse en el local que perteneciera a la en aquellos años conocida tienda del francés Arnal, llamada “La Porteña”.





Mientras la Municipalidad abría la Avenida de Mayo, la tienda empezó a ser más exitosa día tras día; tanto que compró el terreno vecino que paso a dar a la nueva avenida, y construyó a fines de los 1890 el edificio.

Esta tienda ocupaba una propiedad de la sucesión del general Bustillo, que se extendía por el lado este de la calle Perú, desde Avenida de Mayo a Victoria, actual Hipólito Yrigoyen, con ingreso principal por el número 76 de la primera de las calles mencionadas.



Arquitectura interior suntuosa, con una gran escalera de honor, esculturas y todo con moderna iluminación a gas, tenía además bien nutridas vidrieras de exhibición hacia las tres arterias que llevaron a “A la Ciudad de Londres” a ser considerada en sus tiempos una de las tiendas más elegantes de Buenos Aires.



Su nombre refería a una de las ciudades exponentes del prestigio de Europa en la materia.

Editaba “La Elegancia”, su propia revista de moda y se promocionaba como “…el rendez-vous obligatorio de todos los novios sentenciados a matrimonio con término perentorio…”.



Fue de los primeros comercios en implementar tratamiento personalizado al cliente, que incluía la devolución de la mercadería si ésta no le resultaba satisfactoria, así como el regalo de globos y juguetes a los niños acompañantes.



Fue pionera de las ventas a precio fijo, en una ciudad -y un país- en el que, según publicaciones de la época, el mundo femenino todavía estaba “…acostumbrado al interminable regateo de antaño...”.

También fue iniciadora en ofrecer a su personal un porcentaje por las ventas y premios sobre la comercialización de determinados productos.

Las compras de la tienda se hacían directamente a los fabricantes, en Europa (sin intermediarios), haciendo posible que pudiera vender sus mercaderías mucho más barato, argumento que entonces utilizaba en sus campañas publicitarias.



Referían las crónicas de la época que su clientela “…desde las más antiguas y respetables familias porteñas hasta los hogares más modestos, no hay persona que no piense en ‘A la Ciudad de Londres’ cuando de hacer compras se trata…”



Su gran cantidad de secciones o departamentos eran provistos por las “casas de compra” que la firma tenía (o decía tener) en París, Lyón, Londres, Manchester, Nueva York y Filadelfia. De allí recibía mercaderías de los diversos ramos: lencería, blusas y “peignoirs” (albornoces), modas y confecciones para niñas y niños, bazar y menaje, modelos y confección para señoras, sedas y tejidos, tapicería, mueblería y adornos, “trouseaux”, mercería, platería, instalaciones para baños, menaje y cubiertos, tocador y perfumería, bonetería, artículos para viaje, zapatería, ajuares para novias y recién nacidos, etc., justificando el considerarse “…la más vasta y mejor surtida de Sud América…”.



La época del auge, en los primeros años del siglo, coincidió con una de las etapas de inmigración europea masiva, caracterizada por la llegada de quienes venían dispuestos a “hacerse la América” y una República Argentina inclinada a recibir a cuantos europeos pudieran llegar a ella.

Para hacerle competencia la también prestigiosa Gath & Chaves levantó su Anexo en la esquina noreste, mientras la Maison Peyrú –famosa por su peluquería “Luis XVI”– se instaló en la esquina sudeste del cruce con Piedras, pero “A la Ciudad de Londres” fue la reina indiscutida hasta el mismo año del Centenario pues el 19 de agosto, a las 20.30, se incendió.








EL INCENDIO

El 19 de agosto de 1910 el edificio de la tienda “A la Ciudad de Londres” se incendió, resultando completamente destruidas sus instalaciones y las mercaderías, siendo las pérdidas totales.

Los bomberos salvaron varias vidas, con la colaboración de marineros de la Prefectura que se acercaron a colaborar.

El incendio se extendió por seis horas, hubo víctimas fatales y numerosos heridos.

600 empleados vieron reducidos a cenizas su fuente laboral.

El siniestro dañó seriamente el Hotel Chester; la casa de rentas propiedad de Ortiz Basualdo y otros edificios linderos.

Los bomberos, liderados por José María Calaza lograron cercar el pavoroso incendio impidiendo que llegara a la residencia Beláustegui de Cazón en la esquina suroeste, que albergara en su momento a la comitiva que acompañaba al presidente de Brasil, Campos Salles en 1900. En la planta baja de esta residencia, con entrada por el 602, funcionaba la Confitería Perú, que se conociera por “Montevideo Chico”, por reunirse allí un numeroso grupo de exiliados uruguayos (que se incrementaba luego de cada revolución en la República Oriental), entre los que sobresalía Florencio Sánchez

También se vio al "Payo" Roqué, un personaje de la noche porteña en la época, quien ofrecido como voluntario y vistiendo frac y galera sostenía una manguera para sofocar el incendio.

De las crónicas de la época se rescata una breve reseña: "La grande y vieja tienda donde se proveyeran varias generaciones de familias porteñas, se incendió totalmente en la noche del 19 del corriente. Y algunos de los niños de ayer la vieron arder por los cuatro costados en la agonía ígnea.

Al día siguiente sólo quedó en pie uno que otro maniquí con la cara chamuscada y las ropas chorreando agua".

Colosal fue el siniestro. Las llamas ascendieron hasta las bohardillas devorando cuanto hallaban a su paso, y una vez arriba, coronaron la obra de destrucción, alcanzando las torres del edificio.

Buenos Aires no recordaba entonces otro incendio tan grande, en cuanto al monto de las pérdidas.

No se pudo establecer a punto fijo el origen del fuego”.

Como siempre ocurre en casos análogos, se habló de un corto circuito.

Los altos de la tienda “A la Ciudad de Londres”, los ocupaban el Chester Hotel y varios escritorios comerciales y de letrados. Tanto éstos como las dependencias de aquel sufrieron muchísimo por los efectos del fuego y del agua.

Entre los valientes que enfrentaron la furia del pavoroso incendio estuvieron el cabo Ernesto Cieza y el sargento Ubaldo Contador, pertenecientes al cuerpo de Bomberos, quienes resultaron heridos y Manuel Rodríguez y Santiago Dellé Costa, conscriptos que sufrieron quemaduras colaborando en apagar el fuego.

También estuvo allí Juan José Graneros, quien con el tiempo llegaría a ser Inspector General Jefe del Cuerpo de Bomberos.

Por su parte, el sargento Jesús María Pérez salvó a los esposos Arroquí y fue distinguido por su valor. También hubo marineros que prestaron su concurso en la extinción del fuego: B. Cáceres, que salvó a un sargento de bomberos; A. Bandera, herido en el pie derecho; P. Fernández, A. Chaves y C. Taboada, herido en el muslo.

Seiscientos empleados vieron evaporarse su fuente laboral, aunque la Casa Gath & Chaves resolvió dar trabajo a buen número de empleados y empleadas de los que, como resultado del desastre, quedaron sin trabajo y además se levantó una suscripción entre la banca y el comercio.

Tomadas estas medidas, se supo que la tienda “A la Ciudad de Londres” conservaría sus empleados y "reabriría sus salones de ventas en otra parte".





REINAUGURACIÓN EN CARLOS PELLEGRINI ESQ. A CORRIENTES

Superando estos avatares, el 10 de octubre del mismo año, la tienda volvió a inaugurarse, ahora en Carlos Pellegrini esquina Corrientes 999, bajo el rubro Jean Brun y Cia. Ltda.



Si en 1872 empleaba siete trabajadores, para 1916 su número era de mil, sin contar los más de 2.500 que fabricaban prendas a domicilio para la firma. Treinta coches especiales y diez carros eran utilizados para los repartos a domicilio y el movimiento de la mercadería desde los talleres, ya que tenía sus depósitos en Barracas, en cercanías de la calle Uspallata y avenida Montes de Oca.





Para 1930, lejos ya de sus años de esplendor, promocionaba saldos y retazos, lotes de batones y “…pantaloncitos cortos a la inglesa en casimir fantasía de 3 a 15 años a $ 1,20…”.

En 1936 el edificio fue expropiado para el ensanche de la Avda. Corrientes.

Al final, la tienda se fundió y cerró

Años más tarde y ya en un remozado edificio, se abriría - en el mismo lugar donde estuviera esta tienda -, “Los 49 Auténticos” (Corrientes 999) local de ropa para hombres, cuyo nombre deriva del precio al que ofrecía los trajes, $ 49.- sin ninguna “trampa”, según la publicidad, que también decía que aquí resultaba “su traje o su ambo… mejor que de medida”.

A posteriori estuvo allí la “Editorial Kapelusz”. En la actualidad hay una cafetería (Café club Tostado).








CLUB INDEPENDIENTE

Fue con el personal de “A la Ciudad de Londres” que, el 8 de agosto de 1904, fue creado con el nombre de “Maipo Banfield” el club que con los años se conocería como “Club Independiente”. Actualmente asentado en la vecina ciudad de Avellaneda, intervenía entonces en torneos con otras firmas comerciales o en simples desafíos.

“Los empleados de menor edad del incipiente club Maipo pagaban su cuota social como el resto de sus compañeros, pero solo les daban el derecho a presenciar los encuentros pero no a participar de ellos. Esta enojosa situación provoco que estos jóvenes se reunieran en un antiguo bar de Victoria (ahora Hipólito Yrigoyen) y Bolívar... Ocho pibes, todos de 14 a 17 años, iniciaron la sublevación..."

"...El lugar elegido para la reunión fue el Almacén de los hermanos Telésforo y Policarpo Fuertes, que quedaba frente a la tienda: en Victoria (hoy Hipólito Yrigoyen) N° 584, en lo que es actualmente parte del Palacio de la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Allí los ocho originales debatieron el destino de este desprendimiento. Algunos sugerían unirse a Atlanta Athletic Club, pero en medio del debate otro de los oradores reprochó enojado: '¡Qué Atlanta ni ocho cuartos! ¡Nosotros tenemos que tener un club independiente!' Y Rosendo Degiorgi gritó exaltado: '...ahí está el nombre: ¡Independiente! Nos llamaremos Independiente'. De más está decir que la moción fue aprobada por aclamación.

Se nombra a continuación una Comisión Directiva Provisoria, constituida por Rosendo Degiorgi (Presidente), Marcelo Degiorgi (secretario), Luis Bassou (tesorero), Nicolás Cabana, Antonio Cabana, Nicolás Bassou, Fernando Aizpuru y J.F. Ipart (vocales). Con la CD en funciones, se pusieron manos a la obra con el secreto anhelo de hacer del Independiente Football Club algo grande. Y vaya que lo lograron.

Consiguieron una pelota y un sello de goma para los documentos, se estableció que cuota social valdría 25 centavos, y comenzaron a captarse nuevos asociados. Se unieron 17 emprendedores, entre ellos los hermanos Arístides y Edelmiro Langone, quienes jugaban en el Palte United FC de Barracas al Nord, cuya camiseta blanca fue utilizada en los primeros partidos del IFC. Este núcleo de 25 socios serían los socios fundadores para la posteridad.." (Historia de Independiente).

"Aprovechando la marginación de los cadetes en otras tiendas, el proyecto trascendió las fronteras de A la Ciudad de Londres. Y entonces ya nada los detuvo… ellos querían ser un club independiente. Por eso se bautizó por parto natural: ‘Independiente Foot Ball Club’ ”.



Ⓒ Enrique F. Widmann-Miguel (IberInfo / Buenos Aires)

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