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El “Cambio”: de lo popular al neoliberalismo

PATRIA Y SOBERANÍA: Términos en desuso

DESGUACE DEL ESTADO Y FRAGMENTACIÓN DE LA NACIÓN.

ECONOMÍA: Incrementos de precios e inflación provocada




El manejo arbitrario de los recursos es causa del desmedido encarecimiento y, muchas veces, hasta del desabastecimiento de alimentos. Estos recursos básicos son controlados por los grandes “grupos de negocios” en los que, a toda costa hay que mantener –e incrementar- los niveles de ganancias. Todo, hasta el agua, debe quedar en sus manos. Quienes lo ejecutan, son los responsables del poder económico con el manto de impunidad que da un Estado débil, cuando no inexistente…., desguazado a través de los años. Los grupos parasitarios de la intermediación actúan en perjuicio de los productores (a quienes pagan a precio vil lo obtenido con su trabajo y recursos) y de los consumidores (de cuyo bolsillo tiran mientras puedan sacarle algo). Además, es un medio de presión sobre el productor local; forzándole a trabajar a pérdida, vendiendo por debajo de los costos o, lisa y llanamente, tirando su producción sin obtener nada de ella, lo descapitalizan y así, en algún momento, cederá ante la “oferta” de los grandes grupos que se quedaran con el capital de trabajo, tierras productivas e infraestructuras que levantaron otros; cerrando así el ciclo producción-consumidor bajo una sola mano, con las ganancias que les venga en gana. La inacción frente a los desastre también favorece los “negocios”. Se quemó una superficie equivalente a 70 ciudades de Buenos Aires.

En dos semanas el fuego afectó a más 1,4 millón de hectáreas en provincia de Buenos Aires, La Pampa y Río Negro.

A la vez, otras áreas del país fueron afectadas por inundaciones, quedando sumergidas en las aguas.


Nada de ello fue de suficiente entidad como para que el presidente suspendiera sus vacaciones; tampoco para que, en el medio del caos, también las iniciara la vicepresidenta ni para que, tras numerosos días sin dar señales de vida, al fin apareciera el Ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable… para no aportar nada positivo. Nada de equipos especiales para la lucha contra incendios; nada de infraestructura adecuada, nada de aviones hidrantes.La inacción es concordante con otras políticas, como la de precios, con las que el perjuicio de muchos abre la oportunidad de “negocios” y “beneficios”….para pocos.Es que las catástrofes, como todo aquello que causa sufrimientos y pérdidas a muchos, da lugar a los “negocios” y "beneficios” para pocos. No es casual; el objetivo es quedarse con los recursos de todos. Es una constante, entre otras acciones, el incremento de los precios al público tras el anuncio de una mejora salarial porque, para ese sector, los beneficios deben ser propios y no del trabajador. Esos grupos que obtienen ganancias desmedidas, las ocultan, evaden impuestos y no se preocupan por el tipo de cambio oficial para adquirir algunos cientos de dólares; sino que adquieren cientos de miles en el mercado, al precio que resulte, “invirtiendo” así aquellas ganancias que ningún beneficio aportan al país. Por eso, se fijan los precios de compra muy bajos, adquiriendo el total de los productos ofertados a precios que, a veces, ni siquiera alcanzan a los productores para cubrir sus costos. Parte de ellos se industrializan y se ponen en el mercado a precios muy altos. El resto, se destruye.

Algunos ejemplos recientes son los de la producción de tomates: http://bit.ly/1U1bBgk ; peras: http://clar.in/1Ri42Lr , http://bit.ly/21rkqyW; frutas del valle de Río Negro: http://bit.ly/1pjjbWc ; leche en la cuenca lechera: http://bit.ly/1Ri5ygy. Frutas regaladas en la Plaza de Mayo: http://bit.ly/2bkB95I , de las verduras entregadas en la misma plaza http://bit.ly/2cXuVNt y de más de 100 toneladas de naranjas de las que sus productores entrerrianos se vieron obligados a desprenderse como si de basura se tratara http://bit.ly/2czdZcB. Más recientes son las imágenes de los productores de yerba mate, regalando su producto en la porteña Plaza de Mayo: http://bit.ly/2lDEl02



La República Argentina produce alimentos para más de 400 millones de personas. Desde 1981, cada 16 de octubre es celebrado el Día Mundial de la Alimentación, coincidiendo con la fecha de la fundación de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), en el año 1945. Buena expresión de intenciones aunque poco efectiva, como lo ha demostrado a lo largo de los años. El hambre no se deriva de la insuficiente producción de alimentos, sino de la desigual distribución de ese recurso básico controlado por los grandes “grupos de negocios” supranacionales en las que, a toda costa hay que mantener –e incrementar- los niveles de ganancias. Entre otras grandes empresas, Molinos Río de la Plata, con presencia mayoritaria en el sector alimentario, participación activa en el mercado internacional y formadora de precios, integra su directorio internacional con Cristóbal de Prat Gay, como presidente de la misma, con sede en Miami, EE.UU. Cristóbal es hermano menor del ex ministro de Hacienda y Finanzas Públicas de la Nación. Ambos son hijos de Jorge Raúl de Prat Gay Santillán y Stella Hope Dowling. http://bit.ly/25iLSm7 En algún sector, como el de la pesca, depredan los océanos, como reiteradamente se denunciara con relación al Atlántico Sur. Por cada tonelada de pesca útil (para ellos, según la especie y tamaño que deben capturar por requerimiento de sus armadores), arrojan al mar entre 7 y 10 veces más de peces y frutos de mar, muertos, que no se ajustan a lo requerido. http://bit.ly/2pkM34H - http://bit.ly/2oWJq6g Parece aberrante, porque si hay hambre en el mundo ¿Por qué no se distribuyen gratuitamente esos sobrantes? Simplemente, porque en la política de los negocios, esa posibilidad es inadmisible. La “empresa” se sustenta en los “negocios” y en las ganancias. Hay que vender, no regalar. Si un estado tiene hambrientos, que compre y pague a las “empresas”, si quiere y puede repartir. Nada importa en el “mundo de los negocios”, donde el objetivo se centra en los beneficios económicos. De ahí que ni siquiera se ocupen en cuidar sus expresiones públicas. Como las del ex consejero delegado de Bayer Marijn Dekkers (ahora en el directorio de Unilever), acerca de que la compañía para la que trabajaba no desarrolló un medicamento contra el cáncer para los indios, sino para los pacientes occidentales que puedan pagarlo http://bit.ly/1UJeQp7 Por su parte, el ejecutivo de Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe, no vaciló en sostener que el agua no es un derecho, considerando que debería tener un valor de mercado y ser privatizada http://bit.ly/1P3keii Como corresponde en un sistema neoliberal, con la “libertad de empresa” y el desguace del Estado, todo debe pasar por el comercio. Incluso, las vacunas, que deben ser para quien pueda pagarlas, en el “mundo de los negocios” http://bit.ly/1PsSR1v La debilidad, o mejor aún, la inexistencia del Estado, incrementa el lucro empresarial. Sobre otros recursos, como los minerales preciosos de la Nación Argentina, puede verse el artículo “Yacimientos de oro y plata. Otros recursos en Argentina, aunque no para beneficio del pais” en http://on.fb.me/1p4Ouof En el mundo occidental no han sido precisamente las corporaciones multinacionales, sin Dios, sin Patria ni hogar, las que llevaron el bienestar a los pueblos; aunque en algún momento a algunos les haya parecido que así era y, encandilados con el sistema, creyeran que había lugar para ellos. Hoy están pagando un alto precio: desempleo, pérdida de sus hogares, de los derechos alcanzados e incluso de la vida. España es una muestra actualizada de ello. Además, la inflación es un arma utilizada por los reales dueños del poder, esos grandes grupos que la generan y aplican en su favor, en perjuicio de los trabajadores y el ciudadano de a pie; generando a través de ella la transferencia de recursos de este sector mayoritario a aquél minoritario. Es que, la mayoría de las personas no especulan, no realizan inversiones financieras en el exterior, no transfieren fondos a paraísos fiscales ni especulan con operaciones de importación y exportación, buscando –y creando a través de la presión sobre las legislaturas y el sector político- beneficios fiscales y bancarios. Mayoritariamente, los ciudadanos y, sobre todo, los trabajadores, no tienen más que la moneda, el dinero que consiguen como salario o retribución de su trabajo. Por cierto, poco de cada uno, pero mucho sumando millones de personas, hacen grandes beneficios para la cúpula del sector de los “negocios” transnacionales y la inflación es un arma en sus manos. No consideran que sea de su incumbencia el bien común ni la angustia del menos favorecido; no importa el sufrimiento ajeno. No hay otro objetivo que el de ganar más en el menor tiempo posible. Cualquier intento de apartarse del sistema neoliberal, es considerado un agravio intolerable. Todos, incluso la estructura política, deben saber quien fija las reglas del juego y quien dispone lo que se hace o deja de hacer. Por eso, Por ello, en el sistema neoliberal, desde la “empresa” se fomenta el desguace del Estado, procurando que la estructura política de gobierno quede a su servicio, el de las "empresas", las mismas que hacen la "vista gorda" frente a la corrupción del sistema y a las ilicitudes de los "funcionarios" que les favorecen; “premiándolos” con suculentas recompensas (que en el fondo, no son más que una mísera parte de ingentes ganancias), asegurándoles además, al cesar en la “función pública” con cargos con muy buen nivel de remuneración, reciclándolos dentro de esas mismas “empresas” en una abierta política de “puertas giratorias”. Pueden encontrarse nóminas ilustrativas en algunos medios de comunicación: http://bit.ly/1Wa6Sd4 http://bit.ly/1StBVgk entre otros. Para el neoliberalismo, la “libertad de empresa” y el “mundo de los negocios” en el plano superior, son lo primordial. Por cierto, la forma de ver las cosas no es uniforme. El sector de las grandes empresas transnacionales trata que todos los recursos ingresen a sus arcas, exclusivamente. En el mundo de los negocios no hay Dios, Patria ni hogar. Las empresas no son o y no aceptan reglas ni regulaciones que frenen su apetencia económica. Quizá algunas posturas empresariales puedan resultar chocantes; es lo menos importante en el mundo de los negocios, donde el objetivo se centra en los beneficios económicos y no en la opinión del pueblo; mucho menos, en sus necesidades. Es intolerable el crecimiento de un país, el incremento del empleo, la suba del salario real, el bienestar general, si todo ello no se refleja en transferencia de ganancias para el sector de las transnacionales. El saqueo de la Nación, con la consecuente transferencia de recursos es una constante desarrollada por los grupos de poder locales y transnacionales que operan en el país, con apoyo de equipos de profesionales especializados y el sistema financiero para facilitar la salida de capitales. Las offshore, empresas de papel creadas en “paraísos fiscales” no tienen como objetivo la realización de obras de beneficencia ni tampoco para desarrollar tareas en pro de la humanidad. La operativa, offshoring, en términos empresariales equivale a deslocalización, utilizándose para la ocultación del propietario o beneficiario de capitales de ignoto origen; haciendo posible movilizar fondos fuera del país sin cumplir con obligaciones tributarias locales; pudiendo utilizarse para abrir cuentas, realizar inversiones, financiar industrias y proyectos [que se dejan de hacer en la República Argentina], entre otras actividades. Cabe tener en cuenta que hace cuatro años se divulgaba información sobre la tenencia de activos por más de 400.000 millones de dólares en el exterior por parte de argentinos. Lo hacía “La Nación”, que no es un medio izquierdista ni partidario de la tercera posición http://bit.ly/1DuZNVx Argentina era, entonces, el cuarto país de América Latina que más dinero colocara, sin declarar, fuera del país, según datos de la organización Tax Justice Network: 400.000 millones de dólares en paraísos fiscales. Para la mayoría, algo inimaginable. No se creía ni se quería creer. Simplemente increíble. Pero la cosa siguió avanzando y ahora, nos quedamos cortos. Monto, por cierto, cercano a la estimación más reciente (15 de mayo de 2016) publicada por otro medio de la misma tendencia, “Clarín” que en una nota de Alcadio Oña estima que el monto de los activos sin declarar sumaría U$S 366.000 millones, “descontados diversos conceptos”; vale decir, prácticamente coincidente http://clar.in/25EhNxG

Día a día se sigue endeudando a la Nación, pero los recursos ni siquiera ingresan al país. Directamente, se dispone de ellos en el exterior Seguramente, no son los trabajadores y operarios ni los simples ciudadanos, a veces despectivamente calificados como vagos, “planeros” y "negros de mierda" los “argentinos” que mantienen capitales por más de 400.000 millones de dólares en el exterior. Las únicas operaciones offshore que, con mucha suerte, hacen algunos de éstos argentinos, sobre todo, si viven en las zonas fronterizas, es darse el gusto de trasponer la frontera llevando algunos pesos en el bolsillo, para comer un buen asado en Uruguay o en el sur de Brasil, cargar nafta en Paraguay y en Bolivia y, a veces comprar un par de zapatillas o alguna prenda de vestir en Chile. Es que hay gente que trabaja mucho, sabe ahorrar y también invertir, a diferencia de aquellos a quienes desprecian; que, además, en el marco de su incultura económica y financiera, lo único que les motiva son los gastos diarios, apenas para el consumo de subsistencia. Ni hablar de la constitución de empresas off shore, aquellas que, entre otras “ventajas” hacen posible movilizar fondos fuera del país sin cumplir con obligaciones tributarias locales; pudiendo utilizarse para abrir cuentas, realizar inversiones, financiar industrias y proyectos [los que se dejan de hacer en la República Argentina], entre otras actividades. Por eso la crisis que se remarca y sobre la que se insiste no se refiere a la economía real sino a cuestiones financieras lejanas a la gente como las reservas o el llamado “cepo”. De ahí la importancia de sembrar miedo y confusión, tratando de crear a través de una campaña mediática un clima de que todo está mal y de que todo va a explotar. ¿Para qué? Para justificar las medidas extremas de corte neoliberal que les favorezcan: ajuste, devaluación, tarifazo, apertura de las importaciones, endeudamiento externo ¿Porqué? Cualquier persona que haya atravesado el Plan Primavera, el Plan Austral, el Rodrigazo, la hiperinflación, el Plan Bonex, la crisis de 2001, lo sabe muy bien. Una devaluación acentuada significa una gigantesca caída del salario, es decir, que con el sueldo se adquiere mucho menos que antes. ¿Por qué? Porque, destruida la industria nacional a lo largo de los años, buena parte de los productos que se venden en Argentina o bien son importados o bien tienen componentes importados. Al devaluar, el costo de las partes importadas sube y entonces esos bienes se hacen más caros. Lo mismo pasa con los productos de exportación, básicamente los alimentos. Así que siempre, inevitablemente, consecuencia de la devaluación es la suba intensa y sostenida de los precios. Pero los salarios no se incrementan en igual medida. Como el salario compra menos cosas, cae la demanda y la cosa empeora, porque si no hay ventas empiezan a cerrar empresas nacionales, hay recesión y despidos. No termina ahí la cosa, porque si además suben las tarifas de todos los servicios, el salario cae todavía más y la recesión se profundiza. Para colmo, si se abre la entrada de productos importados -que hoy están más baratos porque, como hay crisis internacional, sobran- un producto importado que entra reemplaza a un producto nacional, con más cierres de industrias, más desempleo, más recesión. Si además, se baja el gasto público, se producen más despidos y, como ocurriera en tiempos de De la Rua, bajan sueldos y jubilaciones. Menos demanda, más despidos, más recesión, menos salarios.

“Secar la plaza” (pasar la aspiradora sobre los bolsillos de la población), además de la inflación, es el arma utilizada por los reales dueños del poder, esos grandes grupos que la generan y aplican en su favor, en perjuicio de los trabajadores y el ciudadano de a pie; generando a través de ella la transferencia de recursos de este sector mayoritario a aquél minoritario. Esos grupos actuando sobre una estructura política ajena al interés general, buscan y crean a través de la presión sobre las legislaturas y el sector político servil beneficios fiscales y bancarios y tratos de preferencia para su sector. Mayoritariamente, los ciudadanos y, sobre todo, los trabajadores, no tienen más que la moneda, el dinero que consiguen como salario o retribución de su trabajo. Por cierto, poco de cada uno, pero mucho sumando millones de personas, hacen grandes beneficios para la cúpula del sector de los “negocios” transnacional y la inflación es un arma en sus manos. Las corporaciones que manejan los negocios en el mundo, no están constituidas por Carmelitas Descalzas, precisamente; su objetivo no es el bienestar general, sino el lucro. El momento político, de transición, les favorece; sobre todo, para tirar la piedra y esconder la mano.

De ahí el desmedido interés en el desguace del Estado (“achicamiento” en sus palabras) y la integración de las estructuras de gobierno con su propia gente, en la medida de la posible. Es que quienes estuvieron al servicio de las empresas y seguirán estando al cesar en la “función pública” ¿Por qué razón iba a dejar de estarlo en el período intermedio?

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